Cuando llegué a casa, él ya estaba esperando junto a la puerta, parado con su mochila. Me lanzó una sonrisa traviesa y yo estaba nerviosa, toda la tarde no me pude concentrar en el trabajo, pensando una y otra vez en el acontecimiento que se aproximaba. Abrí la puerta del departamento, dejé la mochila al lado de ella y me dirigí a la cocina; Eliot por su parte, se fue directo a la cama, se sentó y brincó un poco sobre ella.
-Se siente bien - lo miré fastidiada y sacudí la cabeza en negación. -Por fuera no se ve muy decente, pero una vez que entras... No sé, me gusta como lo decoraste - añadió
-Sólo tengo para cenar sándwiches, pero estarán buenos – pensaba agregar muchos ingredientes poco comunes en ellos.
-Lo acepto, déjame ayudarte – dejó su mochila sobre la cama y se dirigió a la cocina.
Conversó sobre la escuela y algunos proyectos que planeaba, mientras yo le conté sobre el trabajo y algunas clases. Terminamos de cenar y de inmediato me pidió permiso para usar el baño, se fue a lavar los dientes, saliendo se semi sentó sobre la cama, sacó su laptop y comenzó a trabajar. Yo por mi parte, limpié la mesa, porque quería preparar alguna fruta para comer mientras ambos hacíamos nuestras tareas; pero cuando lo vi lavarse los dientes, supe que sólo sería para mí. Agarré mi mochila y sobre la mesa me puse a trabajar en mis asignaturas. A las 11pm, seguía escuchando las teclas, tan insistentes y sin querer detenerse. Me levanté directo al baño, me lavé los dientes y me acosté al lado de él dándole la espalda.
-Ya me voy a dormir - ¡qué tonta! Era más que obvio, pero lo dije sin pensar, era lanzar esa indirecta y esperar los resultados. Un minuto después, vi como la luz detrás de mí desapareció, sentí la cama hundirse, pasó un brazo por debajo de mí cabeza y la mano opuesta la descansó en mi cadera. A pesar de que nuestros cuerpos no estaban en contacto completamente, mi corazón acelerado parecía querer salir de mi pecho, y sentía un cosquilleo recorrer mi cuerpo con el epicentro en mi cadera, justo donde descansaba su mano. Nunca antes habíamos tenido esa cercanía física. Entonces rompió el silencio.
-¿Recuerdas que salí con Tatiana en el bachillerato? –¿Pretendía que recordara a una chica en específico?
-Eliot, saliste con muchas chicas, no podría recordar ni a un cuarto de ellas – y no estaba bromeando.
-Está bien, no tienes que recordarla - suspiró, pude sentir su aliento en mi nuca. -Tuve sexo con ella, a diario por una semana… –Entonces lo interrumpí.
-¡Ah! Ahora recuerdo, fue con la que me pareció duraste más - escuché una risa detrás de mí, aun cuando realmente no lo había dicho como chiste. Él volvió a su seriedad.
-La última vez que lo hicimos, me cuestionó si no le pediría ser mi novia, pero mi respuesta era obvia - volvió a suspirar. –Me dijo que sólo la estaba usando, dejó de hablarme y empezó a esparcir rumores sobre mí. –
-Por supuesto que la estabas usando, debió haberle dolido mucho – me apresuré a responderle y pensé en soltarle un sermón, porque pude notar que no había remordimiento en sus palabras, ¿pero tenía la moral para decir algo? Después de todo también estaba a punto de utilizarlo.
-¿Por qué no pudo mantener simple la situación? Era solo sexo, la escuela es la prioridad – eso fue algo que me agrado en su totalidad, sería solo sexo.
-Te entiendo...- lo hacía, nadie más que yo era una matada de la escuela. -Sabes, lo más extraño es que nunca escuché rumores tuyos – bueno, la verdad era que no tenía muchos amigos así de cercanos.
Todo se tornó silencioso, un par de minutos después, su respiración se hizo más profunda y sentí más peso sobre mi cadera, se había quedado dormido. Envueltos en la oscuridad de la habitación, dos ideas se intercalaban en mis pensamientos: ‘es solo sexo, simple’ ‘la escuela es la prioridad,’ y así lo seguí al mundo de los sueños.
Escuché una alarma sonar por dos segundos, medio abrí los ojos para descubrirlo dejando una caja sobre la mesita de noche, y luego caminando hacia el baño con su mochila. Escuché el agua correr, lo más obvio era que estaba tomando un baño, me enredé en la sábana y me dije a mí misma: -5 minutos más. -
Un instante pasó cuando sentí su mano sobre mi hombro.
-Se va a hacer tarde, ya levántate –
Todavía somnolienta, tomé mi ropa del armario y me metí al baño. Me di mi regaderazo con agua caliente como siempre, y salí vestida. Eliot, ya había preparado fruta para desayunar, me sacó casi a rastras del departamento, con el cabello húmedo y sin arreglar. No era que me hiciera algo especial en el cabello regularmente o que me maquillara, pero tenía ciertos estándares de rutina.
-Vamos a desayunar en el trayecto, sino, no alcanzo a dejarte en la Universidad, y yo no quiero llegar tarde - sus palabras sonaban a una orden.
-¡Es muy temprano! Además me pude haber ido yo sola en el bus - era sin lugar a dudas una queja.
-Está bien, es bueno madrugar. Y que te vean llegar temprano dará una buena impresión a tus profesores - me giré para mirarlo y le mostré mi lengua; sí, una expresión infantil.
Me bajé del auto frente a la puerta del edificio, no nos dijimos ni una palabra, ni me giré para verlo, sólo levanté la mano en señal de despedida, y en el fondo escuché cómo su auto se alejaba.
A mitad del día recibí un mensaje de Eliot:
E: ¿Podemos dejarlo para el viernes?
¿Qué significaba eso? ¿Estaba arrepintiéndose? Me descubrí debatiéndome, si cuestionarlo directamente o buscar una tangente, yo que siempre le había hablado claro y directo, tal como lo habíamos prometido hace mucho tiempo. ‘Bien, sin rodeos y al punto’
A: ¿No quieres hacerlo?
E: No es eso, no te puedo explicar por mensajes, hablemos el viernes.
A: ¿Tengo alguna otra opción? Ya lo decidiste.
Tres largos días de silencio telefónico. Ni un solo mensaje o llamada. Pasé por el enojo, la incertidumbre, la confusión y un sin fin de preguntas. Todo parecía tan absurdo. Reflexioné que mis sentimientos parecían propios de una novia, y nosotros éramos amigos. ‘Es sexo, simple. Algo de la escuela debió haber surgido.’ Pensé y al fin me relajé.