COMPLOTS COMPLICADOS

1595 Words
Ángelo Él las llevó al centro de control, mostrándoles las pantallas de todas las cámaras ocultas que se encontraban en cada rincón del crucero. —Miren, ese hombre, se llama Carlos, está con los hombres de barba que también querían comprar esa joya; yo no sabía que era tuya; la adquirí en el mercado n***o; si quieres te devuelvo lo que pagaste por ella. —No, tranquilo, de todas maneras, la subasta es para beneficencia, lo que sí me ofende es esa invasión a la privacidad, mira, incluso tienes cámaras en los baños, eso quiere decir que eres un pervertido que me miraste al ducharme, eres un atrevido y muy pervertido. A los vigilantes se les escapó una risita. — ¿Qué es lo gracioso? Los imbéciles se van a ganar que les moche las orejas por escuchar lo que no deben. —Ángelo, qué importa eso, si les permites ver otras cosas. —No, Ximena, todo esto es por seguridad; estamos bajo amenazas terroristas constantes; además, desde que ustedes llegaron retiramos las cámaras de sus dormitorios. Yo sería capaz de sacarle los ojos al que mire desnuda a mi mujer. —¿Y dónde está su mujer? —Ximena, me estás preguntando lo obvio, solo tienes que mirarte en un espejo. —Ay, no seas payaso, no puedo ser tu esposa, si ya estoy casada. —Estamos en el mar, técnicamente, si nos podemos casar, según las leyes del mar. —Eso es carreta, señor don depravado, mejor déjame escuchar la conversación de esos tipos—. Dijo Ximena colocándose unos auriculares. —Espera, Ximena, primero tienes que aceptarme una cita para dejarte escuchar lo que esas sabandijas hablan de ti. —No estoy de acuerdo, sería como un pacto con el diablo. —Es como un contrato de matrimonio. —bueno, está bien lo que digas, se nota que tú eres de los que no crees en el matrimonio, por algo acosas a las mujeres casadas. —Estás muy equivocada conmigo, deberías dejar demostrártelo. —Qué pena estorbar a los tortolos, Ángelo, mientras tanto yo puedo escuchar lo que dice el jeque—. Interrumpió Mia, señalando la imagen del tipo en una pantalla. —Te quedo sonando lo de ser una princesa de ese harén, de todas maneras no te faltará nada, lo único es que no te vas a poder colocar nunca más esos minúsculos trajes de baño, será una perdida para la humanidad—. Dijo bromeando Ángelo. —Eso no me importa, debido a que algún día envejeceré y eso solo quedará en el recuerdo y en fotos de muchos, mientras yo seré un jeque mujer por siempre. —Y no podrás cambiar de novio cada semana—, agregó Ximena arrugando el ceño. —Ximena, buen punto, concibo que mejor me quedo así; al igual soy la princesa de mi papá, quien es el presidente de la petrolera colombiana. —Sí, Mia, ojalá algún día encuentres alguien que pueda reemplazar a tu amado Ariel—, Ángelo le dijo mientras le daba una palmada en la espalda. —¿Quién es ese? —preguntó emocionada Ximena. —Amiga, te juro que me lo tienes que contar, y por qué razón él lo sabe y yo no, que soy tu mejor amiga. —Es que es una historia muy larga y con un final maluco, mejor un día de estos con muchas botellas de ron y una daga para cortarme las venas—. Mia, hablo casi para llorar. —Bueno, amiga, será en tu bar cantando rancheras a todo pulmón. —Me gustaría ir a acompañarlas, eso si tu marido no se molesta y si te da permiso para ir. —Está complicado, me estoy enterando de que mi marido es un tipo muy peligroso y tramposo, parecido a ti, capaz de hacer una subasta donde supuestamente las ganancias las destinarían a mi orfanato, de organizarla en un crucero para hacerme una encerrona, muy astuto, dejándome la única opción para escapar la de lanzarme por la borda. —No creo que te atrevas; que tal quedes colgando, haciendo el ridículo como la otra vez. —Esperen, ahora soy yo la que me perdí de algo—, habló Mia, juntando las manos. —Tal vez omití algunos pequeños detalles bochornosos, mejor escuchemos lo que esos tipos están confabulando—. Cerró la conversación Ximena, colocándose de nuevo los auriculares. *** En la habitación los dos hombres barbados y Carlos revelaban su complot. —Carlos, tenemos que matar a esa vieja. —Aguarda, Chapa, tenemos que hacer las cosas bien, no podemos actuar sin pensar, ya saben, toca actuar con guante blanco. —Aunque tampoco debemos dejar pasar la oportunidad, Carlos, ella tarde o temprano descubrirá todo. —Si Pascal, en eso tienes razón, esa joya le dará indicios y ya sabes