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Mujer Prohibida

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Blurb

Adamis Mckeson es una joven de 21 años de edad, hermosa, dulce, tenaz, heredera de una de las familias más ricas de Estados Unidos, pero también por sus venas corre sangre real, al ser hija de una princesa árabe, ella sigue los pasos de su madre estudiando medicina para llegar a convertirse en cirujana, sin esperárselo en su camino se cruza con un Ryan Savage, un hombre de 25 años de edad, buen mozo, inteligente, que despierta un sentimiento que jamás había experimentado, aunque ha llegado tarde a su vida, pues Adamis no es una mujer libre, ¿Podrán estar juntos? ¿Superarán todos los obstáculos? Descúbrelo en la Mujer Prohibida. Obra registrada en Safe Creative prohibida su reproducción parcial o total

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Una propuesta inesperada
Actualidad New York Adamis Muchas personas creen que el destino está escrito, pues difiero en sus palabras, más bien pienso que cada uno tiene el poder de cambiar su historia, otra cosa es no abrir los ojos a las señales que te da la vida. En mi caso desde que era pequeña andaba por los pasillos del hospital con mi muñeca en mis brazos aprendiendo sobre la medicina, por una simple razón acompañaba a mi madre en sus turnos nocturnos. La verdad es que le daba guerra a mi padre y no había nadie que calmará mis lágrimas, pero con los años crecí y usaba otras técnicas para estar junto a mi mamá, más que todo me encantaba escucharla hablar de sus cirugías como si estuviera contándome un cuento, puede sonar extraño, aunque para mí era lo máximo, al punto de que me imaginaba y cuestionaba los procedimientos médicos, era y sigo siendo una apasionada de la medicina. La realidad es que sueño con convertirme en una gran ciruja cardiaca como lo es ella, sobre todo no me interesa el legado de mi familia, soy una Mckeson, pero también una Zayed, una princesa mestiza árabe, como tal si es mi vida haré lo que me gusta. Sin embargo, no todo se resume a mi pasión, también debería tener amor en mi vida, no estoy segura de haberlo experimentado, porque las chispas que te descolocan con una mirada, la corriente eléctrica que dicen recorrer tu cuerpo, y las mariposas revoloteando en el estómago, ninguno de esos síntomas los sentí jamás, quizás soy demasiado joven y no es mi momento para enamorarme. Aunque siento un apego especial por un hombre, se llama Derek, es atractivo, con una barba que lo hace lucir más varonil, tiene el cabello rubio, unos ojos azules que me miran con ternura, tiene una buena estatura 1.85 cm., ¿Qué tiene de malo? No es viejo, tiene 29 años de edad, claro que me lleva algunos años más por delante, pero para ser sincera no es ética nuestra amistad, o relación no sé qué nombre darle, pues es paciente de mi madre y de alguna forma cuando estoy en el hospital soy una practicante, claro que todavía me falta un poco más de dos años para graduarme de doctora, además de realizar mi residencia. Igual Derek es lo más parecido a un novio, pues no pierde la oportunidad para invitarme a salir o vive coqueteándome, al punto que me encanta y lo dejo. Lo cierto es que hoy terminé temprano mis clases en la universidad y vine como cada tarde al hospital para realizar mis rondas a los pacientes, sobre todo para controlar su evolución, aunque una de las cosas que siempre me repite mi madre es que debo mantener las distancias, es decir guardar las emociones para tener un criterio objetivo sobre su estado de salud, pero siendo sincera tengo el gran de defecto de involucrarme demasiado con cada caso. Lo que me obliga a escuchar algunos consejos de los cirujanos en jefes, más hoy es mi día de suerte, no he tenido que lidiar con ellos, sino con los residentes que dentro de todo son bastantes tolerables, además de escuchar unos cuantos halagados del señor Montgomery, es un hombre mayor con un problema de soledad, al punto de inventar todas las semanas que sufre de algún mal para permanecer hospitalizado, no cambia que acabo de abandonar su habitación y voy por los pasillos. –Hola Ronald, volvió el señor Montgomery, pero está vez aseguro que tiene el apéndice a punto de reventar, creo que son gases, igual haría una ecografía para calmar al hombre, de lo contrario se quedará una semana más viviendo en el hospital– menciono entre risas cuando estoy en la recepción y el interno suelta un suspiro de impotencia. –¡Diablos, Adamis! Es tu culpa por andar coqueteando con ese viejo, pero hablando en serio, el doctor Burkle me matará si el hombre continúa internado, necesito desocupar la habitación, ¿Qué hago? –sentencia mientras apoya los expedientes sobre el escritorio. –Lo siento no