Mayte estaba en su habitación. No podía dormir, escuchó un ruido golpear a su puerta.
Se levantó muy despacio, y abrió la puerta, se quedó perpleja al ver a Marcos ahí.
—¿Qué haces aquí?
—Sì, ya sé que me corrieron, estoy aquí como un polizón, ¿puedo pasar?
Mayte dudó, pero al final lo dejó entrar.
—Habla, rápido, ¿Qué sucede?
—Acepto, tú ganas, si para estar contigo debo olvidar mi venganza, lo haré, por mi hijo, por ti, voy a cambiarlo todo en mí, voy a luchar por encontrar al hombre que te enamoró y ser èl.
La mano de Marcos subió a su rostro, acarició con suavidad su mejilla.
Mayte estaba sorprendida, pero esa caricia la estremeció, sus ojos se encontraron, la atracción era imposible de encontrar, èl se acercò muy despacio.
Observó su bello rostro, y sus labios carnosos, los b