lo que quiere don, don ese, siempre se me olvida el nombre. —Por supuesto, ese señor fue muy claro que la quiere muerta, de esa forma tomara posición de la mina y la fábrica de joyas, y además podrá seguir utilizándola de fachada para lavar dinero de esos carteles. —Si hay está el verdadero dinero, en cambio, se sabe que la chica no haría nada, que se considera ilegal; debemos de haberla matado antes que se subiera a este crucero. Ahora está complicado, pues escuché rumores de que este crucero es del mafioso italiano llamado doctor D. —Si eso es un verdadero problema, podemos terminar en el fondo del océano con pies de cemento al mejor estilo de la mafia italiana. —Carlos, eso eran otros tiempos, ahora están a la moda, de seguro emplearán motosierras o ácido. —Huy, no calle esa boca con esas cosas tan feas, don Pascal. —Bueno, es mejor no pensar en ello. —Señores, le están dando vueltas al asunto, debemos de asesinar a la señorita Ximena. Ella, escuchando esto, le dio un escalofrío en la barriga, Ángelo la abrazó, calmándola con su tibieza y su olor a colonia francesa y siguieron escuchando. —No podemos matarla, es una chica que ha sufrido mucho, debe de haber otra solución, podemos seguir lavando dinero sin que ella se entere, además también estamos preparando una demanda. —¿Una demanda?, don Carlos, no será porque no deja blanquear activos. —No, don Chapa, es que en el testamento de los padres existía una cláusula donde ella debía casarse con un tipo, para poder acceder a su herencia, que son la mayoría de acciones. —Yo oí que se había casado, aunque nunca se ve con marido. —Ese es el asunto, don Pascal. Vamos a acusarla de fraude. Fingió matrimonio por conveniencia, para heredar y luego se separó. Incluso estamos buscando al supuesto esposo para que testifique contra ella, pues tocará darle unos pesos. Igual debe de ser un gañán aprovechado que, si accedió a casarse por dinero, debe de hacer cualquier cosa. Debe de ser un gigoló. —Don Carlos, eso es algo ilusorio, meras ilusiones, tenemos órdenes de matarla y llevarnos la joya, ya nos pagaron por eso y tenemos que cumplir o cumplir. —No, debemos hacer las cosas mejor, recuerden que no podemos matarla en el barco. —Tranquilo, don Carlos, la mataremos cuando bajemos del crucero, interceptaremos el auto que las lleve al aeropuerto, haremos parecer que fue un accidente, como siempre. —No, señores, yo no estoy de acuerdo, debemos esperar a quitarla del camino de otra forma, esperemos la demanda u otra cosa, o tal vez debamos crear otra empresa para que nos sirva para legalizar el dinero. Ya estamos viendo una vaina de minería de monedas virtuales. —Eso es algo para engañar bobos, yo perdí unos millones con esas cosas. —Las usaremos para el lavado de activos, no para invertir. —No, don Carlos, ya está decidido, la mataremos al finalizar este crucero del amor; lo que sí puedes escoger es si nos ayuda como estaba planeado o si mejor quieres ir a engañar a los peces con eso de las criptomonedas. —Está bien, como quiera, solo que conste que dije que no era una buena idea, no sabemos si eso afecte al doctor D, se dice que es un s******o, meterse con Ángelo, es implacable. —Eso no lo afectará, ya te dije que la mataremos fuera del barco, tranquilízate, Carlos. —Muchachos, llegara la policía a investigar y ataran cabos de la subasta del crucero, esto le puede representar inconvenientes y complicaciones, acuérdense de cómo ese famoso detective Das agarró a ese capo siguiendo su rastro de cigarrillos; es algo temible. —Temible no, ese capo se descuidó. Como todos esos, se dejó deslumbrar de su riqueza y, por dárselas de mucha plata, compraba esos tabacos de los mejores del mundo, edición especial, y siempre dejaba las colillas o las cajas en donde se la pasaba. Solo fue cuestión de seguir el rastro de compra de ese producto que poca gente en este país tiene el dinero de adquirir. —Yo escuché que metió un GPS en una caja de esos tabacos. —Algo de eso o de lo otro, lo que quiero decir es que uno no sabe cómo le pueden seguir el rastro y terminar muerto o en una celda en los Estados Unidos, que sería peor, supongo. —Eso no importa, no nos podemos dar ese lujo de que ella se nos vuele y se nos pierda, y con ese collar menos, tenemos que matarla y robarle el collar; es mi última palabra.
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