Angela no comprendía por qué era ese rostro lleno de molestia y al mismo tiempo preocupación de su padre, el hombre solo guardo silencio y le pidió encarecidamente que se alejara de él, no parecían hablar de la misma persona, pues Graham era adorable, y por la forma en la que Fausto hablaba de él, era como si fuesen dos mundos distintos.
La familia se preparó par asistir a una fiesta de compromiso distinta, seria de antifaces, ella al igual que sus padres se preparaba para demostrar como siempre la clase y perfeccionismo de los Fiore.
Angela podía ponerse una bolsa encima, y aun así resaltaría su belleza, era una mujer con curvas que dejaban boquiabierto a quien la veía.
— Como siempre te ves hermosa mi dulce Angela, no cabe duda que eres igual a tu madre.
Decía Areli haciendo sonreír a su hija.
Pero Angela aún no se sacaba de la mente la charla con su padre.
— Mamá, ¿puedo hacerte una pregunta?
Areli asintió, su hija tenía un rostro preocupado al ver a su hija, pues Angela siempre estaba sonriendo, y en esta ocasión parecía muy intranquila.
— Claro hija, ¿qué sucede? ¿Por qué tienes ese rostro desencajado?
— ¿Por qué papá dijo eso sobre Graham Basco, tú lo conoces?
Pero Areli no recordaba haberlo conocido, incluso a esa familia le era bastante extraño recordares, pues conocía a todo el mundo alrededor de su sociedad.
— Sinceramente no recuerdo ese nombre, quizá algún tipo con el que tu padre hizo negocios, le preguntaré mas tarde, así que ahora deja de pensar en ello y vamos a divertirnos, quizá esta noche conozcas al amor de tu vida corazón, no lo sabes.
Angela sonriente le dio un abrazo a su madre, una dulce mujer que la amaba, que siempre le había demostrado lo que era el incondicional amor de una madre para su hija.
La familia llego al evento, una fiesta como las que jamás olvidas por el costoso y extravagante decorado, había alimentos al por mayor, muchos camareros que atendían sin parar a los invitados, se sabía quienes eran los futuros esposos, pues iban vestidos de blanco como la invitación lo decía, nadie excepto ellos podía llevar ese color.
Angela se supo un hermoso vestido color rojo, corte corazón que dejaba ver el nacimiento de sus preciosos pechos redondos y perfectos.
Una diminuta cintura que era la envidia de todas, incluso la futura novia que era algún tipo de amiga de Angela la veía con algún desprecio en su mirar, Angy provocaba que todos en la fiesta sin excepciones la voltearan a ver, los caballeros aun con sus parejas del brazo buscaban la oportunidad de disfrutar ese corte en la pierna derecha que dejaba al descubierto la tonificada y preciosa piel de la chica.
— Como siempre estas fiestas son increíbles, ¿no lo crees Fausto?
El hombre besaba la mano de sus mujeres y asentía.
— Cuando mi dulce niña encuentre el amor, te aseguro que esta fiesta se quedara corta con todo lo que haremos por ella, se merece lo mejor.
Angela le daba un beso en la mejilla a su padre, ella sentía con su corazón la fortuna de tener padres como ellos.
— Ni lo digas querido, cuando mi Angy nos dé la buena nueva, te aseguro que no habrá poder humano que me detenga, será el evento del siglo.
Angela tenía un poco de sed al igual que su madre, quien enviaría a Fausto por un par de bebidas.
La fiesta había sido de antifaces, así que aun cuando reconocías a alguien te quitabas en antifaz un segundo para asegurarte que era quien pensabas.
— Ahí esta Bacila, ahora regreso hija iré a charlar con ella.
Angela se quedaba de pie sola en ese momento, esperando a su padre que le sonreía mientras esperaba las copas para su familia, un camarero lo acompañaba mientras que Angela sintió como alguien acaricio sutilmente su cintura.
— Lo siento.
Dijo un hombre alto y de un cuerpo marcado bajo un perfecto traje que accidentalmente había chocado con ella, no fue algo fuerte o escandaloso, él parecía huir de alguien, pues solo la vio a los ojos y le dedico una mirada de disculpa.
Angela no tuvo tiempo de contestar nada, esos preciosos ojos bajo el antifaz la habían dejado algo anonadada, no tenía idea de quien era él, pero ese aroma, un delicioso perfume que impregnaba a su alrededor al pasar, la dejaba disfrutando de ese dulce toque.
— Listo hija, aquí tienes.
Angela se quedaba al lado de su padre, viendo como habían perdido a Areli, que pasaba de una mujer a otra saludando y charlando, era una buena conversadora.
— Como siempre seremos tú y yo mi dulce Angy, ven, vamos a probar uno de esos postres de leche, ¿aún son tus favoritos?
Pregunto Fausto haciendo sonreír a su hija.
— Claro papá, y no solo mío, nuestro, tienes el mismo descontrol que yo por ese delicioso manjar.
Angela y su padre disfrutaban de un placer hecho postre, Areli solía frenar a su esposo, pero ahora estaba muy ocupada así que ambos se dejaban llevar probando uno y otro, a pesar de tener un cuerpo de envidia, Angela jamás hacia una dieta, pero solía ejercitarse y salir a trotar por las mañanas, siempre estaba haciendo algo, era algo imperativa, por eso no disfrutaba mucho de esas fiestas, donde tenías que estar de pie luciendo bien, o sentada esperando a que todo terminara.
— Angela vio en un rincón de la sala a ese tipo de nuevo, estaba junto a una chica, pero su mirada era distinta, ahora parecía frustrado, incluso molesto, la chica aun que era hermosa, parecía decirle algo que lo irritaba aún mas, pues comenzó a mover sus manos como si deseara que lo dejaran solo.
— ¿Los conoces?
Pregunto su padre al ver que Angela los veía discutir.
Pero Angy se negó.
— No, yo solo veía porque parecen irritados.
Fausto intentaba reconocerlos, pero era difícil con ese antifaz.
Angela se preguntaba, ¿quién era él? ¿Y por qué estarían molestos?
Se giró hacia donde se preparaban los futuros esposos a dar un discurso para sus invitados, pero en un momento cruzo una mirada con aquel sujeto que ahora caminaba hacia ella, o mejor dicho hacia la salida, paso a su lado y ambos se veían como si intentaran saber que era lo que pensaba el otro.
El tipo salió y Angy se quedó en su lugar junto a sus padres para escuchar el anuncio...