El hospital

1002 Words
Ashlyn perdió el equilibrio, cayó al suelo, y su cabeza golpeó el borde de la encimera. Sintió un dolor punzante y el calor de la sangre corriendo por su frente antes de que todo se volviera oscuro. Mientras tanto, el humo seguía saliendo por la puerta y comenzaba a inundar la casa como una neblina densa y oscura. Fue entonces cuando Zahir, que había llegado de improvisto, caminó hacia el pasillo y notó la humareda extendiéndose por el lugar. —¡¿Qué está pasando aquí?! —gritó con voz alarmada, entrando en la cocina a toda prisa. Madison, al escucharlo, se dejó caer al suelo junto a la puerta de la cocina, adoptando una expresión de angustia y dolor. Al ver a Zahir, alargó la mano hacia él, fingiendo debilidad. —No… no puedo respirar —dijo, entrecortada, con una voz afectada que dejaba entrever su supuesta debilidad—. Me siento tan… débil. Zahir se acercó rápidamente y la levantó en sus brazos, protegiéndola del humo. Su atención estaba completamente en ella mientras caminaba hacia la salida. —Te sacaré de aquí, tranquila —le aseguró, sosteniéndola con cuidado. Mientras se dirigían hacia la puerta, un débil sonido los detuvo. —¡Zahir! —La voz de Ashlyn llegó desde la cocina, debilitada, pero llena de desesperación. Zahir giró la cabeza y vio a Ashlyn tratando de ponerse de pie. Tenía una herida en la frente de la cual brotaba sangre, y parecía mareada, apenas consciente. Sin embargo, antes de que Zahir pudiera moverse, Madison gimió, aferrándose a él con fuerza. —Por favor, sácame primero… Me siento tan… tan mal… —dijo, su voz apenas un susurro tembloroso—. No… no aguantaré mucho más. El conflicto se apoderó de Zahir por un instante, pero en su mente solo escuchaba la súplica de Madison. Con una mirada rápida a Ashlyn, tomó la decisión y avanzó con Madison en brazos hasta la salida, donde varios paramédicos ya esperaban. Al dejarla en la camilla, intentó regresar de inmediato, pero justo entonces, Ashlyn salió por su cuenta, con el rostro pálido y tambaleante. Los paramédicos la tomaron al instante y la colocaron en otra camilla. Ashlyn miró a Zahir con dolor y desilusión, sus ojos vidriosos y oscuros mientras los paramédicos comenzaban a atenderla, y él apenas pudo sostenerle la mirada. El ambiente en la mansión se tornó caótico en pocos minutos, y ahora la situación en el hospital parecía reflejar esa misma tensión. Al llegar en ambulancias separadas, Ashlyn y Madison fueron ingresadas en el área de emergencias con unos segundos de diferencia. Madison, sin perder oportunidad, mantenía un agarre firme en la mano de Zahir, sus dedos entrelazados con los de él, como si su propia seguridad dependiera de ello. Cada vez que él intentaba dar un paso en dirección a Ashlyn, Madison apretaba su mano y lo miraba con una expresión vulnerable. —No me dejes sola, por favor… siento que las fuerzas me están abandonando… —susurró Madison, inclinando la cabeza hacia él, con un gesto que casi rozaba la desesperación. Zahir miraba a Ashlyn de reojo, incapaz de moverse hacia ella. Observaba cómo la doctora comenzaba a examinar su herida, mientras Ashlyn intentaba mantenerse calmada, aunque el dolor en su frente la hacía fruncir el ceño. Después de unos minutos de examinarla, la doctora le preguntó en voz baja. —¿Cómo te sientes, Ashlyn? ¿Hay algo más que necesites? Ashlyn soltó un suspiro, incapaz de contener la frustración que bullía en su interior. —Solo… solo tengo un fuerte dolor de cabeza, doctora. Supongo que es por el golpe. La doctora asintió y le administró un medicamento para calmar el dolor, con un gesto de empatía que le dio a Ashlyn una pequeña sensación de alivio. Aún así, el sentimiento de desamparo persistía, especialmente porque, mientras se recostaba en la camilla, podía ver la figura de Zahir al fondo, atrapado en la red de Madison. Con un movimiento decidido, Zahir finalmente soltó la mano de Madison, deslizándola con suavidad pero sin lugar a dudas. Madison intentó retenerlo, pero él se apartó y caminó hacia donde Ashlyn estaba recostada. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, Ashlyn lo miró con una frialdad hiriente. —No necesitas acercarte más —dijo ella, con gran pesar en su corazón—. Hoy me ha quedado muy claro a quién elegirías siempre, y te aseguro que no soy yo. Zahir intentó articular una respuesta, pero en ese instante, las puertas de la sala de emergencias se abrieron, y Natalia y William entraron con evidente preocupación. Natalia se dirigió de inmediato hacia Ashlyn, con una expresión de alivio y angustia a la vez, mientras William observaba a Zahir con cautela, su postura protectora evidente. —Ashlyn, ¿estás bien? —preguntó Natalia, tomando la mano de su amiga y mirándola preocupación. William, por su parte, se acercó lentamente, con la mirada fija en Zahir. Hizo una pausa junto a la camilla de Ashlyn y, sin apartar la vista de Zahir, preguntó con tono firme. —¿Te encuentras bien? ¿Quieres que te lleve a casa? Zahir frunció el ceño, su expresión endureciéndose ante la presencia de William. —No tienes nada que hacer aquí, William. Esto no te incumbe —espetó Zahir, su tono mostrando autoridad y molestia. Ashlyn, sin embargo, lo interrumpió antes de que William pudiera responder, sus ojos ardiendo de resentimiento y una resolución que no podía esconder. —El único que no tiene nada que hacer aquí eres tú, Zahir —dijo ella, con su voz tan fría que parecían bloques de hielo —. Vete con tu amante, que seguro necesita tus cuidados más que yo. Yo, al menos, tengo a quienes sí les importo. Zahir no dijo una sola palabra más, tan solo se dirigió hacia donde estaba Madison quien sí parecía necesitarlo. —Zahir no me dejes sola otra vez, ya ves lo que ha pasado— Dijo Madison entre lágrimas.
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