Luna lo empujó, logró alejarse, pero Elio sostuvo su mano y la llevó hasta el auto.
—¡Ya basta!
—Nos están mirando todos, ¿quieres este escándalo?
Luna mirò alrededor, Elio tenía razón.
Subieron al auto, ella mirò sus ojos.
—¿Por qué saboteaste mi entrevista laboral?
—¿Por qué quieres ser una secretaria? ¡No dejaré que la gente se burle diciendo que la prometida de Elio Francelli es una secretaria!
—¿Cómo puedes avergonzarte de eso? ¿Qué tienes en la cabeza, aserrín? —exclamó.
Elio la mirò con rabia.
—¡No trabajarás! Quédate y cuida de tu hija, no te hará falta nada.
—¡No me digas qué hacer! —dijo Luna e intentó salir del auto, pero èl lo impidió.
—Eres demasiado rebelde, Luna.
—¡Y tú, demasiado estúpido! Pero ¿quién soy yo para juzgarte? ¿No?
Elio rio, estaban muy cerca, el c
