Capítulo 7

2011 Words
- Jade, la mesa ocho – acabo el vaso con agua fría que tengo en la mano antes de asentir y dirigirme a donde me indicaron. Anoto los pedidos, voy de vuelta a la barra, tomo el postre de unos clientes, me regreso a la barra, vuelvo a ir a otra mesa y repito el procedimiento por dos horas sin descanso. Normalmente esto no está tan lleno, pero además de ser fin de semana, se realizó un evento cerca de acá y muchas personas decidieron descansar aquí. Me alegra que sea un día movido, pero estoy descomponiéndome rápidamente. - Jade, la once – esta vez sí me permito quejarme por dos razones, uno, esa mesa no me corresponde, y segunda, es que es la primera vez que me he permitido descansar casi desde que inició mi turno a las siete de la mañana. - Esa no es de las mías, además que estoy tomando un receso de diez minutos, puedes por favor permitírmelo – insisto intentando demostrarle con la mirada lo agotada que estoy y que si quiere que siga rindiendo bien más le vale no explotarme. Eso y porque necesito comer algo dulce antes de volver a debilitarme por el esfuerzo. - Parece que es un conocido tuyo porque le pidieron a Cam a específicamente tú los atendieras, será mejor que tomes ese descanso después de acabar con ellos – mi jefe dice como última palabra y sale de la pequeña sala de descanso. No sé quién demonios sea, pero sinceramente espero que no moleste tanto. Aunque ahora que recuerdo, dijo que al parecer es un conocido porque pidió por mí. Los únicos conocidos que saben que trabajo aquí son mi padre, Martha y Matthew. - Buenos días que desean pedir – con un suspiro levanto la vista del piso, en donde está toda mi atención desde que me tropecé hace un par de minutos. - Buen día – y levanto la cabeza con rapidez porque esa voz se me es impresionantemente conocida. Mucho diría yo. - Ah – es lo único que puedo decir al ver a las personas frente a mí. - ¿Yo no te dije que no te sobre esforzaras? – Grayson me regaña y luce molesto, pero me aterra un poco más el hombre idéntico a mi amigo, quien a diferencia de él me observa como si quisiera sacarme la cabeza. Las dudas que revuelan en mi cabeza son, que hacen aquí y porque mi jefe me dirige esa mirada cuando no he hecho nada por molestarlo, o por lo menos que yo sepa. - Lo se lo siento, se me hizo complicado dejarlo aquí – suspiro tan agotada que siquiera tengo fuerzas para mentir o excusarme. Lo quiero, pero después de todo quien sigue tomando las decisiones en mi vida soy yo. - ¿No te parece suficiente el sueldo de la empresa? – niego incrédula a que lo dude y a que siquiera diga algo. No esperé que mi jefe fuese a incorporarse a la pequeña discusión que está por venir. - Muy bien, me ha ayudado mucho y estoy agradecida – además que el seguro es muy bueno y sinceramente es el factor que más me influyó a aceptar sin pensarlo dos veces. - ¿Entonces? – a diferencia de su gemelo, cuando mi jefe me habla lo hace con tanta seriedad y n tono tan afilado que logra intimidarme un poco. Pero no es algo que me permita mostrar, por lo que es todo momento mantengo el contacto visual. - Después podremos hablar de eso ¿qué les gustaría pedir? – me voy por la tangente no solo por lo incomoda que me pone su mirada sino porque tarde note lo mucho que estamos llamando la atención. - Que te sientes – hablan al mismo tiempo sorprendiéndome bastante. En otro momento me habría reído porque siempre me pareció encantador cuando los gemelos en las películas lo hacían. Pero en este momento eso es lo de menos, ahora lo que quiero es que dejen su drama y me permitan trabajar para poder continuar con mi muy necesitado descanso o tendré otro de esos bajones de azúcar o lo que sea que me dijo Grayson que tuve cuando me descompuse antes de trabajar con su hermano. - En serio, por favor no me hagan esto más difícil – casi ruego cuando siento la mirada punzante en mi nuca. No tengo que voltear para saber que se trata del encargado y mi jefe de los fines de semana. - Un café, un jugo y una bandeja de galletas – cede con un tono derrotado mi querido amigo. - El café es para mí – y con el tono que emplea sé que esto apenas está comenzando, prometiendo ser peor que el gemelo menor en las discusiones. Claro que este dato lo manejo desde el primer día que lo conocí. Si Grayson me parece por demás de insistente y algo molesto cuando las cosas no se dan como quiere, Garrett es el doble de lo que él es. - En seguida se los traigo – maldigo cuando me siento un poco mareada y apresuro el paso para terminar esto antes que empeore y haga una escena vergonzosa. Lo menos que necesito en este momento es caer y hacer un desastre. Tal y como me lo propuse, serví el jugo y las galletas, además de servir el café como sé muy bien le gusta a mi jefe. Todo lo pongo en la bandeja y me apresuro a la mesa once, pero pasa lo que no quería que pasara. Mi mareo empeora y siento algo de frio, más de lo que debería sentir en esta temporada y adentro del local. - Aquí tienen sus órdenes – coloco las cosas en la mesa y mi pulso tiembla notablemente, molestándome porque no quería que ellos vieran esta vergonzosa escena de mi debilitada. Ya Grayson la ha visto un par de veces, y aunque me afecta que vuelva a verla, no lo hace tanto como el saber que también su