PARTE 2

1996 Words
La mañana del siguiente día lo recibió con vientos fuertes y lluvias pesadas, un clima bastante común en Ghosteares. Abrió la ventana de su alcoba respirando el aire fresco a pasto mojado. El Omega entre sus sabanas se esconde del frío que entra por los ventanales. Era hermoso, el Omega era hermoso, cabello corto, piel clara y curvas bien definidas. Y aun así… Se preguntaba la razón de estar sin compromiso a su edad. Había tenido pareja, algunas más formales que otras, sin embargo, el mismo nunca logró un vínculo suficiente para con esa persona. Mientras la otra parte lo daba todo, Marlon seguía sintiendo que no lograba ir o llegar a ningún lado. No culpaba a sus ex parejas por dejarlo, se lo merecía y era consciente de eso. Desde aquella última relación fallida se convenció de que el matrimonio no era para él, y optó por relaciones sin compromiso. Por ahora toda su energía estaba en culminar el doctorado; la medicina era una de esas cosas, que no sabías que te gustaban hasta que lo descubres. Por primera vez en su vida quería ir por algo, tomarlo y hacerlo suyo y no quería que nada se interpusiera en su camino. Y por ahora su camino le ordenaba estar en Ghosteares, uno de los planetas con tecnología de medicina más avanzados. El Omega en su cama se revuelve entre las sábanas y el olor endulzado de sus feromonas hace que Marlon contenga el aliento. Nunca en su vida ha sufrido el descontrol de un rut, siempre ha sido en extremo cuidadoso tomando inhibidores y pasando la noche con un Omega para evitar cualquier desface. El día de hoy, al igual que los meses anteriores, sentía un ardor en su glándula olfativa y un punzón en su cabeza. ¿Era jaqueca? No lo creo. No quiera arriesgarse con ese tema y prefirió ir al centro hospitalario de camino al palacio para descartar las sospechas que él como médico principiante está empezando a tener. La secretaria del consultorio lo saludo y sin preguntar por una cita programada, lo dejo entrar al consultorio del alfa y el causante de que Marlon empezará a amar la rama medicinal. Alaric era un amigo y tal vez algo más que eso. Se conocieron hace muchos años en uno de los tantos viajes de Marlon. No era solo un amigo, llegaron a mucho más que eso. Pero eso era un tema del cual ninguno de los dos estaban dispuestos a hablar. —Si estás aquí el día de hoy, supongo que es por lo que te mencioné el mes pasado. Alarcic era un médico profesional, el cual ya había advertido sobre el problema de usar inhibidores cada mes. —Solo vine por precaución, —afirma Marlon tomando lugar a la silla frente al escritorio —No creo que sea un problema con los inhibidores. Alarcic se soba las líneas de la frente estresado, el problema de tener un Clerefth como amigo es que siempre se creen más inteligentes que los demás. —Los inhibidores suprimen el celo, y eso provoca que suprimas el torrente de feromonas. Intenta explicar, pero Marlon parece más interesado por el retrato sobre el escritorio. —Solo recétame unas pastillas para los dolores de cabeza. Alarcic abre los ojos de par a par, parpadeando con rapidez —¿Tienes dolores de cabeza? Marlon asiente. —Necesito una muestra de tu sangre. —¿Por qué? —No es normal, debes tratarte antes de que se ponga peor. —Te refieres a dejar que el rut haga de las suyas. Las facciones de alarcic se tensan, no le agradaba la idea, Pero de igual manera se puso la máscara de profesional y afirmó: —Así es, debes dejar de tomar inhibidores, el próximo mes, pásalo con un Omega para que calme tu celo. Eso era lo que solía hacer, no obstante siempre bajo supresores o inhibidores. Sube una pierna en sus rodillas izquierda mientras los zapatos se mueven contemplando la recomendación de su amigo. —Lo pensaré —se levanta del puesto —¿Me recordarás esas pastillas? —Solo si te haces los exámenes. —Bien —acepta con rapidez, vuelve al puesto mientras Alaric se pone los guantes y prepara la aguja para extracción. Había contemplado no mencionar la imagen que yacía en aquel retrato, pero el observarla cada cierto tiempo hace que Alaric hablé por sí mismo. —Se llama James —dice a centímetros de su rostro mientras el piquete de la aguja lo hace respingar —Es… —Te ves feliz —es lo único que podría responder —Me alegra. —Lo estoy —sus palabras no sonaban muy convincentes —¿Y tú? Escuché que alguien trabaja en el palacio. Marlon deja escapar un suspiro nada feliz. —Mi tutor es Román Fhoyer. Su amigo se aparta un poco para mirarlo mejor y su rostro representa el asombro. —Vaya, supongo que los Clerefth no saben la modestia. Marlon suelta una risita risueña. —Lo digo en serio. —reafirma su amigo —Tu hermano es un marqués, tu hermano menor un consorte real y tu otro hermano duque consorte y ahora tú. —Hago tutorías con el mejor médico de Ghosteares —Marlon responde con una ceja levantada. Alaric no era de una familia adinerada, ni con títulos, todo lo que poseía lo había conseguido con su esfuerzo. Y tenía un complejo duro para las personas con la vida resuelta. —No lo decía de esa manera. —No, lo decías con un tono agridulce. Ambos se quedan en silencio observando los orbes contrarios. Alaric alza la mano hacia la mejilla de Marlon, más queda suspendida en el aire cuando la atrapa evitando el contacto. El toque era delicado, como siempre. Pero no era igual, no como antes, muchas veces la sociedad sabe cómo arruinar las cosas, pero en este caso fue el sujeto frente a él quien lo arruinó