Un mes después: 12 de junio
Miami, Florida
Cierro la puerta del departamento un poco más fuerte de lo normal provocando que el cuadro que colgaba en la pared se mueva, pero nada de todo eso me importa ya que en pocas horas terminara dentro de una caja como todo el resto de mis pertenencias —Todo esto es tu culpa— Murmuro con frustración y tiro mi bolso al suelo para luego dejarme caer sentada en el suelo.
Abrazo mis piernas y dejo salir todo esto que llevo acumulando por dentro, estoy desesperada, ni siquiera aceptar ese asqueroso trabajo me ha ayudado a mejorar la situación. Mi celular timbra haciendo que deba sacarlo del bolsillo de mi pantalón, y al ver que es mi madre quien me llama, contesto inmediatamente —Grecia, ¿puedes venir ya mismo al hospital? Yo no puedo quedarme todo el día aquí— Me exige sin siquiera saludarme.
—Me ducho y salgo para allá, dile a Mariana que le estoy llevando el dinero— Le pido.
—Date prisa, yo también tengo una vida— Sentencia y sin más corta la llamada.
«Solo mi hijo puede hacer que continue con esto, solo por él hago lo que sea» Pienso mientras que me levanto del suelo para ir a ducharme.
[…]
Apenas son la nueve de la mañana cuando camino por los pasillos del hospital, y mientras que todos tienen la energía suficiente para empezar el día, yo me siento agotada, y es que no he dormido nada. Aceptar el trabajo en ese bar por el sueldo que me ofrecían no ha sido lo más practico que he hecho, pero después de que Fabricio hiciera que muchas empresas no me contrataran, no me ha quedado otra opción.
Entro a la habitación donde esta Bautista, y su carita cambia de inmediato —Mamá— Consigue pronunciar bajito.
Cada día que pasa su salud se deteriora un poco más, y me siento culpable de que no pueda tener el tratamiento adecuado, pero ¿Cómo puedo hacer para pagarlo cuando estoy al borde de la quiebra? Las facturas de los médicos se siguen acumulando, y todos mi planes de que tuviera una enfermera en la casa se fueron a la basura —Hijo, ¿Cómo te sientes hoy?— Le pregunto cuando estoy a su lado y lo abrazo con mucho cuidado.
—Me voy, yo también debo trabajar— Escucho a mi madre que ni siquiera me saluda y sale del cuarto.
—Estoy bien mamá, no te preocupes— Pronuncia y sé que es solo de dientes para afuera.
—No tienes que fingir hijo, te prometo que haré todo lo que sea necesario para que te mejores— Le aseguro a pesar de que ni siquiera sé cómo seguiré pagando las cuentas de este hospital. Si no abono las ultimas facturas, ellos simplemente trasladaran a Bautista a un hospital más económico donde los beneficios del gobierno puedan ayudarle, pero yo sé muy bien cómo es eso, allí no lo atenderán como lo hacen aquí.
—Mamá, te ves muy cansada, ven, descansa conmigo— Me pide y hace un gran esfuerzo para hacerme un espacio en la cama.
—Puedo dormir en el sofá hijo, no te preocupes— Digo, pero de repente nuestra conversación se ve interrumpida con el sonido de la puerta abriéndose —Mariana, ya iba a ir a pagarte la cuenta que se venció— Pronuncio girándome, pero para mi sorpresa no es Mariana quien está aquí —¿Tú?— Cuestiono al ver a Cian —¿Qué haces aquí? ¿Qué haces en Miami?—
—Mamá, ¿Quién es él?— Cuestiona Bautista.
—Nadie, no te preocupes. Solo dame un momento hijo— Le pido y me acerco a Cian para tomarlo del brazo y hacer que salga del cuarto de mi hijo —¿Qué haces aquí?— Insisto una vez fuera de la habitación.
—¿Por qué no lo dijiste cuando intentabas cerrar el acuerdo?— Me reclama.
—¿De que hablas?— Inquiero confundida.
—Llame a la empresa, hable con Martín, o, mejor dicho, él me llamo después de que escucho como Fabricio me contaba que te había despedido— Habla.
