ALINA Desperté en los brazos de mi esposo. Sentí un sutil movimiento a mi espalda. Abrí lo ojos con pereza y me vi rodeada de sus fuertes brazos musculosos a medida que iba sintiendo como repartía besos en mi espalda hasta llegar a mi cuello. Hice mi cabeza a un lado para dejar descubierta mi yugular, mientras una de sus manos recorría de mi abdomen hasta llegar a mis senos para estimularlos dando un pequeño masaje. Se me escapó un gemido de los labios, y Mauricio no desaprovechó la oportunidad para acercar sus caderas hacia a mis nalgas para hacerme saber lo que quería. — ¿Qué haces? —murmuré con una voz sensual. Me estaba rindiendo a él cerrando mis ojos para sentir mejor sus caricias. Era obvio lo que estaba haciendo, pero quería escuchar su voz. — Amanecí con ganas de ti. —Su voz