Capítulo 5

1814 Words
Me incomoda un poco ser la única usando jeans en el ascensor de este gran edificio de oficinas, pero no lo dejo ver, por el contrario, levanto la barbilla y me enderezo como si estuviese súper segura de mi misma. Y es que, aunque cargo jeans, uso unos tacones bajos que tenía escondidos por ahí debido al daño que me hicieron la primera vez que los usé y llevo una camisa blanca básica debajo de un lindo blazer que Martha me prestó. Un conjunto semi formal que me da la valentía de presentarme a mi primer día de trabajo. Espero mañana conseguir algo que logre hacerme sentir mejor conmigo, porque ya no sé que más podría ponerme para que mi imagen este a la altura de la empresa. - Buenos días – saludo a Francisco una vez llego al piso correspondiente. El joven me sorprende con una sonrisa que extrañada no tardo en responder. - Buenos días Jade, te ves muy bien – asiento algo descolocada por el cambio. Ayer esta misma persona parecía a punto de golpear algo y ahora está irradiando flores y corazones. ¿Será que los radicales cambios emocionales son propios de los empleados del lugar o solo lo sufriremos los cercanos al jefe? - Gracias ¿llegó el señor Donovan? – me acerco a su escritorio para tomar la agenda, que como ayer me indicó; seré la encargada de vigilar que todo esté en orden y de avisarle periódicamente sus deberes. - Pronto lo hará, será mejor que vayas a tu oficina y repases la lista que te dejé ahí para hoy, después te mandará a llamar – asiento y obedezco a sus palabras. Tengo mucha curiosidad sobre como ese hombre no mucho menor que yo acabó en este lugar y desde cuando lo está, porque parece conocer al jefe bastante bien como para decir que solo lleva un mes o algo así. No pasan ni diez minutos cuando efectivamente sé que mi jefe ha llegado a la oficina. Y como no saber si o primero que hizo fue exigir mi presencia de manera poco amable. Suspiro profundamente para llenarme de paciencia y buenas energías antes de salir con las posibles cosas que vaya a necesitar, como su agenda del día y los papeles correspondientes para la reunión que debería tener más tarde. Francisco fue el encargado de dejar todo listo por lo que queda de semana. Ya fui advertida que debo ponerme al corriente para la semana de arriba si no quiero ser despedida. Solo espero conseguirlo o tendré que buscar otro lugar porque lo que pagan en la cafeteria no será suficiente.  - Buen día – paso directamente porque la puerta está abierta, pero creo que acabo de cometer un error terrible al juzgar por la mirada que me dirige. - Debe tocar antes de pasar – me ladra, abro los ojos sorprendida y me quedo prácticamente tiesa por un segundo, procesando lo que acaba de pasar y analizando cómo responder evitando insultarlo o irme y abandonar todo. No estoy aquí para renunciar a la primera que algo me moleste, pero es bastante complicado considerando que en ninguno de mis otros trabajos debía evitar defenderme cuando me sentía atacada u ofendida. - Me disculpo, la puerta estaba abierta y lo olvide – respondo sin apartar la vista de sus ojos. No puedo hablarle como me gustaría hacerlo, pero no creo que demostrarle que no me intimida o maldecirlo con la mirada sea motivo de despido. O al menos eso espero. - Pues no vuelva a hacerlo – muerdo mi labio para que no se me salga nada indebido cuando prácticamente me lada como un rabioso perro repartiendo mordiscos. - Le traje su agenda del día – la levanto levemente y me acerco cuando me hace una seña. - ¿Los documentos? - Acá están los de los Foreman, dejé los de Brianca en la oficina porque son para después de estos, pensé que lo mejor era no atiborrarlo lanzando todo de inmediato – parece querer volver a decir algo molesto, pero cierra la boca al escuchar el carraspeo a de Francisco a su lado. Durante todo este intercambio se mantuvo callado y ajeno a todo. No se lo recrimino porque él es tan empleado como yo y lógicamente quisiera evitar un problema con el señor dueño de todo. Pero realmente agradezco que se haya involucrado esta vez porque no creo poder soportar otro desplante de esa manera. Lo que es terrible ya que apenas es mi primer día, pero el enojo más la ansiedad están haciendo estragos en mi paciencia. - Tráelos también, por favor – sin apartar la mirada asiento y hago rápidamente lo que me pide. Después de eso solo tuve que escucharlo un par de minutos más seguir ladrando ordenes por doquier para poder salir y empezar con las mil tareas que me dejó para hoy. Adorable el tipo. - No es tan malo, usualmente – por otro lado, Francisco está siendo mucho más simpático que ayer. Gracias al cielo. - Espero que no sea de este modo siempre o no sé si podre con ello – suspiro cansada dejando la libreta en donde anoté hasta los insultos que se me ocurría mientras me dictaba. - Te creí más resistente – no lo dice con malicia, al contrario, parece genuinamente curioso. - Y lo soy, pero cuando puedo defenderme, callar no