Capitulo 2. La marca del Destino

1419 Words
Narra Damián Mi día comienza a las seis en punto, como siempre. Mi despertador suena con la precisión exacta, y al instante, me levanto de la cama sin el mínimo atisbo de pereza. Mi rutina matutina es una coreografía que he perfeccionado con los años: una ducha rápida pero eficaz, seguida de un desayuno balanceado y nutritivo, y luego una sesión de ejercicio que mantiene mi físico en óptimas condiciones. Como Alfa dominante, mi bienestar físico y resistencia son fundamentales, y me aseguro de que mi cuerpo refleje el poder y la disciplina que mi posición requiere. Mi ejercicio matutino es riguroso, diseñado para mantenerme en la mejor condición posible. Comienza con una serie de estiramientos y ejercicios de resistencia, seguidos de una carrera en la cinta. Esta rutina no solo mejora mi estado físico, sino que también afina mi mente para enfrentar el día con la claridad y determinación necesarias. Cada movimiento está ejecutado con precisión, y cada gota de sudor es un testimonio de mi compromiso con la excelencia. Con la energía renovada, me dirijo a la empresa familiar, MontClair. La jornada laboral comienza con la revisión de informes, la firma de documentos y la supervisión de proyectos en curso. Mi asistente personal, Lucas, un Alfa que ha sido mi amigo desde pequeños, está a mi lado para asegurarse de que todo transcurra según lo planeado. Su eficiencia y lealtad son incuestionables, y su presencia es una extensión natural de mi propio sentido del control. La mañana y la tarde transcurren con la eficiencia que he cultivado a lo largo de mi carrera. Cada tarea se maneja con una precisión que asegura que no haya sorpresas. Este control es mi zona de confort, y en el mundo empresarial, es la clave para mantener el dominio que mi familia y yo hemos construido en MontClair. Al final del día, mientras me dispongo a salir de la oficina para visitar a mi familia, noto que algo fuera de lo común está ocurriendo. Decido ir personalmente a verificar lo que está pasando en las calles cercanas a mi oficina. Fue en ese trayecto hacia mi familia que me encontré con una situación que desafió mi metódico sentido del orden. La escena en las calles estaba cargada de un aroma inconfundible: el de un Omega en celo. Este olor, aunque normalmente insignificante para mí, se hizo ineludible y penetrante. Mi instinto, que habitualmente mantenía bajo control, comenzó a despertar con una intensidad inesperada. Este aroma provocó una reacción en mí que ni mi lógica ni mi experiencia empresarial podían explicar. Vi a la Omega rodeada por un grupo de Alfas recesivos. Ella estaba en una situación claramente desesperada, y su presencia me impactó profundamente. Tenía el cabello castaño oscuro recogido en un desordenado pero atractivo estilo, y su piel, pálida y suave, destacaba en medio del tumulto. A pesar de su apariencia frágil y la evidente angustia en su rostro, había algo en la forma en que mantenía su postura que sugería una fortaleza inesperada. Sus ojos, de un profundo color ámbar, reflejaban una mezcla de miedo agudo y una resiliencia silenciosa que me hizo detenerme y observar más de cerca. Lo que más me sorprendió fue el aura de vulnerabilidad que irradiaba, a pesar de su esfuerzo por mantener la compostura. Esta mezcla de fragilidad y fuerza me desconcertó y me atrajo, desafiando la percepción fría y calculadora que suelo tener hacia los Omegas. Era una belleza que no se destacaba solo por su físico, sino por la intensidad de sus emociones en medio de su sufrimiento. Lo primero que noté, además de su desesperación, fue que ella era una Omega recesiva. Como Alfa dominante, estaba acostumbrado a reconocer rápidamente las diferencias entre Omegas y Betas, y su aroma era una señal clara de su condición. El calor y la angustia que emanaban de ella eran características de una Omega recesiva en pleno ciclo de celo. Esta revelación, aunque no deseada, hizo que mi instinto protector se activara de inmediato. Intervine con la autoridad que mi posición y mi naturaleza Alfa me otorgaban. Mi presencia y el aire de autoridad que emanaba fueron suficientes para dispersar a los Alfas. Aunque mi comportamiento era normalmente calculador y distante, no pude evitar sentir una urgencia por proteger a