Las tres semanas que siguieron me concentré en los estudios y seguí esforzándome en el trabajo, porque consideraba que era la mejor solución, eso me ayudaba a evitar por todos los medios sentir y pensar.
Y bueno, había colegas en la maestría con los cuales debía tener alguna conexión, después de todo, estábamos estudiando la misma maestría. Así que no me negué cuando uno de ellos me invitó a salir.
Haré una pequeña anotación aquí, esa frase de: “un clavo saca a otro clavo,” no la crean, no hay mucho de cierto.
Hugo, era el menos serio de la clase, su cabello obscuro parecía que era realmente n***o y resaltaba sus ojos celestes. Me llevó a cenar, y me di cuenta que la situación había cambiado. ¿Acaso eso era una sinónimo de madurez? ¿Tal vez de seriedad y formalismo? Acepto que me dio miedo, porque era probable que él creyera que yo estaba buscando una relación, pero en realidad nunca había estado en una, sólo quería sacarme a alguien de la cabeza. Todo era demasiado complicado.
La conversación giró en casos que habíamos tenido, él trabajaba en un despecho privado al igual que yo, así que la noche pasó de manera fluida. El problema fue cuando me llevó a casa, porque me besó, y no lo evité; al contrario, puse todo mi empeño para no compararlo con Eliot, pero no pude. Mi estúpido cerebro me llevaba por esos pensamientos, que si Eliot esto, que si Eliot lo otro… ¡Era frustrante! Y la cereza del pastel, fue cuando intentó tocarme, tuve que sepárame sólo porque la manera en la que me rozó fue sutil a comparación de como lo hacía Eliot, y eso no provocaba nada en mi cuerpo.
Pensé en Natán, después de todo, siempre me divertí con él mientras Eliot no estaba; pero lo que me hizo realmente considerarlo, era que me había confesado sus sentimientos hacia mí, no quería darle falsas esperanzas, especialmente porque Eliot seguía en mi cabeza.
Un sábado por la mañana recibí un mensaje:
Eliot: Vamos a salir a bailar, me encantaría que nos acompañaras.
Andy: No sé Eliot, no quiero ser la tercera en discordia.
Eliot: Ya te conseguí pareja.
Andy: ¿Otra vez? Ya no estoy para esos juegos.
Eliot: ¿De qué hablas? Es Eugenio, vi cómo te veía en mi fiesta de bienvenida, incluso te llevó a tu casa y regresó tarde.
¿Estaba insinuando que tenía algo con su hermano? Por alguna razón, eso me molestó y vi la oportunidad para molestarlo también.
Andy: Está bien, iré. ¿Dónde y a qué hora?
Eliot: Hoy, a las 9, en LM Bar.
¿Por qué me sentía tan molesta?
Decidí usar un vestido que tenía abandonado en mi guardarropa, no lo usaba porque me parecía muy atrevido, y en efecto lo había comprado pensando en el regreso de Eliot; por supuesto, en aquel entonces mi imaginación me había llevado a explorar otros escenarios. Esa noche mi enojo me hizo actuar. El vestido azul rey sin espalda, que si bien estaba por debajo de la rodilla tenía una abertura que me llegaba a medio muslo, por el frente era totalmente discreto y con mangas 3/4, se ajustaba perfecto a mi figura. El cabello totalmente recogido y sólo labial rosa. Pensé que era demasiado sólo para ir a bailar, pero estaba enojada, así que ese pensamiento desapareció al instante.
Llegué puntual al lugar, en la entrada sólo estaba Eliot y Marian. Ella me saludó primero, con una sonrisa que se notaba falsa; mientras yo sabía que cause cierto efecto en Eliot, que sólo me había recorrido con los ojos muy abiertos del asombro y no decía nada. Me acerqué y lo saludé besándole la mejilla.
-¡Hola! ¿Y tú hermano? ¿Dónde está? -Dije sin miramientos.
-Tuvo un paciente a último minuto, pero ya viene en camino, dijo que nos adelantáramos - su voz parecía salir forzada.
Entramos al lugar e inmediatamente buscamos una mesa. Ordenamos unas bebidas y Marian insistía en bailar, así que Eliot sólo la siguió a la pista. Desde donde yo estaba sentada, podía ver la insinuación en el baile de Marian. Me terminé mi bebida y pedí otra. Continuaba observando aquel acto que me provocaba furia, así que pedí otra bebida. Para la segunda canción ya iba por la cuarta, fue cuando escuché una voz a mi lado.
-Disculpa, sé que llego tarde a mi tuno de niñera - era Eugenio, con su humor tan parecido al de Eliot. Le sonreí, me terminé mi bebida y pedí otra. Tal vez por el alcohol que ya tenía en mi sangre, le presté atención a Eugenio, se parecía físicamente a Eliot, sólo que un poco más bajo de estatura y era 4 años mayor que nosotros. En fin, después de todo eran hermanos.
-Creí que la niñera sería yo - reí más desinhibida de lo normal, en definitiva era el alcohol.
Comenzó a explicarme con detalles porque llegaba tarde, cuando llegó mi bebida y me la tomé casi sin respirar.
-Tranquila, nadie te la va a quitar. ¿Cuántas llevas? –Me preguntó.
-No lo sé, ¿importa? -Seguía sonriendo y giré mi cabeza hacia la pista, mi sonrisa se desvaneció cuando los vi caminando hacia la mesa: Marian colgando del brazo de Eliot, susurrándole al oído y él con una sonrisa.
-Qué bueno que pudiste encontrarnos - le dijo Eliot a su hermano y luego se dirigió a mí. -Veo que ya podrás disfrutar de la noche. -
Levanté la mano como señal de que quería otra bebida, y con la vista me aseguré que el mesero me hubiera visto.
-No creo que sea prudente que te tomes otra - me dijo Eugenio con preocupación, pero mi vista estaba en Eliot.
-Precisamente le estaba pidiendo a tu hermano que nos fuéramos a otro lugar, el bullicio es mucho y no nos deja platicar. –
Llegó mi bebida y la tomé igual, sin respirar. Escuchaba a Marian decir que ella quería quedarse y que nos dejara ir. Me levanté sin decir nada más, tomé la mano de Eugenio y salimos del bar.