Luna corrió hasta la cocina, la empleada estaba con la niña. Aly tenía el rostro rojo carmesí, lloraba, y tosía. —¡Mami…! No puedo… ¡Respirar! Luna la miró asustada, observó su cuerpo cubierto de ronchas. —¡Aly! Pero ¿Qué comió? —Nada malo, solo este chocolate con almendras, yo… —dijo la empleada —¡Aly es alérgica a las almendras! —gritó Luna casi con terror—. ¡Llama a una ambulancia! —¡No puede esperar! —gritó Elio, cargó a la niña en brazos y comenzó a correr. Luna apenas tuvo tiempo de reaccionar, iba detrás de ellos. —¡Elio, espera! Salieron del edificio, Elio corría, y Luna luchaba por alcanzarlo. —¡Papito, muero…! Elio miró a la niña, solo esperaba el semáforo en rojo para cruzar, estaba desesperado, Luna lo alcanzó. —¡Dame a mi hija! —¡Hay un hospital a una cuadra! E