La misma noche
New York
Adamis
Desde muy pequeñas nos hacen soñar con los príncipes azules, los cuentos de hadas y los finales felices, incluso hubo una época donde a las mujeres las educaban para casarse. Sí, puede sonar extraño, pero eran otros tiempos, a lo que quiero llegar es que siempre llegamos al mismo punto, el matrimonio. Yo en lo personal ni en sueños contemplé la idea, pues era una posibilidad muy lejana con justa razón, porque no he tenido una relación formal, no tengo cabeza para dedicarle tiempo a un noviazgo por mis estudios, tampoco he conocido el amor y para sumarle soy demasiado joven. Sí Derek es lo más parecido a un novio, aunque cuando eres parte de una historia de amor tan linda como la de mis padres, vives añorando lo mismo, porque ellos eran de mundos diferentes y se encontraron en el momento justo para luchar por su relación y lo siguen haciendo, se miran con amor y muchas veces terminan la frase del otro. Entonces quisiera algún día tener una milésima parte de aquello, pero es complicado y difícil de hallar, no imposible.
Sin embargo, mi amigo con su confesión me ha dejado desconcertada en muchos aspectos, porque en sí casarse es un paso que da pánico, tampoco es una solución acertada a sus problemas, encima no quiero lastimarlo rechazándolo. Yo lo quiero, pero hay largo trecho de la amistad al amor, aunque en este momento me ha dejado en una encrucijada con su petición de matrimonio, igual debo darle una respuesta que no tengo, como tal rompo el silencio entre los dos.
–Derek me has tomado por sorpresa con tu declaración de amor, pero estás apresurado, también entiendo el motivo. Aunque pienso que podrías charlar con tu abuelo sobre la empresa y llegar a un acuerdo dada tu condición de salud. Él no te puede quitarte todo por un capricho, sino debería apoyarte en cada paso y no complicarte la vida– argumento con firmeza y me mira con dulzura.
–Mi ángel para tu información nadie en mi familia conoce mi enfermedad, solo mi asistente, porque lo primero que haría mi abuelo sería conseguir a cualquier precio un corazón para mí, vendería la empresa y llegamos al mismo punto, la gente se quedaría sin empleo…Adamis estoy consciente que te estoy pidiendo demasiado, pero te amo y tú eres mi esperanza– explica para quedarse callado, baja un segundo su mirada volviendo a sujetar mi mano y continua.
–Debe haber otra solución, una manera de cambiar esa cláusula absurda, ¿Por qué no intentas hablar con los abogados? Ellos siempre tienen un recurso para este tipo de eventos– rebato con un tono de frustración y niega con la cabeza dejándome con el corazón estremecido.
–Derek eres un hombre con un corazón de oro y cualquier mujer sería dichosa de ser tu esposa, de tenerte de compañero de vida, aunque yo no puedo serlo, yo te quiero muchísimo y tienes un lugar especial aquí, pero…–sentencio con mi voz quebrada señalando mi corazón, y aparece el nudo en la garganta notando su rostro afligido.
–Pero no me amas, no es suficiente el cariño que sientes por mí para casarte conmigo. No hace falta que contestes tus ojos te delatan– habla y deposita un beso en mi mano dejándome con el corazón encogido y mis ojos cristalizados.
–Mi ángel déjame conquistarte, amarte el tiempo que me quede de vida, y te aseguro que no te arrepentirás, además míralo de esta forma, no tendrás que lidiar con ninguna suegra latosa, ¿Qué me respondes? –menciona prendido en la oscuridad de mis ojos, bromea y me muerdo nerviosa los labios.
No puedo romperle el corazón, no puedo hacerlo ahora que necesita un motivo para luchar, más que todo se lo debo y quizás con el tiempo pueda llegar a amarlo como se merece.
–Me tendrás que dar un anillo como corresponde para que acepte ser tu esposa, también te advierto que necesito tiempo y paciencia para darte lo que quieres. Por último, quiero que dejes de coquetear con la enfermera Clark, porque no voy a soportar a otra mujer en tu vida– menciono con firmeza y se echa a reír para terminar sujetando mi rostro entre sus manos.
–Mi ángel, serás la única, no habrá más mujeres en mi vida, te lo prometo– exclama y une sus labios a los míos.
