Capítulo 5: Cambio Radical

988 Words
Dos días después: 12 de mayo Miami, Florida Contarle a Fabricio todo lo que había ocurrido con Cian, ha sido más complicado de lo que pensé. Él solo me pidió que me reportara en la oficina hoy, y por ende aquí estoy caminando este largo pasillo hacia presidencia. Es la primera vez que le fallo, la primera vez que alguien me amenaza con hacer público lo que hemos estado haciendo para obtener los contratos, y no sé cómo va a reaccionar. Una vez frente a la puerta, respiro profundo y tomo valor para llamar —¡Adelante!— Escucho que dice del otro lado e inmediatamente abro y entro. Allí veo a Fabricio sentando del otro lado de su escritorio con su porte de empresario intocable. Pasa sus dedos por su cabello gris y fija su mirada oscura en mi —Lo siento, no quería que pasara eso— Digo finalmente y él se pone de pie sin decir una sola palabra. Solo observo como camina por la oficina acercándose a mi hasta que de repente cierra con llave la puerta y vuelve a parase enfrente de mi —¿Te das cuenta de lo que paso?— Me cuestiona mirándome fijamente. —Lo sé, Urquiza no es como los demás, él no cayo— Respondo firme. —No solo eso, me hizo llegar las fotos, esas mismas que te mostro a ti. Quiere denunciarme, ¿entiendes lo que significa?— Habla y esto es más grave de lo que pensé. —Señor Sagairi, puedo solucionarlo si me lo permite— Murmuro. Trato de no apartar mi mirada de la suya, pero es casi imposible, jamás lo había visto así de enfadado. Él sonríe de manera sarcástica y sin que me lo espere, me toma de la cara con una de sus manos. La presión que hace en mi barbilla me provoca dolor, y trato de moverme para que me suelte, pero no lo hace —Vete de mi empresa, cometiste un gran error y no voy a poner en riesgo mi compañía y mucho menos mi matrimonio por ti— Sentencia y hace un poco más de fuerza acercándome a su rostro. Sus ojos negros se fijan en los míos — No voy a perderlo todo por una cualquiera como tú, saca tus cosas ya mismo de aquí y no se te ocurra aparecer— Pronuncia y antes de soltarme me vuelve a mirar —Ni se te ocurra intentar denunciarme, ya sabes muy bien que la primera que perdería con eso eres tú— Concluye y me suelta de una manera brusca que me hace perder el equilibrio. Me sujeto de la silla que está cerca de nosotros y lo miro con rabia —Usted me convirtió en esto— Rebato firme y ríe sarcástico. —Tú y tu ambición por el dinero te llevaron a convertirte en eso, vete antes de que pida que la seguridad te saque de aquí— Amenaza y no me importa nada de lo que él piense de mí, lo único que me preocupa es la salud de mi hijo, y el dinero que necesito. Llorar no es una opción, me prometí que nunca más dejaría que un hombre me humille, que sería yo quien siempre tuviese el juego de su lado —Se arrepentirá de esto, y no porque lo vaya a denunciar, sino porque no habrá nadie que le haga ganar el dinero que ganaba conmigo— Sentencio y sin más rodeos, me muevo para que me suelte e inmediatamente voy hacia la puerta. Giro la llave lo más rápido que puedo, y salgo de esta oficina a toda prisa para luego ir a la mía y comenzar a recoger mis cosas. Estoy colocando mis cosas en una caja, cuando de pronto me doy cuenta de que hay alguien en la puerta y levanto mi mirada —Grecia, ¿Qué ocurrió?— Me pregunta Martín y entra a la oficina cerrando la puerta detrás suyo. —Me despidió, las cosas salieron muy mal con el español y Fabricio me echo— Explico y su cara de preocupación lo dice todo. Martín es el único que sabe todo por lo que he estado pasando, él, además de ser el mejor asesor de relaciones públicas de toda la industria, también es uno de mis mejores amigos, uno de esos que están siempre que los necesitas —¿Se volvió loco? Sin ti no conseguiría nada— Murmura y viene de este lado del escritorio para abrazarme fuertemente. —Al parecer si…— Respondo bajito y me suelta un poco para verme a la casa. —¿No funciono la estrategia de engatusarlo?— Cuestiona. —¿Hablas de Fabricio?— —Si, para eso cedías a su juego, ¿no?— Averigua y asiento. —Si, lo sé, pero no funciono… la culpa de todo esto es de ese imbécil de Cian— Declaro y trato de no llorar, pero siento que el mundo se está cayendo sobre mis hombros. Martín vuelve a abrazarme y respira profundo —¿Qué vas a hacer con Bautista? Necesitabas el dinero, ¿no?— Inquiere y esa es la peor parte de todo esto. —No lo sé Martín, debo encontrar una forma rápida de conseguir lo que me falta, no quiero que mi hijo se muera— Hablo angustiada. —Veré que puedo hacer por ti, pero lo que necesites estoy aquí, ¿sí?— Me dice y sé que es verdad. —Gracias, ahora es mejor que me vaya, debo ir a ver a mi hijo y empezar a buscar soluciones, no tengo tiempo para lamentarme por lo que paso— Explico y es que mi vida no está hecha para tirar a la basura los minutos del día, no cuando lucho constantemente contra el reloj que quiere llevarse la vida de la única persona que me importa en este mundo.
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