Ven conmigo

1682 Words

—No debiste decir eso. Nos encontrábamos de regreso en el auto. Salvatore iba conduciendo mientras Lucy se encontraba en la parte posterior, entretenida con su cuaderno de dibujos. —¿A qué te refieres? —me pregunta, mirándome de reojo pero sin dejar de prestar atención al camino. —Sabes muy bien de lo que hablo. Pobre monja, ya debe estar encomendándonos a Dios. Dijiste que no lo harías, me diste tu palabra. —Está bien, pero no pude evitarlo. Además, admítelo, también te causó gracia y a la pequeña no le dio ninguna molestia. De hecho, hasta parece que se divirtió. Honestamente, yo sentí lo mismo. La cara de esa mujer fue un verdadero espectáculo. —Es un colegio religioso, ¿qué esperabas? Son muy estrictos con sus normas, sobre todo con la devoción a Dios. ¿Qué crees que deben estar p

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