Soy el esposo
Hoy era mi boda, sí, el día que muchas mujeres soñamos, incluida yo, pero ahora no había razón para ser feliz.
¿Y qué mujer podría ser feliz? Cuando encontrabas a tu mejor amiga en la cama de tu prometido ¡Un día antes de la boda! Mi vida estaba hecha pedazos, pues amé a Marco durante cinco años que se fueron a la basura ¿Qué podría ser peor que eso? Pues la respuesta la tenía yo.
—Él ya me explicó cómo sucedieron las cosas, esa mujer no significa nada.
—Pero Hermes, yo los encontré… —le expliqué a mi hermano, buscando su comprensión y apoyo, pero lo que obtuve fue su rechazo.
—¡Entonces bórralo de tu memoria! Y si te engañó fue tu culpa, por presentarle a tu amiga —lo miré con horror, no podía creer que mi propia sangre me estaba dando la espalda en un momento como este. Su dedo me apuntó y me habló con frialdad—. La empresa está en una situación grave, ahora sal y da el sí para convertirte en su esposa.
Así es, mi propia familia defendía al hombre que me traicionó y me culpaba por ello.
—¿Entonces eso es más importante para ti? ¿El dinero?
—A ver Sofía, no trates de hacerme ver como el malo de esto, solo estoy defendiendo tus intereses y los de la familia.
—¿¡Mis intereses!? —exclamé con incredulidad.
—¡Ya fue suficiente! ¡Son sacrificios que tendrás que tomar! Eres parte de la familia Tinelli, muchos invitados están esperando afuera por tu presencia, y Marco luce ansioso, estamos avergonzándolo junto a su familia. Así que, saldrás por las buenas o por las malas, porque soy capaz de arrastrarte al altar.
—Querido —otra voz se aproxima, encontrándonos en medio de una discusión—. ¿Qué sucede? ¿Por qué demoran tanto?
—Iremos en este instante, Dalila —responde mi hermano a su esposa—. Solo distrae un poco a los invitados, haz que los padres de Marco no se impacienten. Sofía solo está algo nerviosa, ella irá.
—Iré,¡Pero a gritarle a ese maldito infiel que esta boda se va al infierno! ¡Igual que él y su estúpida amante!
—Ya tuve suficiente paciencia —Hermes sujetó mi muñeca para llevarme a la fuerza, pero su esposa intervino.
—Espera Hermes, mírala. Sofía no puede salir así. Trae el maquillaje corrido y el cabello despeinado.
Mi hermano lucía impaciente, la muestra era su mentón tenso.
—Ve con los invitados, cariño. Yo me encargaré de arreglarla y hablaré con ella, ya sabes que entre mujeres nos entendemos mejor.
Hermes resoplaba con desespero, pero al final aceptó la sugerencia de su esposa.
—Diez minutos —respondió con dureza—. Si en diez minutos ella no sale, vendré y la sacaré por la fuerza ¡No me importa que grite o patalee! ¿Lo han entendido?
—Si cariño, te prometo que no habrá necesidad de eso, la convenceré, ya lo verás.
Hermes sale a reunirse con los invitados, dejándonos a Dalila y a mí a solas. Ella exhala y voltea para acercarse a mí.
—Sofía…
—Dalila, dime con sinceridad. Si mi hermano te hubiera hecho esto antes de tu boda, ¿te habrías casado con él?
—Ay Sofía… —suspira, acogiendo mi rostro con sus manos—. Aún eres muy joven para entender como funciona la mente de un hombre.
—Tengo 21 años, no soy una ingenua.
—Bien, entonces debes entender que a veces los hombres tienen necesidades que no pueden contener —¿lo estaba justificando?—. No pienses en que Marco te engañó con tu mejor amiga. Solo fue puro deseo, algo carnal y pasajero, en cambio es contigo con quien quiere casarse y tener una familia.
—¿Y debería sentirme agradecida por eso? ¿Sabes qué? Esto es absurdo, ni siquiera sé que hago teniendo esta conversación, me quitaré este estúpido vestido y luego lo quemaré.
—Pero tú misma lo hiciste.
—Por eso mismo, no quiero tener nada que me haga recordar a ese traidor.
Llevé mis manos a mi espalda, tratando de encontrar el cierre de mi vestido.
—Ya veo, entonces no te importa la memoria de tu padre ni la vida de la pequeña Lucy
Mis ojos color avellana se mantuvieron abiertos.
Mi padre… Hombre honorable, respetado y fundador de “Vigna Reale” Empresa que se dedicaba a la exportación y fabricación de los vinos más lujosos de toda Italia, sin contar con que teníamos viñedos donde se cultivaban las mejores uvas, y digo teníamos porque tras una mala inversión de mi hermano, habíamos perdido más del 40% de nuestras propiedades. La falta de p**o para su cuidado, provocó que esa tierra dejara de ser fértil, lo que había llevado a que se convirtiera en solo hectáreas de polvo y tierra.
