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Al día siguiente. Elio estaba en su oficina, pronto recibió la visita de ese hombre —Quiero que vayas a esta dirección —dijo dándole una tarjeta—. No quiero que te separes ni un segundo de Luna Valencia, quiero saber todo lo que hace y qué planeaba, a dónde va, ¿lo has entendido? El hombre asintió y salió. Elio revisaba unos documentos cuando pensó en ella. «¿Qué me importa a mí lo que haga Luna? Lo hago por mi bien, así es», pensó. Llamaron a la puerta y èl dejó que entraran, pero su rostro cambió al ver a Marcos. —¿Qué quieres? —¡¿Acaso rechazaste mi orden de una nueva inversión?! Elio tenía una gran sonrisa en su rostro. —Así es. Marcos le mirò con rabia, golpeó el escritorio con su puño. —¡¿Por qué lo has hecho? Elio se levantó, se acercò a èl. —Porque es un plan estúpid