Me relajó escuchar a la rubia contarme acerca de Matt, sí era cierto todo lo dicho por aquel ruloso. Luego de decirme sobre mi rara marca de nacimiento, eché a correr y volví a casa. No lograba recordarlo, temí que él supiera de mí y yo nada de él. —Hola cariño, ¿como estás?—entró saludando Cass, le sonreí. —¡Hola, ma!—contesté mirándola entrar, mientras yo seguía echada en el sofá viendo Netflix.—, Todo bien, ¿y tú? ¿Que tal el trabajo? —Ñeh, ya sabes más de lo mismo. ¿Que tal te ha ido hoy?—respondió sacándose sus enormes tacones y tirándolos por ahí. —Bien ma, hay algo de lo que quisiera comentarte...—respondí. Comencé a jugar con mis dedos, no sabía como decirle todo esto a Cass. ¿Y si su reacción no era buena? ¿Y sí le pasaba como a doña hilda, de sin senos si hay paraíso. Que pe