es mi estilo – me dejo caer sentada entre un suspiro y empezando a ver por donde comenzar para no tener que escuchar otro insulto. - Eso es un problema porque cuando está molesto tiende a ser bastante tirano – con una mueca bajo la mirada. Grayson debió hablar más sinceramente sobre su hermano y no limitarse a que es su opuesto. Eso puede significar muchas cosas, por lo menos para mí. - Entonces supongo que no me tendrás por acá por mucho tiempo – no sé qué habré inspirado en este rubio porque tomó mis últimas palabras como alguna clase de invitación a sentarse frente a mí y acercarse lo más que el escritorio lo deja, viéndome fijamente como si estuviese estudiando algo fascinante. Esto es tan incómodo como cuando Matthew me abraza y parece no querer soltarme. - ¿No te parece atractivo? – esto solo se hace cada vez más raro y difícil a mi comprensión. - Claro – respondo lentamente sin saber a dónde quiere llegar. Es obvio que el muy desalmado esta como quiere, es guapo y llamativo a donde vaya, tal cual como el doctor que me lanzó a este purgatorio. Pero por muy delicioso que resulte a la vista no significa que vaya a soportar su modo dictador. El único hombre al que le soportaría esos tratos es mi padre y él jamás ha tomado esa actitud conmigo, ni con nadie. - ¿E igual te irías? – no sé qué clase de asistentes ha tenido este hombre como para que Francisco me vea como si fuese una especie en peligro de extinción o un espécimen extraño. En fin, yo solo quiero que ya se acabe la jornada laboral para poderme ir a casa y que mi padre me ayude a relajarme y arreglar este día que inició tan estresante y molesto. - Claro – repito devolviéndole la mirada que me da. - Asombroso, por favor resiste, estoy cansado de esas brujas oportunistas – se pone de pie, besa mi mejilla como si fuese lo más habitual del mundo y sale de mi oficina. No tengo palabras al respecto. Las siguientes horas las paso yendo de un lado al otro, buscando papeles, verificando, leyendo y aprendiendo términos que en mi vida había escuchado, además de leer cifras aterrorizantes, muchos ceros juntos. La hora del almuerzo se sintió como cinco minutos, pero no me disgustó, me gusta trabajar y sentirme útil, además que mi querido jefe no fue insulso, solo algo rudo, pero nada que mi paciencia no pudiese soportar. Por lo que cuando acaba la jornada de mi primer día estoy satisfecha. El inició me hizo pensar que iba a dejarlo en menos de un mes, pero después de eso Francisco me ayudó bastante, fue agradable y pude manejar a la perfección todo lo que tenía que cumplir para el final del día. - Buen trabajo hoy – me sorprende, pero no lo demuestro. - Gracias, lo mismo digo – lo miro con menos hostilidad que en todo el día. Si él está bajando la guardia no veo porque debo ponerme a la defensiva cuando lo que más quiero es que podamos llevarnos en paz. - Me disculpo por mi actitud de temprano – esta vez sí abro los ojos con sorpresa. Lo visualice más orgulloso, pero ya sabía yo que eso de juzgar con la primera impresión suele ser erróneo. Pero es casi imposible no hacer eso. - No se preocupe, no todos tienen buenos días – asiento levemente y me doy la vuelta tomando las cosas. Ya quiero salir corriendo a casa, hace unos minutos era porque quiero ver a mi padre y la segunda por querer poner kilómetros entre este hombre y yo. Ahora se podría decir que solo me interesa el primer motivo. - Pero no debía pagarla contigo. - Tiene razón, no debería, pero son cosas que pasan – agradezco esta personalidad amable, pero más agradecería ir a casa, bañarme y dormir. - Grayson me habló sobre tu situación – y con eso sé que esto no tendrá un final pronto, por lo que decido empezar a caminar a la salida. - Sí, él es un buen amigo de mi familia, estoy agradecida de haberlo conocido – como preví que pasaría, me sigue al ascensor y baja conmigo. Ya Francisco se marchó hace media hora, yo tuve que quedarme a terminar un par de cosas y al parecer el jefe igual. En este piso solo trabajamos los tres y además de las dos oficinas y el escritorio del rubio, están tres salones de reuniones. En conclusión, me agrada saber que no tengo que tratar obligatoriamente con más personas. No soy muy sociable y tampoco es algo que pretendo cambiar, me siento muy satisfecha con las personas que me rodean ahora y no veo el interés de llenarme de muchas más amistades. No sé si sea un pensamiento triste o no, pero ya obtuve mi dosis de malas personas de por vida. - Eres alguien preciada para él, por lo que no quiero que dudes en decirme si necesitas algo – bueno, ayunque eso también es impresionante, lo es en menos escala. Ya desde antes entendí que ese par tiene un fuerte lazo. - Gracias por todo, tenga buena noche – una vez llegamos a la entrada del edificio me despido con una pequeña sonrisa, la primera sincera que le he dirigido y me despido. Ha sido un día extraño pero satisfactorio.
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