Ashlyn estaba sentada en el primer escalón de la gran escalera de la mansión, con la mirada perdida en el suelo y el cuerpo tensionado.
Sus pensamientos iban y venían, como olas furiosas que chocaban contra las paredes de su mente, intentando entender cómo había llegado a este punto.
Todo lo que sentía era dolor, incredulidad y una creciente ansiedad que no la dejaba en paz.
De pronto, la puerta de la mansión se abrió y, al levantar la vista, vio a Zahir entrar con Madison sostenida de su brazo.
Aún con la vista borrosa por el cansancio y el dolor, se puso de pie, manteniendo el control de sus emociones.
Caminó hacia ellos, con nervios, no sabía que podía decir, que hablar para que Zahir pudiera creer en sus palabras, sabía que tenía que dejar las cosas claras.
Madison, con una expresión triunfante y una sonrisa apenas contenida, fue la primera en hablar.
—Afortunadamente, mi bebé está muy bien. —Madison se pasó una mano por el vientre, como si estuviera protegiendo algo sagrado. La mirada llena de satisfacción y burla se dirigió a Ashlyn—. No conseguiste lo que querías.
Ashlyn apretó los puños, intentando mantener la calma.
—Madison, tú sabes que jamás te empujé. Tú lo sabes. Esto… esto es una mentira.
Madison soltó una risa casi burlona, negando con la cabeza.
—¿Hasta cuándo vas a seguir mintiéndole a Zahir? —dijo con voz lastimera, como si la situación le causara una profunda pena—. Acepta que cometiste un error, Ashlyn.
Ashlyn estaba a punto de responder cuando Zahir se adelantó y, con voz autoritaria pero sin levantarla, le respondió.
—Ashlyn, quiero que vengas conmigo al despacho.
Ella tragó saliva y, en silencio, lo siguió.
Caminó detrás de Zahir hacia esa puerta del despacho. Cuando la puerta se cerró tras ella, supo que el momento de la verdad había llegado.
Zahir la miró en silencio durante un largo momento, como si buscara en su rostro respuestas que no encontraba.
Finalmente, rompió el silencio, su voz estaba impregnada de una decisión y decepción.
—Quiero que te vayas de esta mansión, Ashlyn. No voy a esperar a que el divorcio esté finalizado. Puedes quedarte en algún lugar cercano mientras resolvemos esto, pero no puedes seguir aquí.
Ashlyn sintió un nudo en la garganta, y las lágrimas que había intentado contener comenzaron a acumularse en sus ojos.
Tragó el dolor y lo enfrentó con la voz rota, apenas reconociendo su propio tono.
—¿De verdad crees que intenté hacerle daño a Madison? ¿Que sería capaz de poner en peligro a tu hijo? ¿Tú, de verdad, piensas eso de mí?
Zahir desvió la mirada por un instante, pero cuando la volvió a enfocar, sus ojos reflejaban una tristeza pesada, como si una parte de él estuviera también sufriendo.
—Ya no eres la misma persona con la que me casé. La nobleza que vi en ti, la bondad que tanto admiré… siento que se han ido. Y entiendo que yo tengo la culpa de mucho de lo que ha pasado.
Ashlyn negó con la cabeza, sin poder creer lo que escuchaba.
—¡No soy la misma porque tú me has destrozado! Tú… tú y todas las promesas rotas, los sueños destruidos, el dolor, la traición. —Su voz se quebró, y las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas—. Pero aunque ya no sea la misma, jamás sería capaz de hacer lo que Madison está diciendo.
Zahir suspiró, como si sus palabras también lo estuvieran desgarrando.
—Madison está embarazada, Ashlyn. No puedo arriesgarme a poner en peligro la vida de mi hijo. Mientras tú estés aquí, esa posibilidad existe. Necesito protegerlo.
Ashlyn sintió cómo se rompía algo en su interior, una herida que dolía aún más porque venía de la persona que más amaba.
En su corazón sabía que, aunque él decía querer proteger a su hijo, la verdadera razón de su partida era que había dejado de confiar en ella.
—Quizás… quizás si me hubieras escuchado… podríamos haber encontrado otra manera de ser padres tú y yo. Pero tú lo echaste todo a perder. —Las palabras salieron en un susurro, como si no pudiera darle volumen a un dolor tan profundo.
Zahir negó con la cabeza, visiblemente cansado. —No quiero discutir sobre lo que pudo haber sido. Lo que fue… ya no tiene arreglo.
Ashlyn respiró profundamente, aceptando la realidad que le dolía hasta los huesos.
—Está bien. Mañana, al amanecer, me iré de esta casa. Ya no puedo soportar estar aquí, en medio de mentiras, traiciones y… y este dolor insoportable.
Zahir asintió, con una expresión que parecía no importar el dolor que Ashlyn sentía.
Ashlyn no esperó una palabra más, salio del despacho sintiendo un nudo en la garganta y un dolor que parecía no podía sanar.
Justo cuando abría la puerta de su habitación, la voz de Madison la interrumpió, pero no era cualquier voz, era una voz de triunfo mientras se reía como si lo hubiera logrado todo.
—Lamento que ese niño vaya tener una madre como tú, porque realmente eres mala Madison— No dudó Ashlyn en decirle.
Madison no pudo evitar burlarse porque a pesar de sus palabras, ella seguía ganado la batalla.
—Por favor Ashlyn, al único que le interesa este bebé es a tu esposo que pronto será mío— dijo.
—Te lo regalo, no quiero tampoco estar con un hombre que me ha engañado, felicidades Madison— Le respondió tratando de mantener la calma.
Ashlyn entró finalmente a su habitación y se dejó caer en la cama, se aferraba a la almohada en la que una vez Zahir había reposado su cabeza.
—Te amo y te odio tanto Zahir por tanto dolor que me provocas— Se dijo a sí misma con decepción.
Esa misma noche, Ashlyn ordenó sus maletas, recogió todo lo que le pertenecía, y la dejó a un lado.