3."La niña"

1391 Words
3. Veinte años atrás Camille Realmente no tengo muchos recuerdos de mi infancia. Solamente las memorias de una niña más en el grupo de pequeños que permanecíamos en ese lugar, donde el amor de una familia, era inexistente. Bueno, entre los pequeños internos solíamos hacernos compañía, pero no había un padre o una madre que supliera las necesidades elementales de amor. Era una niña introvertida y callada que solía soñar mucho, con cosas que no conocía, pero que escuchaba hablar a los demás, que conocían el exterior. A mi madre no la recordaba, pues llegué a ese lugar a los tres años, cuando fui dejada por la mujer que me dio la vida, antes de que fuera llevada a un hospital donde finalmente muríó. No tengo ningún dato sobre eso, solamente lo que me contaron alguna vez y a mi corta edad, lo único que logré entender fue que nunca volverían por mí. Algunos niños eran mayores, así que varios venían de convivir con su padre, su madre o ambos. Yo no tenía nada de eso, sin embargo, sabía que un calor desconocido le hacía falta a mi corazón. Pero algo pasó un día. Me mandaron llamar de la oficina de la persona que se encargaba del lugar y cuando entré, dos personas, una mujer y un hombre adultos, me miraban de manera extraña. —Señores Moore, ella es Camille. Camille, esta noble pareja de esposos está interesada en llevarte con ellos y convertirte en una hija más. Salúdalos. Me acerqué tímidamente a ellos, quienes se pusieron de pie para recibirme. Pude notar que me miraban de manera analítica, pero no entendía el motivo. Quizás tenía sucia la cara, así que disimuladamente pasé mi mano por ella para limpiar lo que pudiera tener. —Hola Camille, mucho gusto. Soy Marguerite y él es mi esposo Carlo —La mujer me sonreía de manera amable, mientras el hombre me miraba fijamente pero sin pronunciar palabra hasta el momento. —Hola, yo soy Camille y tengo siete años. —Les señalé con mis manos la cantidad de años que tenía y ellos sonrieron un poco. —Te vimos entre los niños y nos pareciste muy linda. Nos gustaría tratarte más para saber si puedes congeniar con nosotros y llevarte a casa. Puedes ser una gran hermana para nuestra hija Sabine. Les sonreí con inocencia, y, a partir de ese día, sus visitas fueron más frecuentes. Solían llevarme ropa bonita y golosinas que me gustaban mucho y las cuales solía compartir con mis compañeros más cercanos. Todos me decían que tenía mucha suerte y que de seguro pronto me iría de ahí. ***** —Bien, ya está listo todo el papeleo y solo falta la última visita de la persona de servicios infantiles con la niña en casa, para revisar la interacción con los miembr0s de la familia en su entorno. Si todo está bien, Camille puede ir con ustedes en unos días más. Yo no lo podía creer, así que me sentía feliz de saber que pronto tendría una familia que iba a amarme, por lo que esperaba con ansia el momento de ir a la casa de los señores Moore para demostrar que sería la mejor hija y la mejor hermana. Y llegó el gran día para ir a conocer mi posible nuevo hogar. Los señora Moore me llevaría a su casa y me quedaría con ellos por tres días, en los cuales, conocería el sitio y trataría de adaptarme pronto. —¿Lista Camille? —La señora Moore parecía una buena mujer y me hablaba con cariño. El señor Moore no era muy expresivo, pero me sonreía de vez en cuando y para mi eso era suficiente. No tenía manera de comparar como era un padre y una madre, así que para mí estaba bien. Cuando llegamos a la casa, bajé del auto maravillada, pues era el lugar más bonito que había visto jamás. En los libros de cuentos las casas no eran tan hermosas y no tenía muchas referencias ya que fui entregada al orfanatorio muy pequeña. —Pasa Camille. Ahora baja Sabine para enseñarte