A la mañana siguiente Calvin la guió a una zona alejada de la casa donde habían varios blancos alineados. A unos metros de los blancos se encontraba una mesa repleta de distintas armas listas para ser utilizadas, el mismísimo Calvin se había encargado de dejarlas en condiciones. Anna las miró de reojo al pasar a su lado y se dispuso a escuchar las normas de seguridad que el castaño le indicaba. Ya lista con su protector para los oídos, los lentes que bloqueaban un poco el sol que les golpeaba el rostro de frente y su pequeña arma en la mano, caminó hasta el lugar que le señalaron.
— Tres disparos y frenas. No olvides colocar el seguro — La mirada de fastidio arrancó una carcajada en Cloud y Calvin.
Primer disparo. Inhaló. Segundo disparo. Inhaló. Tercer disparo.
— Veamos — dijo Calvin m