esta Omega. Era un instinto que desafiaba mi carácter metódico. Cuando me acerqué a ella, su estado debilitado y su temor eran evidentes. Las palabras que intentó decirme estaban entrecortadas por el calor que la consumía, y en ese momento, la realidad de que ella era mi pareja predestinada por la Diosa Luna se hizo innegable. Esta revelación desafió todo mi entendimiento de cómo debía manejar la situación. Decidí que no era adecuado llevarla al hospital debido a la reacción que tuvo al mencionarlo. Y aunque en primer momento, parecía totalmente una locura la opción de llevarla a mi apartamento como un refugio temporal, al no saber dónde vivía, ésto termino siendo la decisión más coherente para asegurar su bienestar. Mientras conducía hacia mi apartamento, el interior del coche se llenaba con el aroma inconfundible de almizcle que emanaba de la Omega a mi lado. La fragancia se volvía más pronunciada en el espacio cerrado del vehículo, envolviéndome con una intensidad que desafió mi habitual control. El almizcle, con su profundidad y riqueza, parecía tener una cualidad hipnótica que no podía ignorar. El aroma no era simplemente un olor; era una presencia tangible, una mezcla de sensualidad y misterio que llenaba el aire. En medio de su angustia y el calor que la consumía, el almizcle se hacía aún más notable, como si cada respiración que tomaba acentuara su efecto. La fragancia tenía una calidad envolvente, cálida y profundamente seductora, que parecía resonar en lo más profundo de mi ser. A medida que conducía, mis pensamientos comenzaron a divagar, rompiendo con la metódica lógica que siempre había dominado mi mente. La intensidad del aroma me hizo cuestionar la naturaleza de mi reacción. La idea de tener hijos con ella, de formar una familia, surgió de manera irracional y sorprendente. Era un pensamiento que desafiaba todo lo que había planeado y controlado en mi vida, pero en el calor del momento, parecía casi inevitable. Imaginé cómo sería que ella gestara a mis cachorros, cómo sus ojos y mi propio espíritu se combinarían en una nueva generación. La idea de crear una familia con ella, de construir algo que perdurara más allá de mi propia existencia, me parecía de repente como una meta primordial. Era como si el destino, personificado en su presencia y su aroma, me estuviera guiando hacia un futuro que nunca había considerado antes. El pensamiento era casi intoxicante: una mezcla de deseo y un sentido primordial de propósito. La idea de tener crias con ella no solo parecía un deseo, sino una necesidad visceral, como si mi instinto más profundo estuviera gritando que ella era la única con la que podía cumplir ese propósito. Cada vez que inhalaba el almizcle, la visión de nuestra posible descendencia se hacía más clara y más atractiva, como una promesa de un futuro que, aunque desconocido, parecía inevitable. Este deseo, que era tan poco propio de mí y tan irracional, me sacudía profundamente. Me di cuenta de que la meticulosidad que siempre había guiado mi vida estaba siendo desafiada por una conexión instantánea y poderosa. Era una sensación de urgencia y destino, una atracción que iba más allá de lo físico y tocaba algo mucho más profundo y significativo. Mientras conducía, me enfrentaba a la realidad de que este encuentro estaba alterando mi perspectiva, obligándome a considerar un futuro que antes habría considerado impensable. Al llegar a mi casa, llevé a la Omega al cuarto de invitados. Este cuarto solía ser ocupado por mi primo cuando venía de vacaciones, y aunque no estaba preparado para una situación como esta, era un lugar adecuado para que ella pudiera recuperarse sin mayores perturbaciones. Mientras la acomodaba en la cama, me di cuenta de que mi vida estaba en un punto de inflexión. La rutina meticulosa que había sido la piedra angular de mi existencia se estaba desmoronando, reemplazada por una necesidad urgente de proteger a Mara y entender el significado de este inesperado giro del destino. Esta noche, lo que había comenzado como una simple intrusión en mi agenda se había convertido en una oportunidad para explorar un nuevo camino. La Diosa Luna había intervenido, y estaba dispuesto a descubrir qué significaba este cambio radical en mi vida.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD