Marco sabía que debía controlarse, pero era casi imposible. Estaba en una edad en la que las hormonas lo dominaban y más cuando tenía la libertad de poseer a la mujer que siempre quiso a libertad. Entonces como por inercia las noches de los jóvenes no se usaban para dormir en totalidad, estaban usando sus cuerpos de manera vertiginosa, para demostrarse el amor y el deseo guardado. Cada segundo que pasaba junto a la chica de ojos claros, sus sentidos se agudizaba y quería tenerla solo para él. La sola idea de pensar que otro hombre la hubiese tocado le hacía cuestionarse su nivel de cordura, aunque sabía que no tenía derecho alguno de hacerlo, pero sí que pasaban pensamientos de toda clase por su cabeza. ¿Y si Isabella se había acostado con alguien más? ¿Acaso no lo había hecho él tambi