Un sonido me sacó de mis sueños: la alarma. Lo vi levantarse desnudo hacia el baño, y yo me envolví en la sábana; no obstante, hasta que no escuché el agua correr, me dormí de nuevo. Un momento después, sentí una mano sobre mi hombro, abrí sólo uno de mis ojos, para descubrirlo con una expresión seria y expectante.
-Me tengo que ir – sonaba preocupado.
-Está bien, cierras la puerta al salir - su sonrisa se dibujó, y pude sentir que algo se liberó dentro de él.
Tuve mi fin de semana regular: tareas, comida con mis padres, películas y quehaceres. El lunes, muy temprano por la mañana me despertó la insistencia de mi celular. Torpemente alcancé el teléfono, sin siquiera ver quién era, contesté.
-¡Hoy habrá sexo! –Su voz era de emoción.
-¿Eliot? –Giré mi rostro para descubrir que ni siquiera había amanecido. -Todavía está obscuro afuera. -
-¡Llego en 15 minutos, ábreme la puerta! –Y esa frase la dijo autoritariamente.
Colgó sin esperar respuesta. Permanecí unos minutos en la cama, después me levanté para ir al baño y me lavé los dientes, vi el desastre que reflejaba el espejo y dije: -Es Eliot. –
Justo cuando salí del baño, escuché la puerta y la abrí. Llegó con unos cafés y croissants para desayunar, lo dejó en la mesa y se fue directo sobre mí. De aquel chico tierno y preocupado no quedó rastro. Me desvistió, se desvistió, nos hizo alcanzar el orgasmo e insistió que mientras uno se bañaba, el otro desayunará.
-Vamos, tengo que dejarte en la Universidad - me dijo abriéndome la puerta del carro, y medio empujándome para entrar.
-¿Sabes que puedo tomar el bus? Mi clase es mucho más tarde que la tuya - me quejé una vez que se había sentado en el lugar del conductor.
-¡No! Quiero llevarte. –¿Cuál era su maldita fijación por llevarme?
La variación de la semana solo fueron los desayunos, y para el viernes ya tenía llave de la puerta, me cansó que me hablara para abrírsela.
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-¡Andy! –Leo llamaba mi atención en medio del pasillo. Me detuve a esperarlo.
-Creo que somos las únicas que le faltan por caer en sus redes – dijo Cinthia sin contenerse. –Te espero en la banca, no quiero escucharlo – eso último él lo escuchó, porque lo vi hacer una mueca.
-¿Qué pasa Leo? –Me apresuré a hablar y escucharme amable, porque no quería ser grosera, aun cuando no estaba buscando nada con él.
-Quiero invitarte a comer – dijo con evidente confianza. Para mí era más que lógico, tenía la experiencia y el físico para estar tan seguro de sí mismo. Lo que él desconocía, eran todos los puntos que estaban en su contra.
-Lo siento Leo, pero tengo un empleo de medio tiempo y no puedo llegar tarde – revelé hablándole con verdades.
-Andy, ¿puedo ser directo contigo? –Cuestionó con real incertidumbre.
-¡Sí! ¡Por supuesto! –Respondí sintiendo rara la situación.
-¿Sólo estás poniendo excusas? Porque desde el semestre pasado me evitas – me pareció que estaba afectado.
-¡No! ¡No son excusas! –Por algún motivo me molestó que lo viera de esa manera.
-Está bien – me sonrió y tomé la oportunidad.
–Pero ya que estamos siendo totalmente sinceros – su semblante cambió. –Aclaremos la situación de una vez, no estoy interesada en ti – lo vi abrir los ojos con sorpresa. -Ni en ningún chico, no lo tomes personal – me apresuré a complementar. –No quiero ningún tipo de distracción en mis estudios, sabes a lo que me refiero, ¿cierto? –Lo vi sonreír de nuevo, más relajado.
-Sí, te entiendo. Entonces, ¿no tengo ni una oportunidad contigo? –Insistió y sólo pude carcajearme.
-En los próximos años, ni tú ni nadie. Hasta mañana – me mantuve con la risa, y me di la vuelta para alcanzar a Cinthia.
-¿Qué quería el petulante ese? –Cinthia dijo con total desagrado y se levantó para comenzar a caminar hacia la parada del bus.
-Oficialmente me invitó a salir – le revelé.
-¿Aceptaste? -Cuestionó expectante, claro que yo sabía que estaba rogando porque me hubiera negado.
-¡Por supuesto que no! –Vi su semblante enorgullecerse.
-¡Claro que no ibas a aceptar! ¡Si tú tienes al güerito! –¿De quién estaba hablando?
-¿Güerito? –Interrogué, no conocía a nadie rubio.
-Sí, el chico que muy seguido te trae… ¡Y no digas que es tu hermano, porque no se parecen en nada! –Sólo Eliot me llevaba a la escuela y yo era hija única. Y sí, él y yo no nos parecíamos, yo no era tan blanca, mi cabello y mis ojos eran más obscuros que los de él, además de los detalles de los labios, la nariz y las mejillas; todo su aspecto era delgado, mientras yo me veía más rellenita.
-¿Eliot? … -Dije su nombre en forma de pregunta, pero era más para mí, porque él no era rubio.
-No sé cómo se llama, no has tenido la gentileza de presentarme a tu novio, ni siquiera lo mencionas – respondió con indignación y sólo pude verla con cierta burla.
-Primero, no es mi novio, es mi amigo. Segundo, no te lo he presentado porque no hemos coincidido en otro lugar, él está en la universidad de física. Y tercero, en este momento te voy a hablar de él, lo conocí en el bachillerato, somos buenos amigos desde entonces y amablemente se ha ofrecido a traerme a la escuela. No habló, ni hablaré de él, porque no hay mucho qué decir – intenté justificarme.
-Pues para ser tú amigo, tiene muchas consideraciones contigo, física está algo lejos de aquí – su comentario fue mordaz, pero respondí en automático.
-¡Es lo mismo que yo le digo! Me puedo venir en bus, pero hazlo entender… - me detuve, antes de que pudiera revelar algo de lo que pudiera arrepentirme, porque me di cuenta que era lo que ella buscaba, que aceptara que tenía una relación con él.
-Seguramente quiere algo contigo –´¡Sexo es lo que quiere de mí!´ Pero no se lo diría, así que me encogí de hombros. –¿Estás segura que sólo son amigos? –Preguntó de nuevo.
-¡Sí, de verdad! –Quería convencerla de que así era.
-¿Podrías presentármelo? Es guapo – no sé si estaba intentando que reaccionara de alguna manera que me delatara, pero Eliot y yo éramos de verdad amigos, el sexo era algo nuevo en la relación.
-¡Sí! –Llegó nuestro transporte en ese momento, salvándome, porque posiblemente mi semblante había cambiado. Caí en cuenta de que no habíamos hablado de exclusividad ¿Podríamos tener sexo con más personas? Pero esa pregunta era más por Eliot, ¿quería ser la única? ¿O eso terminaría si encontrábamos a alguien?
La cosa buena que sucedió, fue que al rechazar a Leo nadie más me buscara con esos fines, posiblemente él les había hecho saber a todos que no estaba interesada; y es que Leo no era cualquier chico, era popular y bien parecido, así que lo más seguro es que los demás no tuvieran oportunidad.