A la hora de ir a dormir, Luna se encontró con su esposo, ella estaba nerviosa, cuando Elio salió de bañarse, mirò a la mujer, ella le extendió aquella nota. Èl tomó el papel. —¿Qué es esto, amor? —Esto es… Elio lo leyó, su rostro se quedó perplejo, fingió bien. —Es el hombre de esa noche, quiere verme y… voy a ir a verlo, necesito acabar con todo esto. —Pero… Luna, te está enviando a un lugar remoto y encima, quiere verte sola, no puedo admitirlo. Iré contigo. —Sì, te llevaré conmigo, amor, confió en ti, más que en nada, incluso más que en mí, y èl deberá admitirlo —dijo Luna decidida—. Porque lo único que le diré es que no existe para mí, y que no se acerque a mí, ni a mi hija. Elio se quedó de piedra ante sus palabras, bajó la mirada. —Pero… Luna, de todas maneras, èl es el pa