Una semana después, Ashlyn estaba sentada en el jardín trasero de la mansión, disfrutando de la calma de la mañana mientras revisaba unos expedientes médicos.
El leve murmullo de las hojas y el canto lejano de los pájaros creaban un ambiente de paz que ella intentaba aprovechar para despejar su mente.
Había sido una semana pesada, y cada segundo que pasaba le ayudaba a aclarar sus pensamientos.
Sin embargo, esa paz se rompió al escuchar pasos tras ella. Al levantar la mirada, vio a Zahir acercarse con una expresión seria.
Su presencia, tan inesperada, la hizo suspirar de manera inconsciente, ya que en su interior sabía que no traía buenas noticias.
—Ashlyn —dijo Zahir, en tono formal—, la segunda fase del divorcio está lista. Necesito tu firma.
Ashlyn levantó una ceja y esbozó una sonrisa amarga.
—Parece que realmente te urge separarte de mí, ¿verdad? —replicó, con un tono desafiante, aunque el dolor se asomaba en su mirada.
Zahir permaneció serio y respondió, sin miramientos. —Solo quiero acabar con esto. Necesito estar separado de ti, Ashlyn. Es lo mejor.
Las palabras fueron como puñales, y aunque intentaba no mostrarlo, el dolor era evidente.
Pero, en vez de dejarse vencer, decidió enfrentarlo. Tomó aire y, con una sonrisa sarcástica, le respondió.
—Pues no pienso firmar, Zahir. La última vez que estuvimos juntos, en la piscina… no parecías precisamente alguien que quisiera terminar con esto. Pude notar que aún sientes cosas por mí.
Zahir frunció el ceño, visiblemente incómodo por el comentario. Apartó la mirada unos segundos, como si buscara las palabras adecuadas para evadir el tema.
—No le des tantas vueltas a eso. Fue solo… un momento de debilidad —murmuró, intentando mostrarse firme.
Ashlyn soltó una risa breve, cargada de ironía.
—No te creo, Zahir. No después de cómo me miraste, de cómo me besaste… No me engañas tan fácil.
Zahir la miró con intensidad, casi como si estuviera debatiéndose entre dejar salir la verdad o mantener su fachada.
Finalmente, su rostro se tornó inexpresivo, como si se colocara una máscara fría.
—Madison está esperando un hijo mío —dijo, sin emoción, como quien anuncia algo inevitable.
Las palabras la golpearon como un mazo. El impacto fue tan fuerte que por un momento Ashlyn sintió que todo su cuerpo se quedaba paralizado.
Su mirada, antes desafiante, se volvió vidriosa, y las lágrimas comenzaron a asomarse sin que pudiera contenerlas.
—¿Es… es una broma? —preguntó, en un susurro lleno de incredulidad.
Zahir negó lentamente con la cabeza, manteniendo su mirada fija en el suelo, como si temiera ver la reacción de Ashlyn.
—No es una broma, Ashlyn. Madison está embarazada. Tendré un hijo con ella.
El dolor y la rabia se mezclaron en su interior como un torbellino. No pudo contenerse; con la mano temblorosa, levantó el brazo y lo abofeteó.
El sonido resonó en el aire, pero él no se movió, ni siquiera levantó una mano para detenerla.
—Esa es la verdadera razón por la que me dejas… —murmuró, con la voz rota, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas—. Desde el principio, ¿verdad? Todo fue una mentira.
Él la miró, con una expresión inexpresiva, sin decir nada, y su silencio fue una respuesta aún más cruel.
En ese instante, Ashlyn sintió cómo el último resquicio de esperanza se rompía, dejándola vacía y derrotada.
Zahir mantuvo la mirada baja, como si no pudiera soportar el peso de las lágrimas en los ojos de Ashlyn, pero su voz quebrada llenó el silencio.
—¿Serías capaz de perdonarme, Ashlyn? —preguntó en un murmullo—. ¿Podrías vivir sabiendo que tendría un hijo con… otra persona?
Ashlyn soltó una risa amarga y apagada, mirándolo con el corazón desgarrado.
Apenas podía reconocerse en sus propias palabras, pero el dolor y la traición la ahogaban, dándole un tono cortante a su voz.
—¿Desde cuándo me engañabas, Zahir? ¿Desde cuándo fui solo una opción mientras estabas con ella?
Zahir no respondió. Su silencio fue como una confesión, una prueba del engaño que tanto tiempo había evitado confrontar.
Ashlyn lo miró, intentando encontrar en él algún rastro del hombre que alguna vez pensó amar.
Pero solo encontró una sombra de lo que había sido, y su corazón se rompió un poco más.
—No tienes idea del dolor que estás provocándome, y ni creas que te perdonaré. Jamás podré olvidar esto —murmuró con voz temblorosa.
En un arranque de ira, Ashlyn tomó el documento que él le había dado minutos antes y, sin pensarlo dos veces, firmó con manos temblorosas, sellando su decisión.
La tinta en el papel parecía una marca definitiva, una promesa de cerrar una etapa que alguna vez creyó eterna.
Zahir extendió la mano, intentando detenerla cuando ella comenzó a alejarse, pero Ashlyn luchó por liberarse de su agarre.
Quería alejarse, salir de su alcance y recuperar algo de la dignidad que él había destrozado.
—Déjame en paz, Zahir —dijo con voz ahogada—. Te deseo toda la dicha del mundo con ella, con su hijo… y con la vida que eliges vivir.
Zahir bajó la mano, apretando los labios en un intento por retener las palabras que no sabía cómo decir.
—En unas semanas, tendremos que volver para firmar el último documento. Esa será la firma definitiva.
Ashlyn, con un brillo de desafío en los ojos a pesar de las lágrimas que no podía contener, le respondió con firmeza.
—Esperaré ese momento con ansias, Zahir. Porque no puedo pasar ni un minuto más casada con alguien que me traicionó de esta manera.
Sin darle tiempo a decir más, Ashlyn se giró y caminó de vuelta hacia la mansión.
Al entrar, se encontró de frente con Madison, quien la observaba con una sonrisa apenas disimulada.
Por un instante, los ojos de ambas se encontraron, pero Ashlyn no se detuvo. Siguió su camino sin decir palabra, y se dirigió directamente a su habitación.