Vigna Reale estaba en crisis, y mi padre no estaba vivo para soportar semejante dolor de ver su creación caerse a pedazos, pero ante la oscuridad, mi hermano había visto la luz para su salvación. Marco, mi novio durante cinco años, se veía interesado en ser parte de la empresa de vinos, por lo que sus padres aceptaron que tras la boda, se firmaría un acuerdo, donde nuestras familias unirían sus patrimonios, lo cual resultó del agrado de Hermes.
Ahora, Hermes no había dudado en gastar hasta el dinero que tenía como fondos de la empresa para hacer la boda más ostentosa y lujosa qué se hubiera podido ver por todos los medios posibles.
Ahí estaba la razón de su insistencia para mi boda, que incluso me había culpando de la infidelidad de Marco.
Pero dejando de lado el sacrificio que le costó a mi padre fundar la empresa, estaba de por medio Lucy… Mi sobrina, la pequeña que solo tenía 5 añitos, quién era la más inocente en esta familia y tendría que ver como sus padres caían en bancarrota.
—¡Sofía! —escucho la voz de mi hermano, que ya está de regreso—. Ya pasaron los diez minutos, es hora de que salgas.
¿Qué haría? Si me resistía, Hermes entraría y cumpliría su palabra de llevarme a rastras, sé que sí lo haría, y por otro lado estaba mi orgullo.
…
—¿Por qué demora la novia?
—Damas y caballeros, lamentamos haberlos hecho esperar, aquí no ha pasado nada.
Llevándome del brazo, finalmente mi hermano camina conmigo al altar, y ahí frente a todos, está Marco con una sonrisa, fingiendo que no había pasado nada.
Mi puño se endureció, no podía soportar el hecho de que me casaría con él.
—Ya sabes lo que debes hacer —dice Hermes, tras dejarme frente a Marco, y darme un beso en la frente.
—Estás hermosa —me dice, atreviéndose a tomar mi mano para besar mis nudillos. No pude soportarlo más y tiré de mi brazo con fuerza—. ¡Yo no…!
—¡Vaya, pero esto si es un verdadero espectáculo! —apareciendo en medio de todos los invitados, mientras llevaba una copa de champagne en la mano derecha, un hombre alto de traje elegante, cabellera azabache muy bien peinada y ojos color zafiro bebe un último sorbo, antes de dejar caer la copa al suelo.
Su voz profunda y atractivo eran innegables, que mi mente recordó al instante de quién se trataba.
Noté las miradas llena de sorpresa de mi hermano y de Dalila, quienes parecían haber visto un muerto, ¿Acaso lo conocían?
De pronto, sus ojos coincidieron con los míos y sonrió de lado, mostrándome su bien cuidada y perfecta dentadura.
—Debo disculparme por haber venido sin invitación, aunque admito que es una boda espectacular, pero lamento ser portador de malas noticias —. Hace una breve pausa al relamer sus labios—. Pues la novia ya está casada.
¡¿Qué?! ¿Acaso este hombre estaba loco? Apenas lo vi una sola vez, ni siquiera sé su nombre y viene a inventar semejante mentira.
—¿Quién es usted? ¡Retírese o llamaré a la policía! —exige Marco—. No se aceptará sus falsedades.
—No he dicho nada falso, la novia está casada, y yo… SOY EL ESPOSO.
Marco abre los ojos perplejo, voltea a mirarme con el rostro pálido, y su cabellera castaña parecen las hojas secas de un árbol en otoño.
¿Han escuchado la frase “más vale malo conocido, que bueno por conocer”? Pues en esta ocasión mi decisión había sido ir por lo segundo.
Tomé la falda de mi vestido sin dejar de mirar a Marco y aún teniendo todas las miradas de las cámaras e invitados, corrí hasta llegar al hombre de misteriosos ojos color zafiro.
—¡¿Qué esperas?! —le dije, instante en el que nuestras manos se entrelazaron, y por muy extraño que parezca, sentí una especie de corriente eléctrica recorrer mi cuerpo.
Debo estar loca por confiar prácticamente en un desconocido, pero era mi oportunidad de huir.
Apenas salimos, mis ojos avellana quedaron sorprendidos de encontrar un Ferrari Purosangue, mi padre me había hablado de estos autos y casi se me escapa el aliento.
—¿Necesitas una invitación formal? —me pregunta, sin darme cuenta ya se había subido al auto.
—¡Sofía! —las voces y pasos de mi familia se acercaban y sin dudarlo, abrí la puerta del auto y como pude lo abordé, huyendo de este modo con un hombre al que solo había visto una vez.