ALINA Después del baile que tuve con Mauricio, mi noche sin duda había mejorado bastante. Ese baile y ese canto me habían hecho bajar la guardia con él. Era un hombre maravilloso en muchos sentidos y era imposible negar que estaba empezando a sentir algo por él. No quería pensar en lo que podría pasar una vez que regresáramos al hotel. Me estaba volviendo débil con él. Nos habíamos ido a una de las mesas vacías para tomar una copa antes de entrar al salón donde se llevaría a cabo la subasta. Mauricio se ofreció a ir por unas bebidas para pasar el rato. No lo perdí de vista hasta que llegó a la barra de licores. — ¿Cómo es que una mujer tan guapa como tú está sola? —despegué mi vista de la barra, donde ya era casi imposible ver a Mauricio, para toparme de lleno con un hombre bastante