Me besa despacio como si fuera su tesoro más preciado e intento dejarme llevar por la humedad de sus labios, pero siendo sincera me siento rara besándolo, porque es más como si estuviera besando a mi hermano mayor, es cierto que también debería dejarlo de asociar a esa imagen para verlo como un hombre, más no puedo cambiar en un parpadeo mis sentimientos, necesito tiempo para descubrir lo que podemos llegar a tener, claro que primero debo ocuparme de un detalle importante, mis padres.
–Guapo, por ahora fijemos una fecha para la boda, hablemos con mis padres y no sé quizás con tu abuelo– propongo abandonando su boca y me da una sonrisa genuina.
Al día siguiente
Toda la noche estuve revolviéndome en la cama todavía meditando en el paso que daré, pero es normal sentir nervios, mucho más en mi caso que todo sucedió tan rápido sin darme tiempo a procesar nada, igual lo que me preocupa es la reacción de mis padres, y ni siquiera estoy segura que me apoyen en mi decisión, me tocará descubrirlo dentro de poco, porque anoche en medio de la velada tuve el acierto de llamarlos, no les di detalles, solo que esta noche quería cenar con ellos para ir preparando el terreno, pues Derek insistió en pedir mi mano y tener su consentimiento. Al parecer tengo un novio chapado a la antigua y me puede jugar en contra, lo bueno es que optamos por ocuparnos primero de la parte fácil, es decir de su abuelo. Como tal hoy tenemos un almuerzo con él y aprovechando que acabé mis clases temprano decidí hacerle una visita sorpresa a mi futuro esposo en su oficina. Así después de haberme anunciado en la recepción me entregaron un carnet de visita, lo raro fue sentir que los empleados me quemaban con la mirada, mientras caminaba buscando el ascensor. Sí, me imagino lo que pensaban de mí, joven y hermosa debo ser la última aventura de su jefe, la zorrita que lo quiere pescar para quedarse con su fortuna. Aunque no cambio el ambiente cuando las puertas del ascensor se abrieron en el piso de presidencia, fue peor, la secretaria impertinente menciono que sin cita previa Derek no podía desperdiciar su tiempo conmigo. Agarré molesta mi celular para llamarlo y cuando menos lo esperé apareció su asistente Kate para salvar mi día, y sigo escuchando sus disculpas mientras caminamos por el pasillo.
–Adamis disculpa a las secretarias, pero solo hacían su trabajo siguiendo las ordenes de Derek. Además, no mencionó que vendrías a la empresa, de lo contrario nos hubiéramos evitado el mal rato– dice y me deja pensativa.
–Kate quise sorprender a mi novio llegando antes, ¿Crees que hice mal? –comento buscando sus ojos y me da una sonrisa afable.
–¡No! Es lindo el gesto y le ayuda mucho. Llegamos a su oficina, por favor pasa– responde y abre la puerta encontrándome con Derek ocupado en el teléfono. Enseguida desvía su mirada cruzándose con la mía, y me regala una gran sonrisa, haciendo una señal para que tome asiento en una de las sillas delante de su escritorio.
Cierra la llamada para quedarse prendido de mis ojos marrones y solo le sonrió. Se levanta de su sitio para darme un beso de esos de película que te quitan hasta el aliento, pero nuestro mágico momento es interrumpido por la voz de Kate.
–Derek hice lo que me pediste, pero todavía no tengo ninguna respuesta positiva, me parece que es tiempo perdido insistir, ¿Qué quieres hacer al respecto? –replica y me deja con curiosidad, más al darme cuenta de la expresión del rostro de mi novio, como si fuera urgente hablar con esa persona.
–Kate, insiste, ubícalo y explícale la situación– responde mi novio con un tono de frustración y busco sus ojos.
–Guapo, ¿Problemas con alguien? ¿Será con tu abuelo? –cuestiono y me da una sonrisa forzada.
–Mi ángel, no es lo que piensas, el almuerzo sigue en pie con mi abuelo, no te preocupes, porque todo saldrá bien.
Asegura y sigo pensando que no quiere asustarme, o puede ser algo referente al trabajo, pero siento una pequeña espina que me indica lo opuesto.
