Capitulo 3. El aroma del destino

1163 Words
Narra Mara El auto de Damián se detiene frente a un edificio imponente, mucho más lujoso de lo que alguna vez imaginé. Mi cuerpo está agitado, el calor aún me sacude mientras salgo del vehículo, temblando ligeramente. Damián está a mi lado, ayudándome a salir del coche con una suavidad que contrasta con la intensidad de mi situación. La luz de los faroles de la calle me resulta cegadora, pero me dejo guiar hacia la entrada del edificio. —Estamos aquí —dice Damián, su voz profunda y tranquilizadora. Le sigo el ritmo, tratando de no caerme, mientras subimos al ascensor que nos lleva al piso superior. La puerta del apartamento se abre y el interior es aún más impresionante. El vestíbulo está decorado con un estilo moderno, con muebles elegantes y un ambiente acogedor. Damián me guía hacia el pasillo. —Aquí —dice, abriendo una puerta—, es el cuarto de invitados. El cuarto es grande y está decorado con un gusto impecable. Una cama cómoda está en el centro, rodeada de muebles de madera oscura y un par de lámparas suaves que iluminan el espacio cálidamente. Me siento en el borde de la cama, agotada, mientras Damián va al baño y regresa con una botella de agua. —Toma esto —me dice, tendiéndome la botella. Sus manos son firmes, pero hay una preocupación genuina en su mirada. —Gracias —murmuro, tomando un sorbo y sintiendo un alivio instantáneo. La frescura del agua es un pequeño consuelo en medio de mi tormento. Damián se sienta en una silla cercana, parece estar en un conflicto interno. Finalmente, rompe el silencio. —Antes de que te acomodes, creo que es justo que sepa tu nombre. ¿Cómo te llamas? Lo miro, intentando ordenar mis pensamientos. Mi mente está nublada, pero algo en su voz, en su presencia, me da un atisbo de calma. —Mara —respondo con una voz temblorosa—. Mi nombre es Mara. —Encantado de conocerte, Mara —dice, su tono es amable y sincero—. No tienes que decirme nada si no quieres, pero ¿hay algo más que pueda hacer por ti? ¿Necesitas algo más? Cierro los ojos por un momento, permitiéndome sentir la seguridad que ofrece su presencia. Aunque mi situación sigue siendo desesperada, hay algo en la forma en que me habla que me hace sentir que, al menos por ahora, estoy a salvo. —No sé qué hacer —confieso—. No estaba preparada para esto. Solo... tenía miedo. Damián asiente, como si comprendiera de alguna manera. —Lo entiendo. No tienes que pasar por esto sola. Toma todo el tiempo que necesites para recuperarte. Si hay algo que pueda hacer, no dudes en decírmelo. Damián se pone en pie, parece que va a irse a su cuarto,a puerta se cierra detrás de él, dejándome en el cuarto de invitados. Aún estoy temblando, no solo por el calor que aún me consume, sino también por la intensidad del momento que acabamos de vivir. Mi mente está embotada, el deseo y la confusión se mezclan en una danza vertiginosa. Mientras intento calmarme, me doy cuenta de que necesito saber más, de que debo entender esta conexión que se ha encendido entre nosotros. La habitación es acogedora, pero el aroma de Damián aún persiste en el aire, envolviéndome en una mezcla de musk y notas terrosas, con un toque de cedro y especias que es profundamente masculino y seductor. Mis pasos me llevan hacia la puerta, y decido que no puedo quedarme aquí sin más. Necesito encontrar a Damián, averiguar qué significa todo esto. Salgo de la habitación, siguiendo el rastro de su aroma. Es una guía clara en el laberinto de pasillos del apartamento. Finalmente, llego a lo que parece ser la puerta de su habitación, dentro puedo oír el sonido de la ducha. Decido no esperar, tomo el picaporte con mi mano temblorosa y empujo la puerta con suavidad. Entro y el vapor de la ducha me envuelve en la minimalista habitación, pero el aroma de Damián sigue ahí, más intenso ahora, con notas de jabón y un fondo cálido que es inherentemente masculino. Me acerco a la ducha y veo a Damián de espaldas, su piel brilla bajo el agua. Estoy paralizada por un momento, pero mi necesidad de estar cerca de él me impulsa a avanzar. Sin decir una palabra, me inclino hacia él, sintiendo la calidez del agua que cae sobre ambos. La piel de Damián es cálida y firme bajo mis dedos cuando lo abrazo por detrás. Su aroma, que ahora es una mezcla de agua y la esencia de su cuerpo, me envuelve completamente. Damián se vuelve lentamente, sus ojos encontrándome con sorpresa y una chispa de deseo. A medida que me mira, sus ojos cambian de color, volviéndose de un amarillo intenso que refleja la entrada en su propio ciclo de calor. La transformación de su mirada es un claro indicio de que también está experimentando el mismo ardor que yo. —¿Qué estás haciendo aquí? —pregunta con voz grave, su aliento se mezcla con el vapor de la ducha. —No podía quedarme sola —respondo, mi voz temblando—. No puedo dejarte ahora. Necesito estar cerca de ti. Damián parece comprender, sus ojos amarillos revelan una necesidad igual a la mía. Sin una palabra más, nos acercamos y nos fundimos en un beso, que empieza suave pero se vuelve desesperado. La pasión entre nosotros crece rápidamente, el deseo nos consume y, en medio del calor y la humedad, nos entregamos por completo. Sus manos exploran mi cuerpo con una necesidad que se iguala a la mía. Poco después, en un momento de extrema intimidad, Damián marca su presencia sobre mí. La marca es un símbolo de nuestra conexión profunda y de la propiedad que siente sobre mí, un acto que confirma la intensidad de nuestra unión. El calor del agua y el aroma de Damián llenan cada rincón de la habitación, creando una atmósfera que es a la vez ardiente y envolvente. Nos movemos en una sinfonía de deseo, cada uno respondiendo a las señales del otro, la pasión construyéndose hasta que ambos alcanzamos un clímax que nos deja exhaustos pero satisfechos. Cuando la tormenta de sensaciones se calma, nos quedamos allí, abrazados bajo el chorro de agua. El silencio entre nosotros es cargado, pero lleno de una nueva comprensión. La conexión que hemos establecido va más allá de lo físico; es una unión de almas que se ha sellado en esta noche intensa. Damián me mira con una expresión que mezcla ternura y determinación. —Mara —dice finalmente—. Ahora sé quién eres. Me siento en paz y segura, a pesar del torbellino de emociones que nos rodea. Lo que hemos compartido esta noche ha cambiado nuestras vidas para siempre, y aunque el futuro es incierto, siento que estamos destinados a enfrentarlo juntos.

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