Los siguientes dos años fueron los más difíciles para mí. Lo extrañaba. Intentaba mantenerme en contacto y nos escribíamos seguido, pero nunca coincidimos para una videollamada, y pronto la comunicación se hizo nula.
Pero mi vida profesional comenzó a crecer, vi los frutos de mi esfuerzo y disciplina. El abogado titular del área penal me ofreció capacitación a lado de él; así que pasaba las mañanas a su lado, pasando de juzgados a clientes, documentos y trámites, a llegar por las tardes al despacho, para revisar los casos, archivar y lo que fuera necesario. Así que las semanas laborales eran exhaustivas, puedo decir que no molestaban en lo absoluto, porque además de aprender, toda mi atención se centraba en el trabajo y, afortunadamente, con la carga laboral y la extensión del horario, mi sueldo aumentó.
Pensé en buscar otro apartamento, mudarme a una zona un poco menos peligrosa y tal vez más cerca del despacho o de casa de mis padres; pero cada sábado que me quedaba en casa, y que observaba cada espacio que conformaba mi departamento, venían imágenes de Eliot haciendo un mal chiste, diciendo estupideces, carcajeándose de mí, besándome, acariciándome o simplemente intentando una postura nueva para experimentar el sexo. Y pensé que era suficiente, llamé a Cinthia, que aunque se tardó en responder, lo hizo.
C: ¡Qué milagro!
A: Ya ves, existen – se carcajeó, y podía escuchar la música de fondo.
C: ¿Dónde estás?
A: En mi casa.
C: Es sábado por la noche Andy, ¿por qué sigues siendo tan matada con las cosas? – suspiré. La respuesta era sencilla: porque sabía lo que quería, mi meta estaba firme y fija en mi cerebro; pero en ese momento necesitaba distraerme.
A: ¿Con quién estás?
C: Con Luna, su novio Jeremías – ya era oficial, lo cual no me sorprendió, – y un chico con el que he estado saliendo – lo último lo
dijo con rapidez, y fue motivo suficiente para intuir que estaba sonrojada, lo que me hizo sonreí.
A: Bueno, tal vez el próximo sábado puedas llevar a alguien para mí.
C: ¿Es en serio? –Se apresuró a preguntarme, pasmada.
A: Sí, ahora ya voy a colgar para dejarte disfrutar de tú noche.
C: Te escribo entre semana para ponernos de acuerdo.
A: Está bien, hasta luego – colgué, para hundirme en mi nostalgia.
Era lógico que lo extrañara, era mi mejor amigo y durante casi cuatro años habíamos estado juntos; y no me refiero al sexo, sino a todo el tiempo que habíamos compartido actividades cotidianas, la manera en la que nos conocíamos defectos, virtudes y manías. Eso era, eso tenía que ser…
El domingo, llegué un poco más tarde de lo regular de casa de mis padres, preparé todo para el lunes y me acosté a dormir, anhelando el amanecer.
Sin encontrar oposición, la semana pasó, y el sábado a las 8 de la noche, esperaba afuera del LM Bar a Cinthia, que me hizo esperarla por 5 minutos afuera.
-¡Andy! –Su gritó me hizo sonreír ampliamente, hacía un par de meses que no nos veíamos. Abrí mis brazos para recibir su afectuoso abrazo.
-¿Soy yo, o tener novio te sentó bien? –Bromeé hablándole al oído en medio del abrazo.
-No somos novios, estamos saliendo que no es lo mismo – no pude evitarlo, pensé en Eliot. Se separó de mí para presentarme.
Iván, un castaño de ojos obscuros, era el afortunado de estar saliendo con mi amiga. Tenía una expresión inocente, sus bromas simples mantenían a Cinthia riendo todo el tiempo, y no fingía su interés en ella. Natán sería mi acompañante, un castaño también pero de ojos claros, lucía un poco más extrovertido y sagaz. Era amigo de Iván, trabajaban juntos en el área de sistemas de la empresa donde estaba trabajando Cinthia.
Entramos al bar y como siempre, las bebidas llegaron rápido, no perdí tiempo e invité a bailar a Natán. De nuevo no pude evitarlo, cuando puso su mano sobre mi cadera, casi pude sentir que era Eliot haciéndolo; pero sus movimientos no eran como los de él, así que eso me mantuvo en la realidad, estaba bailando con alguien que no era él. Intenté perderme en el baile y con éxito pude disfrutar del resto de la noche.
Salimos prácticamente al cierre del bar, y Natán amablemente se ofreció a llevarme a casa. Nos mantuvimos conversando acerca de los empleos de ambos, haciendo que el trayecto se percibiera corto.
-¿En serio vives aquí? –Cuestionó con sorpresa viendo el edificio por la ventana del auto.
-Sí – no sabía si sentirme apenada, aunque con anterioridad me hacía sentir orgullosa tener mi propio espacio, así que tuve que preguntar. -¿Por qué? –
Se giró para verme. -Discúlpame, no quise ser imprudente, es sólo que creí que te pagarían bien como para vivir en otra área de la ciudad – noté que su expresión apenada fue sincera.
-Bueno, no vivo aquí porque mi salario sea malo, este lugar me acogió cuando era para lo único que me alcanzaba, y tiene buenos recuerdos que aún no quiero dejar atrás – sí, todos eran los momentos que había compartido con Eliot.
-Así que eres una romántica empedernida – me reí. –No lo pareces – agregó.
-Es que los abogados, debemos tener la inteligencia emocional para que los sentimientos no nos delaten – había cambiado radicalmente mi expresión relajada, por una de seriedad; lo que provocó que se carcajeara.
-Y también deben ser buenos actores – reí de nuevo. –Dime Andy, ¿por qué una chica como tú no tiene novio? –Repentinamente preguntó, con una expresión de deseo, ocasionando que el ambiente cambiara en su totalidad. Apreté mis labios y cambié mi vista hacia el frente del auto, sin responder. –Discúlpame – vi de reojo que también dejó de verme, – es sólo que me parece extraño, que siendo alguien tan bonita y agradable, estés soltera. ¿Eres una asesina serial o algo parecido? –Bromeó y me hizo reír de nuevo.
-Creo que sólo soy una obsesiva – fue su turno de reír. –La verdad, es que estoy tan enfocada queriendo cumplir mis sueños, que he dejado de lado esa parte de mi vida – acepté ya más seria.
-Bueno, tengo que decirte que te has perdido de mucha diversión – volvió a verme, con una sonrisa coqueta. –Y yo soy el compañero perfecto para ponerte al día – me giré a verlo y guiñó el ojo.
-Está bien, tengo que reconocer que me divertí esta noche – lo había hecho, incluso el tema de Eliot desapareció por un buen rato.
Hizo un ligero movimiento sobre su asiento, el cual, fue señal suficiente para mí que intentaría hacer contacto conmigo; y a pesar de todo, no me sentía preparada aún.
-Muchas gracias por traerme, ¿te parece si me pasas tu número de teléfono para ponernos de acuerdo para el siguiente sábado –desconcertado sacó su celular, intercambiamos números y salí del auto, huyendo de la situación.
Dormí sólo un par de horas, para llegar a la comida con mis padres, sólo que en esa ocasión regresé más temprano, para poder descansar apropiadamente, porque el lunes comenzaría de nuevo la pesadez laboral. Toda esa lucha por mantener mi mente ocupada, estaba dando resultado de alguna manera.