Unas horas más tarde
El almuerzo con el abuelo de Derek fue mejor de lo que esperaba, no era como lo llegue a imaginar, un ogro autoritario, más bien era un hombre de unos 85 años de edad, con su cabello blanco como la nieve, con unos ojos azules que denotaban cansancio en su mirada, un rostro apacible y pese a su edad era muy coherente en sus palabras, lúcido y galante. Sí, entendí de donde provenía ciertas actitudes de mi novio.
Lo cierto es que fue una charla agradable donde no podían faltar las bromas, pero ante todo nunca se mencionó la enfermedad de Derek, por supuesto que improvisamos como nos conocimos, para colmo apenas Lewis conoció mi apellido estuve sometida a un interrogatorio, aunque no fue invasivo, fue más casual y cada vez podía notar el asombro en los ojos del hombre, al punto de escucharlo mencionar.
–Hijo cuidado con dejar escapar a esta bella mujer, porque si tú no te casas con ella, lo haré yo sin dudarlo para convertirme en príncipe consorte– exclamo Lewis y las risas se hicieron presente.
–Lo siento Lewis, pero ha llegado tarde, mi corazón tiene dueño, su nieto Derek– sentencié y la mirada intensa de mi novio me paralizo.
Pude notar la esperanza en sus ojos y el nudo en la garganta se hizo presente, porque una parte de mí quería chasquear los dedos para ser su novia con todas las letras, darle el amor que sé merecía, ante todo una incógnita surgió, ¿El trasplante llegaría a tiempo? No tenía la respuesta y sabía que el camino elegido sería difícil, pero ya había aceptado casarme y debía continuar hasta el final.
No obstante, acabo de estacionar el auto delante de la entrada de la casa de mis padres, y como es natural los nervios se asomaron, mis latidos son incontrolables, tengo la boca seca y las piernas me tiemblan, evocando la época de mi niñez, aquellas veces que hacía una travesura, pero para mí suerte mi hermano me cubría, claro que esta ocasión es diferente, porque no puedo escapar a esta charla, más bien es primordial tenerla y esperar sobrevivir a ella. Levanto mis manos del volante, me miro en el espejo retrovisor y me repito por dentro, “Tú puedes, será una charla más, no es una sentencia de muerte, ante todo te apoyarán, son tus padres, no lo dudes”. Espero que tengas razón consciencia, porque estoy imaginando los gritos que dará mi papá cuando le diga que me casó.
Termino de abrir la puerta del auto, respiro hondo guardándome los nervios, continúo con pasos firmes y utilizo la copia de la llave para ingresar a la casa. Elevo un poco la voz saludando, pero no responden, más bien se escucha de fondo una balada en italiano, y lo que me falta están teniendo un momento romántico, continuo a la cocina y cierro los ojos para no encontrarme con una sorpresa desagradable.
–Hola papá, mamá, espero que estén presentables, ¿Puedo abrir los ojos? O mejor voy a darles un poco de privacidad. Voy a mi habitación– sentencio y los escucho reírse.
–Hola mi pequeña, puedes abrir los ojos, porque no estamos teniendo sexo tu padre y yo, solo bailábamos. Ahora ayúdame a poner la mesa, ¿De acuerdo? –explica mi mamá depositando un beso en mi mejilla, y el rostro me quema de la vergüenza, tanto que estoy sonrojada.
–¡Mamá! No era necesario ese comentario– reclamo y mi papá me estampa un beso en la frente.
–Hija, somos tus padres y también tenemos vida s****l, porque seguimos enamorados el uno del otro, ¿Cómo crees que fuiste concebida? Pero no te seguiré agobiando más. Ahora cuéntanos, ¿Qué te sucede? ¿Qué necesitas? ¿Dinero? ¿Un consejo? –dice mi papá mientras busco los platos en los estantes y aclaro mi voz.
–¿Eh…? ¿Qué piensan del matrimonio? ¿Creen que existe una edad para hacerlo? –cuestiono colocando los platos en la mesa, levanto mi mirada y el rostro de mi madre es de sorpresa, ni que se diga el de mi padre, abrió la puerta del refrigerador y se ha quedado con el jugo en la mano con su cara congelada, sin pestañar.
–¡Me caso con Derek en unos días! Papá ¿Me entregas en el altar? –termino de dar la noticia y siguen mirándome desconcertados.