—Me estas diciendo que viviste con un hombre en Londres, que lo quisiste, que... —Si, te estoy diciendo que intente hacer una vida nueva después de ti. —Isabella, no habían pasado dos semanas luego de lo que paso en tu habitación. —Llámalo por cómo fue, la noche en que me quitaste la virginidad y te fuiste dejándome ahí sola. Se miraron fijamente, parecía una negociación, en medio de la guerra, estaban sentados en la mesa, iluminados solo por una lámpara colgante de luz amarilla, frente a frente, sin mover un músculo, solo sus labios para hablar y su oído atento a escuchar cada palabra que salía del otro. —Y eso tampoco fue un impedimento para ti, que a los días estabas asistiendo a la fiesta de mis abuelos, en compañía de la chica Rusa que venía de intercambio. —Tienes razón —Mar