puedo ayudarte, ¿Por qué me quieres dejar sin pretendiente? ¡¿Por qué?! ¡Perdón! No puede evitarlo…–replico con un tono melodramático para terminar riéndome en su cara, hasta que mi mirada se pierde en un expediente. –¿Qué tienes allí? Déjame ver el expediente– pronuncio para confirmar mis sospechas y miro su rostro comprimido. –Lo lamento Adamis, pero Derek acaba de ingresar hace unos minutos, tuvo un nuevo episodio, su corazón volvió a fallar y si sigue a este ritmo no podrá soportar otra cirugía por más que intentemos reparar el daño, lo ideal es un trasplante– relata y aparece un nudo en la garganta. Es que ni siquiera entiendo nada, porque hace unos días atrás está bien, feliz de haber sido dado de alta y ha vuelto a recaer, ¿Por qué? –Ronald por favor no me mientas, dime ¿Cuánto tiempo de vida le queda sin el trasplante? –pido con mi voz quebrada y él baja la mirada temiendo lo peor. Unos minutos después Como era natural obtuve una respuesta dolorosa, pero me armé de valor, tragué saliva, cerré mis ojos un instante para tranquilizarme y borrar el rostro triste que apareció con la noticia para poder ingresar a la habitación de Derek y todavía sigo perturbada, igual estoy esforzándome para guardar mis emociones y saludarlo. Así tocó la puerta e ingreso con una amplia sonrisa. –Hola guapo, de nuevo por aquí, aunque te advierto que no sirven estas técnicas de seducción conmigo, no me gusta ser acosada– replico en un tono juguetón y me da una mirada dulce. –Hola mi ángel, no seas pretenciosa, no vengo por ti, sino por la enfermera Clark, la mujer es hermosa y encantadora, sobre toda ella si me toma en serio– sentencia dándome una sonrisa traviesa retirándose la mascarilla del rostro y suelto una mueca mientras acorto distancia. –No sabía que tenía competencia, tendré que hacer algo al respecto, ¿Qué sugieres? –le sigo el juego, porque la enfermera es una mujer mayor de unos 54 años de edad, un poco renegona y mandona, pero soportable. –Para comenzar, podrías darme un beso, después puedes aceptar salir conmigo en una cena a la luz de las velas, y para terminar considerar mi propuesta de ser mi novia, claro primero debo levantarme de está cama, quitarme todos estos cables y hacerme la barba, porque debo verme fatal y no lo niegues– exclama prendido en mis ojos marrones, y me muerdo los labios en tanto me siento en el borde de la cama para sujetar su mano. –Lo malo es que la enfermera Clark se pondrá furiosa si acepto salir contigo y ante todo no quiero tener problemas con ella por besar a su novio, pero puedo hacer una concesión especial si puedo elegir el lugar donde cenaremos, ¿Qué opinas? –rebato, negoció y deposita un beso en el dorso de mi mano. –Mi ángel, correré el riesgo de dejarte elegir el lugar, si es la única forma de salir contigo y por la enfermera Clark no te preocupes, hablaré con ella explicándole que lo nuestro termino, porque soy un hombre de una sola mujer– comenta divertido con una sonrisa en sus labios y le doy una mirada intensa. Reconozco que está mal aceptar salir con él, pero lo que quiero es alegrarle un poco su vida, darle un motivo para resistir y no tire la toalla, entonces me daré por servida, además no es un sacrificio cenar con Derek, más bien será lindo compartir un tiempo como amigos. –Guapo sigue los consejos de los doctores para poder tener nuestra cita. Ahora me marcho para seguir con mis rondas, mejórate– pronuncio y me incorporo de la cama, pero señala su mejilla dándome una mirada traviesa. –Adamis no te iras sin darme un beso, recuerda que eres mi mejor medicina– rebate y accedo a depositar un beso en su mejilla. Tres días después Vuelvo a mirarme en el espejo como luzco con el vestido n***o de tiras, porque no puede ser ni muy atrevido, ni muy conservador, más que todo no quiero dar las señales equivocadas, no es que Derek sea un sinvergüenza, ni un acosador, es un sujeto decente, pero somos buenos amigos, nada más y también aprendí de mis errores. Sí cometí una estupidez como cualquier chica de mi edad, hace un tiempo atrás estaba celebrando con mis amigos en una discoteca y me pasé un poco de tragos. Bueno bastante, el punto es que un idiota quiso aprovecharse de mi borrachera, incluso estaba forzándome a irme con él. Derek me reconoció entre las chicas e intervino dándole un par de derechazos en el rostro al tipo, y también me saco del lugar, además de cubrirme con mis padres, me quede en su casa a descansar y a la mañana siguiente moriría de vergüenza mientras escuchaba sus regaños. Ese fue el inicio de nuestra amistad y desde allí me siento en deuda con él. Lo cierto es que agarro mi bolso para dejar mi habitación al darme cuenta que estoy sobre la hora de mi cita, también para evitar que mi padre interrogue