Una semana siguió a la otra. Los semestres se terminaron y las estaciones del año seguían su curso.
De repente, todo se volvió común: encontrarlo tecleando en su laptop, sentado en la cama cuando yo llegaba del trabajo; la comida en el refrigerador que yo no había comprado; recibos pagados en la mesa de la entrada; algunos de sus objetos personales en el baño; uno que otro domingo encontrar todo limpio; cenas o desayunos servidos. Las vacaciones viendo películas juntos, ir a fiestas, comer con sus padres y su hermano. Y los mensajes de texto:
A: Voy a estudiar, tengo examen. Te veo mañana
E: Preparando proyecto, no voy a ir.
A: Tengo un grupo de estudio, te veo mañana.
E: Estudiando, no voy a ir.
Pero siempre que pisaba el departamento, había sexo; lo cual era frecuente, casi a diario. Así que lo hacíamos en la mesa, en el baño, en el piso, en la cama, sentados, parados, acostados, yo arriba, él arriba; todas las posiciones posibles que pudiéramos hacer, así como todos los lugares inimaginables.
Para cuando me di cuenta, estábamos al final del último semestre de la carrera; sin siquiera preguntarme en qué clase de relación estábamos.
La última semana de clases me invitó a comer al VS café, sabía que me iba a revelar algo. Estúpidamente creí que me invitaría a su baile de graduación… No debería adelantarme, ¿cierto?
-Me están ofreciendo una beca para la maestría en Lambda - sus palabras sonaron con duda.
-¿Cuánto tiempo te vas a ir? –Pregunté dándolo por hecho.
-La maestría es por dos años, pero no lo he decidido – me aclaró.
-¿Qué? ¡Es una excelente oportunidad, sólo tómala! –Lambda era de las mejores universidades en cuanto a física se refería, no del país, del mundo.
-No lo sé Andy, hay muchas cosas...- su voz seguía dudosa.
-Dime, ¿cuáles son tus excusas? –En verdad quería saberlo.
-No son excusas, mis papás y... – desvió la mirada para terminar. –Tú, no son excusas – había indignación en su tono de voz.
-¡No seas ridículo! Tus papás van a sentirse orgullosos que estudies ahí, especialmente tú mamá, que le encanta presumir a sus hijos con sus amigas; y yo soy tu amiga, mi amistad no expira, ¡y te prohíbo que me uses de excusa! –Hablé con severidad. Lo vi recargarse completamente en la silla, miró hacia el techo y suspiró.
-Entonces, en tu opinión, ¿debería aceptar e ir? –Seguía escuchándose dudoso.
-Es lo que siempre quisiste, es por lo que trabajaste cada semestre – lo había observado demasiado tiempo estudiando, preparando clases, sabía lo que esa maestría representaba.
-¡Las cosas han cambiado Andy! –Había algo, no sólo en su voz, sino también en su actitud, como si en verdad estuviera en un dilema.
-Tus padres te aman y yo sigo siendo tu amiga, ¿qué ha cambiado? –Dije tajantemente.
Se sentó correctamente y me miró a los ojos. -Tienes razón. Cuando regrese, mis padres me seguirán amando y tú… Tú seguirás siendo mi amiga – respondió totalmente convencido.
El semestre terminó y con ello las graduaciones pasaron. Me sentí triste, porque no me invitó a su fiesta de graduación, y supuse que estaría ocupado preparando sus cosas para el viaje, por lo que yo tampoco lo invité a la mía. Par de idiotas, ¿verdad?
Una semana después, me escribió para avisarme la fecha del vuelo. Lo invité a cenar al departamento, una especie de despedida, y por extraño que parezca, no tuvimos sexo, aun cuando yo lo deseaba. Les haré otra confesión, en ese momento, por mi mente pasaba que tendría una abstinencia de dos años, ni siquiera yo misma sabía por qué, era como si no existieran más hombres sobre la faz de la tierra. O como si debiera serle fiel a alguien con quien no tenía una relación de noviazgo, porque sólo éramos amigos.
Y ahí estaba en el aeropuerto con la familia de Eliot, despidiéndolo, porque mi lealtad como amiga era inquebrantable. A pesar de que sabía que era por tiempo determinado, me sentía afligida, y con un abrazo silencio me despedí.