todo y que jueguen un rato. Solo asentí y me senté en el sofá a esperar a que mi futura hermana llegara. Pero cuando la niña bajó, solo me dio una mirada de menosprecio. No pude evitar sentirme intimidada a pesar de ser una niña más pequeña, aunque su forma de mirarme me hacía sentir triste y temerosa. —¿Así que tú eres la niña que me quiere robar a mi familia? —Fueron las primeras palabras que dijo, pero no quise hacer caso a ellas. No quería perder la única oportunidad de tener una familia. —Hola Sabine, no me quiero robar nada. Quiero ser tu amiga. —La niña se burló. No, definitivamente no me quería en esa casa. A pesar de que Sabine era un año menor, su inteligencia era sobresaliente, y al ser la hija mimada de una familia rica, la manipulación era parte de ella misma. —Solo te advierto que no voy a dejar que me robes lo que tengo y lo que considere que debe ser mío. Si creo que algo debe pertenecerme, deberás entregármelo. ¿Lo prometes? —No entendí en ese instante lo que me quiso decir. Pero lo sabría en el futuro. Pero en ese momento, solo asentí con una sonrisa y estiré la mano que me ofrecía esa pequeña nueva hermana. Y esas palabras y ese gesto de manos, sellaron el destino de estas dos hermanas que fueron unidas con motivos ocultos. ***** Desde el primer día que llegué a esa casa, mi vida cambió drásticamente. Ya que era muy pequeña entonces, aún no comprendía el porqué del interés de esas personas en adoptar a alguien que se convirtió en un fantasma en ese lugar. Los padres, que habían prometido amarme como a su propia hija, nunca demostraron el amor que ofrecieron el día de mi adopción. —Ven niña, te voy a mostrar tu cuarto. —La señora Moore, quien me hablaba dulcemente cuando me conoció, ahora era fría y distante. Y no hablemos del señor Moore. Cuando pasaba a su lado, era tan invisible como el aire. La única que me tomaba en cuenta era la pequeña Sabine, y no precisamente para cosas buenas. —Aquí vas a quedarte. No es necesario que merodees por la casa, así que trata de quedarte en tu habitación y busca en que entretenerte. Mañana te llevaré a la escuela para inscribirte. Solo escuchaba y trataba de mostrar una sonrisa para que supiera lo feliz que me sentía y lo agradecida que estaba. Cuando mi nueva madre se marchó, salí al pasillo, pero me detuve al llegar a la escalera. Observé que mi ahora hermana estaba al pie. Sonríe y me llama. —Cami, tengo ganas de jugar. Vamos afuera. —No sé si debía seguirla, pues me acababan de decir que no estuviera fuera de mi habitación. —No sé, dijo mamá que no saliera de mi cuarto. —Ella hace una pequeña mueca de desagrado. —¿Mamá? —En realidad la señora Moore no me había dicho que podía llamarla así, pero si ahora era su hija, creí que podía decirle así. —Ahora también soy una Moore. —La niña me sonrió de lado. Subió lentamente la escalera y se detuvo frente a mí. —Bueno, creo que entonces si debes llamarla mamá. Ahora vamos, salgamos afuera. **** Esa fue la primera vez que me dejé convencer. En mi deseo de ser aceptada, seguía a la “dulce Sabine” en todas las locuras imaginables para una niña de su edad. Y por supuesto, todo salía mal. Al final del día, me daba cuenta de que el título de hija no aparecía por ninguna parte, pues para los integrantes de la casa, yo solo era “la niña”. ***** Hola! Paso por aquí para avisarles que no hemos llegado a los cien lectores, pero aquí les dejo un capítulo más. Tengo el compromiso de terminar la historia de Sara, así que esta novela se actualizara 2-3 veces x semana hasta que termine la otra. Como avisé, es un drama y habrá momentos tristes, pero serán compensados en el futuro con muchos momentos bonitos para nuestra Cami. Gracias por leerla.
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