a mi amigo, porque no quiero un sermón y un interrogatorio por una simple salida. No exagero, mi papá es demasiado sobreprotector, no es el único, también mi hermano mayor me vuelve loca con sus advertencias sobre los chicos. Lo sé, piensan que soy muy joven e inexperta, no digo lo contrario, pero es bueno poder vivir, equivocarse, caer y levantarse para madurar. Claro que podría evitarme malos ratos viviendo sola, pero sí tengo un departamento que uso poco, por una simple razón, confieso que soy un desastre, con mi ropa, con mis libros, y en mi escritorio nunca encuentro nada, entonces vengo a veces a casa de mis padres a cenar, a distraerme un rato y pedirles que me den una mano con mi caos. No debería hacerlo, más es una mala costumbre que estoy corrigiendo poco a poco. Por ahora me ocuparé de mi cita, así avanzo por el pasillo llegando a las escaleras cuando me cruzo a Nadir, mi hermano. –¡Hey, Adamis! Es jueves, ¿Vas a salir? –reclama y le clavo mis ojos. –Nadir deja de jugar al hermano mayor, preocúpate por ti, busca a una chica que te soporte, ¿Qué sucedió con la aeromoza? –replico y miro su rostro tensado. –Mejor no preguntes y ten los ojos abiertos, si necesitas mi ayuda llámame sin dudarlo, porque me quedaré a cenar con nuestros padres aprovechando que estoy en la ciudad– dice, advierte y me deja con el rostro desencajado. –¡Voy a salir con Derek! No con ningún pervertido. Ese comentario estuvo demás y por favor no intentes arreglarlo– sentencio con firmeza y miro su cara de cachorrito arrepentido, sé que debe estar afectado por su ruptura con su chica, pero es un mal que sufre mi hermano, se entusiasma con cualquier mujer y no debería estar forzando al amor, sino ser atrapado por él. Unos minutos después No equivoque al apresurarme porque el chofer de Derek estaba estacionando el auto cuando abrí la puerta principal de la casa, enseguida mi amigo bajo para saludarme y ser un caballero ayudándome a subir a su vehículo. Debo destacar que por un segundo me quede como tonta admirándolo, pero ¿Como no hacerlo? Sí, se había rebajado la barba, el cabello lo trae al natural, un poco desordenado y para complementar su atuendo casual lo hace irresistible, tanto que las mujeres lo observaban de una manera peculiar apenas ingresamos al restaurante, no son celos, porque solo somos buenos amigos. Sin embargo, él no opina lo mismo, pues sigue coqueteando dejándome un poco intrigada, ¿Será real su interés? No importa y tampoco me afecta, más bien me alegra verlo más repuesto, más optimista, ya que no es fácil saber que dependes de un trasplante para vivir, ante todo tener una fecha de tu muerte sino corres con suerte, ya en sí es durísimo vivir en agonía sin tener nada claro, y él es un hombre valiente por querer luchar y no encerrarse a morir. –Mi ángel, me alegra que por fin hayas aceptado salir conmigo, pero lo malo es que me queda poco tiempo de vida complicando un poco las cosas…–comenta con su voz quebrada y aparece el nudo en la garganta. –Derek no digas esas cosas, porque tú todavía tienes una vida por delante, aunque debes resistir un poco más y verás que pronto volverás hacer el hombre de antes. Recuperas el tiempo perdido, te casarás, tendrás una mujer que te ame y que te de hijos, más que todo podrás envejecer. ¡No lo dudes! –replico sujetando su mano por encima de la mesa. –Sí lo dudo, porque el tiempo corre en mi contra y estoy con las manos atadas, más que todo no podré cuidarte, estar a tu lado y perderé todo lo que me importa– argumenta con su voz irritada y me deja pensativa. –Guapo no perderás nada porque eres un luchador y todavía darás batalla, así que deja de ser negativo, sobre todo no quiero volverte a escuchar derrotado, ¿De acuerdo? –sentencio con seguridad y me da una mirada confusa. –Adamis no estoy inventando nada, ni exagerando. Sí perderé mi empresa sino me caso pronto. Te explico, mi abuelo puso una estúpida cláusula cuando me nombro su sucesor, debo casarme antes de cumplir los 30 años de edad, de lo contrario venderá todos los activos y la gente perderá sus trabajos. Entenderás que no tengo tiempo para cortejar a una chica, tener un noviazgo y después proponerle matrimonio, además de sumarle un agravante más, ninguna mujer se casará con un hombre con un pie en la tumba sin sacar ventaja– relata y hace una pausa. –Punto a parte, no me interesa otra mujer que no seas tú y tal vez está mal lo que haré, pero quiero ser egoísta. Mi ángel desde que llegaste a mi vida le diste un significado especial. Sueño contigo, vivo pensándote y ya no puedo estar sin verte. ¿Me harías el honor de casarte conmigo? –pronuncia y sus palabras me dejan desconcertada sin saber que responderle.

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