Días después: 17 de junio
Me veo aquí dentro de este avión privado junto a mi hijo, quien esta siendo atendido por un médico, y este hombre que de repente apareció en mi vida para darme una solución, y me cuesta creer como todo ha cambiado. Una vez que me aseguro de que Bautista está bien, camino por el avión hasta sentarme en uno de los asientos que se encuentran casi al final de la aeronave. Mi madre por supuesto no ha querido venir con nosotros y por una parte es mejor. No quiero seguir escuchando sus reclamos.
Mi mirada está perdida en la pista de aterrizaje que de a poco vamos avanzando hasta que finalmente el avión despega y la nubes se van haciendo presentes —¿Te encuentras bien?— Escucho su voz de repente y al voltear lo veo sentado a mi lado. Mi mente había viajado tanto que ni siquiera lo sentí acercarse.
—Depende a que llames tú estar bien. Me he visto obligada a dejarlo todo, o mejor dicho lo poco que me quedaba, y ahora me estoy yendo a España con un completo desconocido que dice tener la solución para todo. No sé qué pensar— Rebato sin titubear.
Cian sonríe levemente, casi como si fuera forzado, o, mejor dicho, con culpa —¿El desconocido soy yo?— Averigua.
—Por supuesto— Sentencio y vuelvo a mirar por la ventanilla.
—Grecia— Llama mi nombre y debo verlo a la cara —Lo siento muchísimo, no era mi intención que lo perdieras todo— Expresa sincero.
—A mí no me molesta perder mi casa, mi auto, ni nada de las cosas materiales, ¿entiendes? Todo lo que yo tenía estaba endeudado para pagar los tratamientos de mi hijo, él es lo único que yo no quiero perder, y por poco sucede— Declaro firme y su mirada verde se fija en la mía.
—¿Y tú qué? ¿crees que era justo que tuvieras que seducir al imbécil de tu jefe para que te diera ese dinero que ganabas rebajándote con los hombres con los que él negociaba?— Inquiere firme y su pregunta no me inquieta.
Me muevo un poco en el asiento para quedar sentada de una forma que lo pueda ver a la cara y respiro —¿Crees que a una mujer como yo a la que le han robado su inocencia a los 16 años le importa acostarse con tipos como esos? Para mi eran unos cabrones más del montón. Aprendí que las novelas románticas no existen, que lo único que les importa a ustedes es conseguir que una mujer termine en su cama. Así que no, no me parecía injusto. Ellos obtenían lo que querían, y yo el dinero para mantener viva la única persona que me importa en esta vida— Me defiendo.
Cian se queda en silencio por un momento —Eres una mujer muy valiente, no creo que muchas pudieran hacer lo que tú haces por un niño que fue producto de un abuso— Habla bajito.
—Es mi hijo, solo mío. A mí no me importa quien rayos es su padre, me importa que cuando lo sentí moverse dentro de mi la primera vez, me di cuenta de que era la única persona en esta vida que jamás me fallaría. Nos une algo demasiado grande, y eso no va a cambiar nunca— Explico y sonríe.
—Es un chico con mucha suerte— Pronuncia y se queda en silencio.
—¿Y tú que? Has averiguado todo de mi vida, me has tratado como una basura aquella noche en tu casa, pero nunca me dijiste cual era tu problema con las mujeres como yo… ¿mujeres fáciles? Me llamaste— Digo y esquiva mi mirada.
—Simplemente no me apetecía acostarme contigo— Dice y sonrió.
—Claro, te creo— Pronuncio sarcástica —Ahora dime la verdad, yo ya te he dicho la mía— Negocio.
—Mi problema no es con las mujeres, sino con lo que los hombres hacen con ellas— Expone y mis dudas van en aumento.
—¿De qué hablas?— Averiguo.
—Tu exjefe, es igual de cabrón e hijo de puta que los que secuestraron a mi hermana para prostituirla—
—¿Qué?—
—Se había ido de vacaciones con una amiga, estaban en Ceuta y desaparecieron. La buscamos por años hasta que un día apareció su cadáver en un bar de mala muerte y cuando la policía llego a fondo en el caso, dieron con una red de trata de blancas que fue la culpable de la muerte de mi hermana. Fue la pesadilla más grande que mi familia y yo vivimos, y a partir de ese momento, vi al mundo de una manera diferente— Relata y ahora entiendo absolutamente todo.
—¿Por eso me has ofrecido todo esto? ¿Por qué no querías que siguiera haciendo todo aquello?—
Él me mira fijamente —No quería que ese hijo de puta siguiera utilizándote y manipulándote como lo hacía. No quería que terminaras como Zamira— Concluye y mira hacia el frente.
—Gracias— Es lo único que se me ocurre decirle, y es que en verdad no tengo otra forma de reaccionar en estos momentos.