—Hueles delicioso, como siempre —Susurro mientras terminaba de envolverme, pero ahora con sus brazos.-
El frío empieza a calar en los huesos de Isabella, que solo estaba cubierta por la toalla de baño, extrañamente y a pesar del frío, la conversación con Marco si bien no había sido concluyente, le había dejado claras muchas cosas y al mismo tiempo, le llenaba el pecho de felicidad. "juntos otra vez"
Ella solo quería sentirse como antes, cuando eran niños y empezaban la adolescencia, quería sentirse invencible.
—Voy a preparar algo de comer, debes tener frío y hambre, son casi las 3 de la tarde y anoche solo cenamos —los recuerdos de esa noche en la que devoro a isa lo hicieron sonreír— "patito".
Cuando Marco pronunció de manera sensual, el apodo que le había colocado a Isa desde que eran niños, su pecho se inflo de alegría y su rostro se iluminó, el comentario era gracioso.
—Ya no soy un "patito"
—Siempre lo serás. Sé que he sido un completo imbécil Isa, pero tampoco me arrepiento de haber sido el primero, no quise ser el que terminará huyendo, pero fui un cobarde. Me arrepiento de no haber sido romántico, de haberte negado todo lo que te mereces, eres una chica increíble y yo…
—Y tu dejaste de ser tu, Marco. No se porque cambiaste tanto y mucho menos entiendo porque me alejaste de esa manera.
—Te vi esa noche en la fiesta de la secundaria y todo cambió, tuve rabia y celos y esa noche se suponía que iba a ser mi noche, había hablado con mi padre y me había aconsejado, había hablado con tu padre y había pedido su permiso. Todo había sido genial hasta que te besaste con Elkin y yo…}
—¿Hablaste con mi padre?
—Por supuesto, contigo siempre he querido hacer las cosas correctamente —la chica no podía creer esas palabras.
—Eres un idiota Marco, yo no me besé con él —el solo recuerdo de esos eventos, le ponían la sangre hirviendo a Isabella—. Él se sobrepasó conmigo,me llevó a la pista de baile y me besó en contra de mi voluntad. Le di un puño y le tire una copa de algún licor en su cara, yo estaba asustada, molesta y tú me dejaste sola —ella sentía como la rabia la poseía de nuevo, estaba dolida, no podía creer que luego de tanto tiempo, se sintiera igual de decepcionada como aquel día—. Y luego decidiste que…
—No decidí nada, yo quería estar contigo.
—Si lo hiciste, decidiste salir de ese lugar con la odiosa de Karen, llegar a mi casa y humillarme delante de toda mi familia.
—Y eso me partió en dos, cambien tanto que llegue al punto de mirarme en un espejo y no saber quién era yo. Cada mañana me despreciaba más y más.
marco termino de soltar a la pequeña Isabella, caminó hasta el baño, la castaña lo miro dar paso tras paso con pesadez casi como si le costara levantar los pies del suelo, se giró antes de cerrar la puerta y un par de lágrimas se podían ver con mucha claridad recorrer el masculino rostro del joven.
Cerró la puerta de un sólo golpe y nuevamente todo giraba entorno a ellos dos, cada uno en su mundo, cada uno encerrado en un extremo diferente del planeta, pero tan cerca que Isabella estaba segura que podía hacer el amor solo con mirar al joven.
Al salir del baño Marco sonríe cuando sus ojos chocan con el cuerpo de Isabella apenas cubierto por una camiseta muy grande, se acerca con sigilo a la pequeña figura de la mujer, acaricia sus mejillas y aprieta sus brazos como si temiera que esta pudiera salir huyendo, la besa con una pasión desenfrenada, con mucho deseo y ella no se puede resistir, se deja llevar y sigue uno a uno sus movimientos, parece una coreografía ensayada y perfectamente coordinada, esta encanta y sintiendo como su estómago estalla en mariposas de mil colores, siente que esta viviendo lo que debía haber vivido hace tiempo y que la vida le había robo porque así lo quiso.
—Patito, te amo.
Isabella quiso responder, quiso que de sus labios saliera un "yo tambien te amo". pero fue imposible, no lo logró, no porque no lo sintiera, simplemente tenía miedo.
—Marco, yo...
—No necesitas responder a nada de lo que yo te diga, porque se que las respuestas aún no me las he ganado y por el momento no las merezco.
—Gracias.
El beso continuó, pero ella se sentía realmente incómoda, quería decir algo, necesitaba sacarlo, necesitaba expresar eso que tenía en su pecho.
—Nunca quise vivir mi vida, equivocandome de amores hasta que llegara el indicado, porque el indicado para mi siempre fuiste tú, sin embargo de esa niña ilusa ya no quedan sino pedazos, Marco —acarició el rostro del hombre en el que ya no creía, pero que siempre soñaba con tener—. ¿Podemos reiniciar?
—¿Qué?
—Si, reiniciar. Quiero que volvamos a empezar, supongo que de alguna manera hemos cambiado en muchas cosas y no quiero llegar al final del día y que nos demos cuenta que nos estamos aferrando a un ideal del pasado y no a lo que somos ahora.
Marco no podía creer las palabras, pero sabía que tenía razón, estaba siendo tan sensata como siempre solía ser cuando pequeña, a pesar de muy bien sabida rebeldía.
—Tienes razón. Debemos reiniciar. Y vamos a empezar por comer, porque esto de aguantar hambre luego de la fiesta de anoche, me está pasando factura —un suave beso depósito en los labios de la chica, que ahora sonreía— ¿Hamburguesa con malteada? ¿O eso cambió?
—No, solo unas papas extra grandes y la malteada de...
—Arequipe.
Completo lo que iba a decir la joven, algunas cosas no cambiaban y eso era refrescante, pues sabía que se debían conocer nuevamente, pero Marco sabía también que la amaba.