—¡Esperame! —Grito Isabella desde el segundo piso de la hermosa casa en la que ahora vivirían juntos.
Si, ella y Marco estaban a portas de concretar el traslado al que sería su nuevo hogar, en ese justo momento se encontraban explorando la casa, que era todo un sueño, Isabella mirando por la ventana de la que sería la habitación del bebé, recordó aquel día, cuando eran niños y jugaban a ser papás.
—Patito, si tu eres la mamá yo debo ser el papá.
—Entonces debemos casarnos.
—Debemos casarnos, pero no podemos besarnos, aún somos muy pequeños —la complicidad era evidente en sus tiernas e infantiles risas.
—¿Y si te beso? ¿Qué pasa? ¿Vas a ir corriendo a contarle a tus papás? —Isabella, estaba constantemente retando a Marco, qe le gustaba mantenerse sobre las líneas de lo que le habían
