Ashlyn se apresuró de regreso a la mansión, sintiendo el sudor frío y el aire fresco del parque en su piel.
Después de su encuentro casual con William, necesitaba una ducha rápida y refrescante antes de iniciar su jornada en el hospital.
Al llegar, subió las escaleras y se dirigió a su habitación sin detenerse, esperando que Zahir y Madison aún estuvieran durmiendo o, en el mejor de los casos, que ya hubieran salido.
Se metió bajo el agua caliente de la ducha, tratando de limpiar no solo el cansancio de la carrera, sino también las emociones que sentía su corazón.
Luego de vestirse con su uniforme médico, ajustando el cuello de su bata blanca, se preparó para marcharse.
Justo cuando se giraba para salir, una voz firme y conocida la detuvo en seco.
—¿Desde cuándo te ves con William? —Zahir la miraba desde la puerta, sus brazos cruzados y la expresión grave.
Ashlyn levantó una ceja, confundida, y respondió con una frialdad que reflejaba el cansancio de esa conversación interminable.
—¿Perdón? No entiendo de qué estás hablando.
Zahir apretó la mandíbula y dio un paso hacia ella.
—Te vi esta mañana. Estabas hablando y riendo con él en el parque, como si fueran… como si no existiera nada más en el mundo.
Ashlyn no pudo evitar sonreír de manera irónica. —William es solo un amigo, Zahir. ¿Qué tiene de malo que me ría o hable con él?
Zahir soltó una risa amarga. —No olvides que William siempre estuvo enamorado de ti en la secundaria. Lo sé porque me lo dijo personalmente y además siempre me odió porque terminaste tu corto romance con él.
Ella lo miró a los ojos, sintiendo una mezcla de resentimiento y nostalgia al recordar cómo había abandonado su romance con William para estar con Zahir, creyendo que él sería el amor de su vida.
—Lo sé. Y probablemente el error más grave que cometí fue terminar ese pequeño romance solo para estar contigo —dijo, en un tono bajo y sarcástico.
Zahir desvió la mirada un segundo, su expresión endureciéndose.
—No me importa lo que digas, Ashlyn. Puedes retomar esa relación si es lo que te place. De hecho, haz lo que quieras.
Ashlyn lo miró en silencio, sintiendo la desilusión crecer como un peso en su pecho.
—No necesito que me des permiso para ver a quien yo quiera. Puedo estar con quien desee y no es tu asunto.
Zahir la miró sin responder, pero el brillo oscuro en sus ojos hablaba por él. Sin más, Ashlyn tomó sus cosas y salió de la mansión, luchando contra el enojo y la tristeza.
Durante el camino al hospital, las palabras de Zahir seguían retumbando en su mente.
¿Realmente él la estaba alentando a buscar consuelo en los brazos de alguien más?
Aquella actitud distante y fría parecía haber destrozado los últimos hilos de esperanza que tenía en su relación.
Al llegar al hospital, trató de concentrarse en sus responsabilidades, pero un pensamiento la asaltó.
Llevaba unos días con malestar y cansancio inusuales, y aunque era algo pronto, había una posibilidad que no podía ignorar.
Se dirigió al área de consultas internas y, tras una breve espera, fue recibida por su doctora.
La doctora le sonrió al verla y la invitó a recostarse en la camilla para realizar el ultrasonido.
Ashlyn observaba la pantalla con ansiedad, su respiración contenida, esperando encontrar alguna señal que confirmara sus sospechas.
Luego de unos minutos de observación, la doctora apagó el equipo y se giró hacia ella con una expresión calmada.
—Ashlyn, no estás embarazada. —La doctora le habló con una voz suave pero profesional—. Sé que es difícil, pero debes esperar a que tu ciclo menstrual vuelva con normalidad.
Ashlyn sintió una mezcla de alivio y decepción que la dejó sin palabras por un momento.
—He seguido el tratamiento al pie de la letra —susurró, casi en un tono de súplica—. Pero parece que no funcionará… ¿verdad?
La doctora asintió, sus ojos reflejando una comprensión genuina.
—Sé cuánto has luchado, Ashlyn. Pero puede ser el momento de considerar otra opción. La histerectomía podría ser una alternativa para mejorar tu salud en general.
Ashlyn negó rápidamente, con la voz temblorosa. —No, aún no… no quiero renunciar a esto. Ser madre es mi mayor deseo, y aún no estoy lista para renunciar.
La doctora suspiró, con una mirada de compasión. —Entiendo, pero también tengo que ser honesta contigo sobre los riesgos. Este tratamiento es muy agresivo, y seguir con él podría afectar aún más tu cuerpo a largo plazo.
Ashlyn respiró hondo, sintiendo cómo sus esperanzas parecían desvanecerse con cada palabra. Aun así, levantó la mirada, firme en su decisión.
—Estoy dispuesta a continuar, doctora. Sé que es un riesgo, pero lo aceptaré. Solo necesito un poco más de tiempo.
La doctora le dedicó una sonrisa alentadora. —Está bien, Ashlyn. Seguiré acompañándote en este proceso, pero si en algún momento sientes que es demasiado, quiero que sepas que hay que sacar el problema de raíz.
Ashlyn asintió, pero con un dolor incalculable, y salió del consultorio con el corazón pesado.
Antes de alejarse lo suficiente del consultorio de la ginecóloga, una mano la agarró del brazo con fuerzas.
Con poca reacción, Ashlyn levanta la mirada e inmediatamente ve que Madison fue quien la detuvo.
—¡Suéltame Madison!— Lee exigió mientras tomaba su brazo y lo quitaba con fuerzas.
—Querida, no te vi en la hora del desayuno, ¿No me digas que ya has firmado?. ¿Cuánto tiempo estarás rogando un amor que no existe por ti?— Preguntó irónicamente.
—No te incubé Madison, eso es entre Zahir y yo.
—Zahir no te ama, más te vale que firmes querida.
Sin que lo vieran venir, la misma doctora que atendió a Ashlyn, mencionó el nombre de Madison.
Así que sin darle espera, Madison se alejó mientras no dejaba de sonreír.