-Buenos día Señorita Rodríguez. - Dice Gates al entrar, como todo hombre que de mala costumbre tiene cuándo ve a una mujer con vestido, me ve de arriba abajo, aún no ve a Esteban, estoy en el medio dándole la espalda, él señor Gates no tiene la visibilidad. -Buenos días, Señor Gates. - Le extiendo la mano, hace lo mismo, aunque me mira mi labio y mi morado disimula, igual como lo hizo Katheryn. -No por, favor dígame, Warren. - Dice tan pícaro, no suelta mi mano. -Está bien, señor Warren. - Pero ¿qué fue lo que le ha pasado en esa carita tan hermosa? - Se preocupa por mi mejilla. -Buenos días, señor Gates, que sorpresa verlo por aquí. - Se levanta Esteban de la silla para saludarlo, Gates casi se le salen los ojos al verlo. -Señor De los Ríos, no me imaginé verlo por aquí. - Di