—No entiendo nada, ¿Qué tiene que ver eso con que tú estes aquí?— Reitero.
Él respira profundo —Martín me conto que hacías todo lo que hacías por tu hijo. Me dijo que tenía cáncer, que era tanto el dinero que necesitabas para que él tuviera una vida digna, que tú hacías lo que fuera para conseguir ese dinero. Debiste decírmelo, podríamos haber cerrado ese trato— Expone.
—A ti no te tiene porque importar mi vida, no quisiste cerrar el trato y yo simplemente me di la media vuelta y me fui— Sentencio y trato de irme, pero él me sujeta del brazo para detenerme.
—¿Y por eso estás trabajando en ese bar? ¿Por eso te desnudas para esos hombres?— Inquiere y debo mirarlo a la cara —Yo también puedo investigar acerca de alguien cuando quiero— Explica.
—¿Crees que quiero hacer eso? ¿Crees que realmente me quería acostar contigo? No te equivoques, todo lo que hago es por él, y porque el imbécil de Fabricio me cerro todas las puertas laborales. No tengo tiempo para rogarle a nadie, cada día que pasa sin que mi hijo pueda tener el tratamiento correspondiente, es uno menos que le queda. Si no hago algo, lo tendré que llevar a otro sitio donde a cada momento lo sacaran del hospital y él se descompensara. No me juzgues sin saber cómo son las cosas— Rebato enfurecida.
—Lo siento, ¿sí? Todo esto es mi culpa, sin mis amenazas tú seguirías trabajando con Fabricio—
—Olvídate de eso, ya está, ya fue— Murmuro e intento irme de nuevo.
—Vine para hacerte una propuesta— Habla y debo voltear a verlo.
—¿De qué hablas?—
—Eres una economista brillante, ya te lo dije. Quiero que trabajes conmigo, ven a Madrid, te prometo que además de un salario digno, hare que tu hijo tenga el tratamiento que merece, enfermera en la casa, todo lo que quieras— Ofrece y lo miro confundida.
—¿Por qué me ofreces esto? ¿Qué estas buscando? No me acostare contigo, ya perdiste tu oportunidad— Declaro.
—Porque tenías razón, me basto investigar un poco más y darme cuenta de que mi prometida me engañaba, y no solo eso, usaba mi dinero para construir una vida con su amante— Expresa sorprendiéndome.
—Me alegra que te dieras cuenta de todo—
—Entonces, ¿vienes? Tengo a los mejores médicos de España esperando a atender a tu hijo— Insiste.
Pienso en su propuesta y sé que no tengo nada que perder. En cambio, aquí estoy a punto de perder mi casa, y la oportunidad de que mi hijo tenga el tratamiento que merece —Por mi hijo hago lo que sea—
—Bien, supe que tienes una deuda aquí, asique la pagare y les pediré que preparen todo el traslado— Anuncia y saca un sobre del bolsillo interior de su saco —Este es tu contrato laboral, dos años, cinco mil euros al mes y el tratamiento de tu hijo— Explica.
—Suena demasiado bien para ser cierto— Menciono.
—Digamos que me siento responsable de todo esto, debí firmar ese contrato, además, estuve investigando y no entiendo como una economista tan brillante no está trabajando para mi empresa— Dice y se da la vuelta para irse, pero luego regresa a mi —Solo espero que el padre de tu hijo este de acuerdo con esto— Comenta y respiro profundo.
—No tengo idea de quién es el padre de mi hijo— Respondo sin titubear.
—¿Qué?— Inquiere entrecerrando sus ojos.
—Antes de que lo investigues, te lo contare yo. Me violaron cuando tenía 16 años, y no tengo idea de quien era el hijo de puta— Resumo y su rostro se transforma.
—Grecia… yo…— Trata de decir.
—Si te digo esto es para que sepas que entre tú y yo no va a pasar nada. Si te insinué que tuviéramos sexo era solo para que firmaras ese estúpido contrato. No creo en los hombres, no me interesan… solo me interesa mi hijo, y rescatarlo de la muerte, asique con todo esto aclarado, ahora sí y prepara todo lo que quieras— Expongo y a pesar de las miles de preguntas que pueda tener, él solo asiente y se va.