El médico no tardó en llegar, Ronan lloraba abrazado a Aly. —Tu abuelito estará bien, como mi abuelita, debemos rezar a Diosito, Ronan, mira, une tu mano con la mía y vamos a rezar. Ronan unió sus manos. —Diosito, que estás en el cielo, por favor, salva al abuelito de Ronan para que mi amigo no esté triste, amén. —Amén —dijo Ronan, y se abrazaron. Cuando Bernardo abrió los ojos, lo primero que vio fue a Luna. —¡Hija! Luna no dijo nada, lo mirò con lástima. El doctor estaba a su lado. —El señor tiene la presión alta, pero con la medicina que le he dado, ha podido bajar. Mejorará. Luna se sintió aliviada, ella pagó el doctor y se fue. —Gracias, Luna. —No hay nada que agradecer, si lo hice no fue por ti —dijo severa. Bernardo le mostró una carta. —Mi esposa me abandonó. Luna