No podría decir a ciencia cierta cuando comenzó todo esto, tampoco podría dar las razones que me llevaron a este momento crucial en mi vida. Tal vez fue una jugada del destino o simplemente mi idiotez, capaz todo estaba escrito como cuentan algunas leyendas o simplemente fueron mis actos lo que me llevaron a esto.
Lo más seguro es que fuera lo último.
¿Pensaba alguna vez? No, era una realidad.
¿Merecía esto? Sí, lo hacía, solo a mí se me ocurría meterme en esto.
¿Alguna vez pensé en que esto pasaría? Ciertamente no, porque la realidad era que yo me sentía lo suficientemente inteligente como para no arruinarlo.
¿Podía escapar? No, eso era imposible en este momento, aunque podía fingir un desmayo –mire –no, no podía.
Estaba en una encrucijada, tenía que tomar una decisión y no sabía cuál era la correcta, pues a mis ojos los dos tenían su encanto.
Primero estaba él, mi novio. El chico con el que jamás pensé tener nada y terminó convirtiéndose en mi todo. Con él todo era fácil y correcto, perfecto, no había problemas, podíamos salir a tomar un café sin miedo a ser vistos, las tardes de cine o un jugo en el parque. Él era paz y tranquilidad y creí que estaba conforme con ello, hasta que llegó mi perdición.
Un hombre que desencadenó abrumadoras sensaciones en mi sistema, el chico que me llevo a lo alto y desmoronó en minutos. No estaba preparada para que esto sucediera, no estaba preparada para llegar a este punto, tal vez fue la vida, el destino o el lugar.
Quizás estábamos predestinados o simplemente fue un capricho, ya no importaba cuál de las dos cosas fueran, ya no había marcha atrás, ahora debería elegir, tendría que tomar mi decisión.
— Estamos esperando Kathy –mordí mi labio y volví a mirarlos –Tienes que elegir... –parece que los tríos no eran lo suyo –Él o yo –tome aire.
Sí, estaba jodida, sumamente jodida.