hermano está presenciando esto. - ¿Estas bien? – mi amigo pregunta poniéndose de pie y ayudándome a sentar. Me gustaría rechazar su apoyo y decir que estoy más que bien, pero prefiero evitar tropezar o caer en medio de todo. - Solo necesito descansar un poco, hoy ha estado agitado – acepto con una leve sonrisa el vaso con jugo que me ofrece Grayson. - Deberías estar en casa descansando después de trabajar toda la semana – habla con rudeza mi jefe. - Descansé ayer y cuando llegue a casa lo volveré a hacer, no tengo nada muy malo – me gustaría insultarlo o por lo menos mostrarme hostil, pero no tengo fuerzas para ello. - ¿Has hecho esto todos los fines de semana? – mi amigo se queda callado y se dedica a escuchar con atención el intercambio de su hermano y mío. Cuanto adoraría que se metiese y aportase así sea una broma, pero no tengo tanta suerte. - Sí, antes lo hacía entre semana de lunes a sábado medio día, pero entre a la empresa y cambie el turno por completo fines de semana – me siento mucho mejor cuando tomo un sorbo del jugo, pero todavía me siento algo mal. Lo mejor será dejar este estrés y quizás dormir doce horas. - ¿Por qué no lo dejaste? – este es un claro interrogatorio que me gustaría evitar, pero no hay manera de hacerlo, antes no lo creía posible y ahora menos que estoy sentada entre Grayson y la pared. - No sé hacer muchas cosas en la empresa y como sé que no le gusta la ineptitud mantuve este lugar como seguro a no quedar sin nada en caso de ser despedida – mantengo la vista fijamente en sus ojos, pero sin la frialdad que habitualmente utilizo. Repito, estoy agotada y quiero terminar aquí pronto, lo mejor será ceder y esperar a que me dejen ir. - Sería incapaz de dejarte en la calle – luce muy ofendido, pero no pienso disculparme o algo por el estilo. Esta inseguridad que tengo está más que justificada. - Sinceramente, no dudo que lo haría si no estoy a sus expectativas – rechazo la galleta que mi amigo me ofrece y por el rabillo del ojo noto como eso lo hace molestar, pero aun así se mantiene callado. Al parecer el mayor es quien está a cargo de los regaños ahora. - Pensé que tenía más seguridad sobre eso – esas palabras herirían mi orgullo en otro momento, ya que recuerdo a la perfección nuestra primera conversación, pero eso es lo de menos ahora. Primero necesito que me dejen seguir con mi día. - Y la tengo, pero también soy realista – confío en que soy de aprendizaje veloz y puedo hacer lo que sea, sin embargo, estamos hablando de tareas importantes en una empresa notable, cosas que nunca antes había hecho, yo soy una persona común y corriente, puedo cometer errores, habiendo una gran que uno de ellos sea grave y dejarme fuera de todo. Solo intento pensar en todo lo malo que pueda pasar y conseguir una manera de prevenirlo o amortiguar el golpe que podría recibir. - Estas helada – susurra Grayson a mi lado después de tomar mi mano y checar mi pulso. El doctor no puede dejar de serlo ni fuera de su consultorio – Se sincera y dime que sientes – me abstengo d rodar los ojos porque, aunque está siendo algo fastidioso, es lindo que se preocupe por mí. - Frio y estoy algo mareada – y nauseas, pero no hay que hacer de todo el asunto más grave de lo que ya lo está convirtiendo. - ¿Tu no aprendes a no mentirle a tu doctor? – rueda los ojos y toma mi temperatura poniendo la mano en mi frente. Pensé que podría engañarlo, pero subestime los años de amistad y lo mucho que nos conocemos. - Y un poco de nauseas – termino entre suspiros. - ¿Has comido algo? – veo su intención de darme alguna galleta, pero me adelanto tomando más jugo. - Desayuné antes de salir – como olvidarlo si ahora la comida está amenazando salir por mi boca. - ¿Segura? – insiste. - Que sí, sabes que si cuido de mi – resoplo. Todos los que me conocen creen que soy una inconsciente de mi salud porque me esfuerzo más que muchas personas, pero yo sé cuál es mi limite y aunque tiendo a rozarlo, en ningún momento lo he cruzado. Si quiero cuidar de mi padre yo también debo estar bien. - Pues a veces no lo parece. - No puedo estar más aquí, necesito seguir con mi trabajo – ignoro su comentario y me pongo rápidamente de pie. Un gran error porque me tambaleo de tal manera que si Grayson no me sostiene de la cintura estuviese en el piso. >> Mierda – susurro molesta conmigo misma y con mi cuerpo traicionero. Se suponía que ya me sentía mejor. - No permitiré que sigas descuidándote – me regaña mi amigo cuando me hace sentar nuevamente y me pasa el jugo que era para él pero que terminé acabándome yo. - Esto acaba aquí – y no me da chance de responder cuando su gemelo habla con tanta molestia que me alerta un poco, pero cuando quiero preguntar se pone de pie y camina hacia el encargado. No me extraña que logre identificarlo porque no solo lleva el uniforme y una placa distintiva a las demás, sino que tampoco nos ha quitado la mirada de encima y podría jurar que en su cerebro me ha reñido desde que me senté. - ¿Qué va a hacer? – susurro algo intimidada porque haya tomado esa dirección. - Proteger a su mujer – y golpeo su abdomen con la poca fuerza que me queda porque no es momento de juegos. ¿Cuánto falta para que acabe el día y pueda ir a dormir?
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