—¿Así que tú nombre es Margaret Monet?—pregunté con fingida sorpresa. Luego de casi desmayarme por el impacto de ver a aquella dulce viejita. Que sabía muy bien que era mi abuela, porque Cass siempre la recordaba, me decía lo maravillosa que fue. Me enseñaba fotografías y millones de anécdotas de ella. Y ahí la tenía, frente a mí. Claro que para todos ella había muerto de un infarto. Cuándo yo estaba recién en el vientre de mi madre. Entramos a su cabaña, nos sirvió café y nos explicó todo. Tuvo que fingir su muerte, provocándole un infinito dolor a mi madre. Porque la perseguían, la buscaban por no haber cumplido algo que ella nunca quiso. No me dio más detalles "para no exponerme". La curiosidad me picó aún más. ¿Acaso el misterio que embarga a los hermanos es el mismo que esconde m