Eugenio, que seguía a mi lado, pareció notar mi reacción.
-Vamos a la cocina por algunos bocadillos – dijo de manera precipitada.
-Será mejor que me vaya, sólo quería saludarlo y ya lo hice - ya me conocía, y pronto los sentimientos de mi corazón querrían salir.
-Andy, déjame llevarte – se ofreció muy amablemente.
-No, está bien, acaba de llegar tu hermano, deberías estar aquí con él – había estado fuera por dos años y debía acompañarlo como la familia que eran.
-Él no es un bebé; además, Eliot dijo que vives en un lugar no muy seguro - puso su mano en mi cintura sutilmente, y me empujó guiándome todo el trayecto hasta su carro, sin permitirme negarme. Como me recordaba a Eliot.
¡Maldita sea! ¡Todo me lo recordaba!
-Eliot y yo compartimos habitación hasta que yo cumplí los 13 – comenzó una conversación poco convencional tan pronto encendió el auto, pero llamó por completo mi atención.
-¿Hizo algo que te hiciera correrlo de tú habitación? –Pregunté con burla.
-Ver mi pornografía – me carcajeé. –La verdad, es que fue simplemente la edad, él tenía 9, seguía siendo un niño, y yo ya estaba pasando a la adolescencia – dijo con seriedad.
-Las niñas se hicieron interesantes - con el historial de Eliot, posiblemente él tendría una historia similar.
-Y los cambios físicos comenzaron – me avergoncé, eso era algo que no quería conversar con él. Aunque él era médico, podía hablar abiertamente de esos temas. –Pero me divertí mucho mientras dormíamos juntos – pude ver su sonrisa nostálgica, aun cuando no me miró, porque iba conduciendo.
-¿Alguna vez hicieron alguna travesura que molestara a tus papás? –Realmente quería saber.
-No tienes idea de cuantas veces – aceptó sin vergüenza alguna y descaradamente, una muestra más que era hermano de Eliot. –No resultamos lastimados sólo porque Dios es muy grande. –
-¿De verdad? –Abrí mis ojos con asombro.
-¿Eliot no te ha contado? –Me preguntó con indignación, y por supuesto que yo quería saber.
-No, y no creo que se moleste si tú me cuentas – rogaría si fuera necesario.
-Casi incendiamos la casa – dijo con una risa.
-¿Qué? ¿Cómo fue? –Eso no me lo esperaba, era demasiado, y presté toda mi atención.
-Un compañero había entrado a los boy scouts, y llegó presumiendo un nuevo conocimiento al grupo, les habían enseñado cómo iniciar fuego para cuando salieran a acampar – comenzó a reír. –Nos pareció buena idea a Eliot a mí intentarlo – volteó a verme con rapidez, – nunca lo intentes adentro de tu casa – fue mi turno de carcajearme, mientras él regresó su vista al camino. –Estuvimos intentándolo por horas con dos varas de madera, pero no nos daríamos por vencidos, así que trajimos el encendedor de mamá de la cocina – me tapé la boca con ambas manos y abrí los ojos impresionada, – prendimos unos papelitos, porque nuestra inteligencia nos dictaminaba que eso era necesario, los pusimos en medio de la madera, y ¿qué crees?... ¡Dio resultado! Estábamos emocionados, porque no necesitábamos estar en los boy scouts para iniciar un fuego – ambos estábamos en medio de risas y hasta que se tranquilizó un poco, continuó el relato. –Todo pasó muy rápido, la alfombra se prendió en un santiamén y la mesa de centro estaba empezando a arder, porque también era de madera. Eliot y yo, comenzamos a dar pasos hacia atrás con terror, porque la casa iba a incendiarse, tomé de la mano a Eliot para salir corriendo de ahí. Por suerte, papá tenía poco de haber llegado del trabajo y seguramente se dio cuenta a tiempo de lo que sucedería, porque lo vi pasar con un extintor hacia la sala y apagó el fuego – terminó de relatar un poco más serio.
-¿Cuántos años tenían? –Pregunté rápidamente.
-Eliot tenía 7 y yo 11 - justo cuando respondió, llegamos a mi apartamento.
-¿Los regañaron? -Cuestioné, más que interesada.
-¡Uy! ¡Sí! El peor sermón que papá me ha dado en mí vida - me dijo con una expresión de que no quería vivirlo de nuevo.
Él continuó hablando de sus anécdotas, fue una conversación divertida e interesante, yo no quería que dejara de hablar, y permanecíamos en su carro hablando por más tiempo.
Para cuando miré mi reloj de mano, vi que era ya de madrugada.
-¡Dios mío! Son las 2am - quería seguir, y consideré en invitarlo a pasar, pero no quería que lo malinterpretara.
-Y sólo te iba a traer - se comenzó a reír, y sentí que era el mismo humor que Eliot. -Entiendo porque Eliot tiene esos sentimientos hacia ti – dijo en un tono más serio.
-Sí, bueno, creo que te puedo extender mi amistad a ti también – le sonreí con sinceridad.
-Yo si podría aceptar sólo tu amistad - percibí su tono sarcástico. ¿A qué se refería? ¿Había detectado algo en mi comportamiento?
-¿A qué te refieres? –No podía quedarme con la duda, necesitaba indagar.
-Ya es tarde y esta conversación se puede prolongar aún más, te veo luego - eso era un amable y educado: ‘bájate del auto’.
-Hasta luego – y me bajé.
Al menos estaba agradecida de la distracción que representó; aunque fue por corto tiempo, porque una vez que entré al apartamento, toda la situación con Marian y Eliot me llegó de golpe. Mis sentimientos le exigían a mi mente respuestas, y lo más importante resultados; porque lo único que anhelaban era estar de nuevo con él. Esa relación de “amistad,” fue la más dichosa que había experimentado hasta ese momento y al parecer no la dejaría ir.
Esa semana fue un desastre, hablando exclusivamente de la parte sentimental; porque pasé todo el tiempo tratando de tranquilizar a mis sentimientos, ideando planes maléficos; psin embargo, al final tuve que reconocer que no había llamado. Ya no regresaríamos a nuestra antigua relación, y lo más seguro es que no sería parte de su vida.