A la mañana siguiente, Ashlyn llegó a la oficina gubernamental donde trabajaba Zahir.
Con su salida del país, necesitaba dejar todo orden, porque se tomaría un poco de tiempo para sanar .
Se acercó a la secretaria, quien levantó la vista sorprendida. —¿Podría anunciarle a Zahir que estoy aquí? —pidió Ashlyn en un tono amable.
La secretaria asintió y se comunicó rápidamente con él. Apenas unos segundos después, la puerta de la oficina de Zahir se abrió, y ella se sintió de nuevo bajo su mirada.
Zahir, sin decir palabra, le hizo un gesto para que entrara. Una vez dentro, Zahir tomó asiento pero él se levantó nuevamente de su silla y la observó con intriga, estaba un poco confundido.
—¿Qué haces aquí? —preguntó, cruzando los brazos.
Ashlyn respiró hondo, manteniendo la calma. —Quiero saber en cuánto tiempo estará listo el divorcio —respondió, mirándolo directamente a los ojos.
Zahir se quedó en silencio por un momento y luego asintió lentamente.
—En unos días el abogado me dará la confirmación. Te lo haré saber en cuanto tenga noticias.
—¿Unos días? —replicó ella, apretando los labios—. Es mucho tiempo, Zahir.
Él la miró con una ligera expresión de sorpresa, y su tono se volvió un tanto irónico.
—Parece que estás desesperada por divorciarte.
Ashlyn frunció el ceño ante su comentario, pero se controló.
—Voy a salir del país, y no sé cuándo regresaré —dijo, procurando que su voz no temblara.
La expresión de Zahir se tornó seria; sus ojos mostraban sorpresa y algo que ella no pudo interpretar del todo.
Por unos segundos, pareció quedarse sin palabras.
—Te… deseo un buen viaje —dijo finalmente, en un tono que sonaba algo distante—. ¿Cuándo te vas?
—En dos días —respondió ella, sin apartar la mirada.
Él asintió, como si estuviera procesando la información.
—¿Dónde estás viviendo? Si el trámite del divorcio está listo antes de tu partida, puedo enviarte los documentos.
—En el departamento que me dejaron mis padres —contestó, manteniendo su voz calmada a pesar del dolor que sentía.
Zahir asintió nuevamente, y su mirada se endureció.
—Si eso es todo, puedes marcharte —dijo en un tono que la atravesó como una daga.
Ashlyn sintió que las palabras la lastimaban, pero se negó a mostrar vulnerabilidad.
Se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta sin decir nada más.
Justo cuando giraba el picaporte, la puerta se abrió y Madison entró, deteniéndose al verla allí.
Sus labios se curvaron en una sonrisa de triunfo.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Madison, con una voz de burla—. ¿Viniste a rogarle a Zahir que vuelva contigo?
Ashlyn la miró sin expresión, tomando un instante para mantener la compostura.
Ashlyn mantuvo la mirada serena y tranquila sobre Madison, y con voz suave pero firme, le respondió.
—No voy a discutir contigo por Zahir. Te lo dejo, y de verdad, espero que ambos sean muy felices.
Madison la miró con una sonrisa sarcástica, pero había una chispa de molestia en sus ojos.
—Sabes bien que amas a Zahir —dijo, deleitándose en sus palabras—, pero él no te ama a ti. Lo has perdido, Ashlyn.
Ashlyn respiró hondo, sosteniéndole la mirada sin titubear.
—Así como él dejó de amarme, yo también dejaré de amarlo —respondió con calma.
Antes de que Madison pudiera replicar, Zahir intervino, levantando la voz con un tono que sorprendió a ambas.
—¡Basta! —exclamó, mirando a Madison—. Deja de molestar a Ashlyn. No quiero discusiones aquí.
Madison lo miró, visiblemente desconcertada por su repentina defensa hacia Ashlyn. No estaba acostumbrada a que él la contradijera, y su expresión pasó de la sorpresa a la indignación.
Zahir, sin embargo, mantuvo su postura, dejando en claro que no permitiría más confrontaciones.
Justo en ese momento, Ashlyn sintió una punzada de mareo que la hizo tambalearse ligeramente.
Instintivamente, llevó las manos a sus ojos, cerrándolos con fuerza mientras intentaba recuperar el equilibrio.
Zahir, percatándose de su malestar, se acercó preocupado. —¿Ashlyn, te sientes bien? —preguntó con un tono de genuina inquietud.
Ella asintió débilmente. —Estoy un poco mareada… eso es todo.
Sin pensarlo, Zahir la levantó entre sus brazos y la llevó hacia el sofá, donde la recostó con cuidado.
Madison, observando la escena, entrecerró los ojos con desdén.
—Está fingiendo, Zahir —comentó con un tono venenoso—. Solo quiere llamar tu atención.
Zahir la miró con una expresión fría y autoritaria. —Sal de la oficina —le ordenó.
Madison abrió los ojos sorprendida, pero Zahir no le dio oportunidad de replicar.
Con un gesto que hacía con su mano, la guio hasta la puerta, y cerró tras ella sin siquiera mirarla.
Ashlyn recuperó la claridad unos segundos después y miró a Zahir con los ojos un poco borrosos.
—No tenías que sacarla —dijo, con voz suave—. Madison es tu prioridad ahora.
Zahir negó con la cabeza, pero ella no le dio tiempo de responder. Intentó levantarse, sintiendo todavía un ligero mareo que la hizo vacilar.
—Ashlyn, no estás bien aún —dijo Zahir, preocupado—. Es obvio que necesitas descansar un poco más.
—Se me está pasando —replicó ella, con un intento de sonrisa.
Sin esperar otra palabra, Ashlyn se incorporó y se dirigió a la puerta, dejando a Zahir de pie en el centro de su oficina, observándola marcharse.
Ashlyn fue hasta el estacionamiento, se entró en su coche y antes de encenderlo permaneció un largo rato.
El mareo se había pasado, sintió por unos instantes como el mareo se apoderaba de ella.
Después de recomponerse, Ashlyn se dirigió hacia el hospital para sus labores.
Cuando llegó, una enfermera se acercó y le dijo que unos conocidos estaban en el área de emergencias, así que sin dudarlo salió corriendo hasta allá.