todo. —Me alegro de que seas feliz —repone evitando el reclamo ahogado que habría dicho en lugar de las palabras amables que salieron de sus labios. —Regresaré el próximo mes. —Los exámenes estarán en unos días. Buena táctica para hacer que Marlon volviera a su consultorio. —De acuerdo —responde acomodando los botones de su saco —Volveré para entonces. —Marlon —llama antes de que esté desaparezca por el umbral —Me alegra volver a verte. —Me gustaría decir lo mismo —dice con una mirada decaída —Adiós. Deja escapar el aire de sus pulmones. Lo que hubo entre ellos fue algo tan confuso que Marlon nunca pudo diferenciar entre amistad o… Lo que fuera. Solo sabía que él era un Clerefth, alguien importante bajo los flashes de las cámaras y Alaric un don nadie y un alfa. Nada que pudiera siquiera ayudar al avance de una relación. No solo era ser del mismo género, era la sociedad, su título, los problemas que estaban atormentando a su familia y… Incluso entre tantos huracanes, Marlon creyó haber tenido la suficiente fuerza para luchar, pero Alaric era distinto a él. Tampoco lo culpaba, realmente se puede decir que Marlon fue el que provocó todas inseguridades que Alaric pudiera tener, Pero… Revolvió su cabello. No era momento para pensar en el pasado. Pasaba de la hora y debía de haber estado en el palacio hace más de dos horas. Los portones del enorme palacio se abren para él. Decidió dejar el auto estacionado a unas cuadras para no dar a descubrir su hora de llegada. Subió los escalones con rapidez y lo mínimo que esperaba es ver a un furioso Fhoyer esperarlo. El estudio estaba a oscuras y se alegró de que hoy fuera uno de esos días donde Fhoyer llegaba tarde. Su pecho tembló al ver la figura sentada sobre el sillón más alejado del umbral. —Zyran —pronuncia el nombre con confusión entrecerrando la vista —Pensé que era el doc., ¿Qué haces aquí? —¿Fue bueno? —Si te refieres a… —¿Fue bueno? Marlon arruga la frente, no le gustaba que se impongan sobre él. Pensándolo mejor a ningún alfa le gusta. —Sé más específico. —Llegas tarde —espeta el príncipe con la voz suave Pero escondía malicia —Tan bueno fue. El pecho de Marlon subía y bajaba y no era por molestia o enfado, era incomodidad. La invasión de las feromonas del príncipe eran algo a lo cual su cuerpo no lograba acostumbrarse. —No comiences —pidió sobando su frente, el dolor de cabeza empezó a ser más molesto y se odió a sí mismo por haber tenido tanta urgencia de salir del consultorio de Alaric sin haber recibido aquellas pastillas. —¿Por qué no respondes? —Porque no fue nada del otro mundo. —Entonces puedes responder a la pregunta que te hice. Su frente chocó contra el pecho duro de Zyran sin saber cuando acortó tanto el espacio entre ellos. —No recuerdo que alguna vez, tú me hallas dado algunas respuestas sobre tus amantes. ¿Por qué debería dar el paso yo? El príncipe toma su mandíbula pegando su cuerpo más al suyo —Nunca has preguntado. —Nunca tuve la necesidad. —Ahora yo tengo la necesidad de preguntar. —Y ahora yo no tengo deseos de responder. —Y ahora tu terquedad me da deseos de insistir. —Qué deseos más egoístas. Ni siquiera entendía la razón del porqué no se sentía mal que dos alfas se invadieron sus espacios personales. —Te lo ordenó. Soy tu monarca. Marlon soltó una sonrisa que contrajo el cuerpo de Zyran. —No me das órdenes, no soy uno de tus súbditos y mucho menos soy un Omega para que uses tus feromonas en mi contra. El derrame de feromonas chocaron entre sí. Posiblemente, eso era lo que más le molestaba a Zyran ser incapaz de doblegarlo. —Además —pone sus palmas sobre el pecho musculoso, empujándolo hacia atrás —Te recuerdo que en todo caso mi monarca se llama, Aixhad Barac, y te recuerdo que también es mi cuñado. La irá empieza a brotar en su pecho al escuchar esas únicas palabras. Zyran da un paso hacia él, la mano extendida de Marlon sobre aquel pecho es obligada a doblarse. —Eso está por verse, pronto seré tu monarca —susurra a su oído. La corriente eléctrica se aloja en su abdomen provocando sensaciones que él no sabe cómo definir. ¿Era una amenaza? O… La respiración dejó de ser pesada y se convirtió en nada. No lograba hacer que sus pulmones absorbieran el oxígeno. —No vuelvas a llegar tarde. La puerta se abre a su espalda y el príncipe sale, una vez el doctor y tutor de Marlon entra en la alcoba cubriendo su nariz. Observa a su pupilo y le palmea el hombro para hacerlo reaccionar. —¡Despierta! —grita aún con la mano sobre su nariz —No sé qué discutes con el príncipe, Pero más te vale ventilar, esta habitación. Marlon nota que las feromonas están concentradas, entrelazándose entre ellas. —No sé cómo soportas esta presión, los alfas Wail son un peligro para la humanidad. El cuerpo del doctor está rígido y mareado, los colmillos salidos como a la defensiva. Mientras tanto, Marlon estaba… Estaba impactado solamente. —Doc., ¿Zyran siempre a Sido tan posesivo? El doctor alza la ceja y un matiz de preocupación le surca las cejas. —Me temo que no. Nuevamente, un ardor en su pecho le susurro algo que realmente no quería aceptar. Era imposible que un demente como Zyran gustase de él. Y si ese fuera el caso… No, ni pensarlo era cuestionable. Pero en todo caso. Solo si su corazonada fuese cierta. Sería un claro desvarío. Por qué sin importar que tanto Zyran buscará en él, Marlon no era Juno Clerefth. CONTINUARÁ…
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