Capítulo 3 El espectáculo

1057 Words
Herseis moldeó una sonrisa de sorpresa y asombro por volvérselo a encontrar allí, en el edificio mirador. ¿Quiénes eran ellos? A su corta edad ya tenía una tarjeta de crédito y ahora estaba en medio de ese evento con esa mujer vestida de negra. ¿Era la madre? Ella era una excéntrica y una protagonista de una novela; era alguien con la que nunca podía compararse, su realidad y su vida era superior, como si no fueran personas normales en este mundo. Quiso llamar al niño para saludarlo. Pero al llegar el rascacielos, los guardaespaldas, imponentes y serios, les impedían el paso, pero desde allí podían ver con más claridad la entrada decorada con flores negras y velas blancas. Sintió una mezcla de admiración y envidia. La imagen de la mujer, tan segura de sí misma, tan rodeada de elegancia, contrastaba con su propia vida, llena de dificultades y preocupaciones. Además que, su agradecimiento por el chico era genuina y sincera. Ese niño la había salvado en su momento de mayor agonía y cuando pudo sufrir la peor vergüenza. Era increíble cómo habían coincidido en el mismo centro comercial y, ahora, estaba allí de nuevo, tan majestuoso e impecable. Sus amigas continuaron hablando emocionadas sobre la escena, imaginando las vidas de las personas ricas y poderosas La multitud empezó a dispersarse lentamente, y el tránsito comenzó a normalizarse. Ellas Herseis no podía dejar de pensar en la mujer del vestido de novia oscuro y en al aura misteriosa y poderosa que transmitía. Eran de la misma especie, pero aquella señora parecía ser inalcanzable y de una casta superior a la de todos ellos. Era demasiado preciosa y majestuosa. Mientras que ella era alguien ordinaria, sencilla y normal. Nunca podría vivir esa historia de amor, eso eran para los ricos, millonarios y privilegiados que podían hacer ese espectáculo de ensueño, de fantasía como el de una novela. Se quedó en silencio, sumida en sus pensamientos. Sin embargo, para tener esa alegría y distinción se necesitaba riqueza y poder. En contraste con su propia vida, siempre habría algo que desear, algo que anhelar. Pero era maravilloso y fantástico haber atestiguado tal espectáculo tan hermoso entre un hombre, una mujer y sus hijos, esos mellizos y ese niño rubio eran demasiado afortunados. Era como si ellos pertenecieron a un linaje de diamantes. Ellas regresaron a su lugar en la tienda para seguir tomando de sus bebidas. La conmoción había pasado. Herseis estaba tan impresionada por lo que había visto que aún lo estaba asimilando. Algunas personas eran tan ricas y hermosas que parecía que vivían en otra realidad. El tema se hizo tendencia en r************* : la novia de n***o. Minutos después, mientras estaban en la cafetería y revisaban sus celulares, salieron de nuevo a ver el espectáculo en la ciudad. Cinco aviones dibujaban letras en el cielo: "Te amo, mi ángel." Una vez más, todos admiraron el show extravagante que estaba sucediendo. Fotografiaron las letras y las publicaron en sus cuentas. Esa frase también alcanzó un trending, y las parejas etiquetaban o comentaban a sus novios o novias. —Wow —susurró Herseis. Anonadada por la dicha y la historia de ensueño que ellos vivían, como si fuera un cuento de hadas. Herseis, absorta en el espectáculo, sintió una mezcla de emociones. Por un lado, estaba fascinada por la demostración pública de afecto y el despliegue de recursos para expresar amor. Por otro, una punzada de tristeza la atravesaba al recordar la falta de romanticismo en su propia vida. ¿Alguna vez podría recibir una muestra de afecto de esa magnitud? Sus amigas, sin embargo, estaban eufóricas. Una de ellas, Sonia, no paraba de hablar sobre lo romántico que sería recibir un mensaje así en el cielo. Otra, Laura, fantaseaba en voz alta sobre quién podría ser el misterioso novio y la pareja que estaba dando, tremendo espectáculo en la ciudad. —Debe ser un magnate o un príncipe —dijo Sonia, con ojos brillantes. Herseis sonrió con sutileza, aunque por dentro sentía cómo sus propias esperanzas y sueños se desmoronaban un poco más. Era imposible no comparar su vida con la de esas personas que parecían tenerlo todo. Sin embargo, trató de no dejarse llevar por esos pensamientos negativos y disfrutó el momento con sus amigas, apreciando la belleza del espectáculo en el cielo. La frase "Te amo, mi ángel" resonaba en todas partes, desde los murmullos en las calles hasta las publicaciones en las r************* . Incluso los medios locales empezaron a cubrir el evento, tratando de averiguar más sobre los protagonistas de tan increíble despliegue fortuito. Mientras observaban el cielo, Herseis no podía dejar de pensar en lo que significaba para ella el amor. Laura la miró de reojo y notó la expresión pensativa en su rostro. —¿Estás bien, Heris? —preguntó su amiga con suavidad. Herseis asintió de forma lenta. Las personas con la que estaba ahora eran otras, ya que había roto relación con las que la habían abandonado en el centro comercial, donde había sido rescatada por el niño rubio. —Sí, solo... pensando en lo increíble que es todo esto. A veces me pregunto si alguna vez experimentaré algo así —respondió ella, sin poder evitar la melancolía en su voz. —Nunca se sabe, amiga. La vida está llena de sorpresas. Quizás el amor te encuentre cuando menos lo esperes. Herseis sonrió agradecida y decidió disfrutar del momento, dejando que la magia del espectáculo la hiciera imaginar un sinfín de fantasías que pasaban por su mente. Así, al dar vuelta, se chocó con un chico. Quedó en shock al darse cuenta de que era el mismo con el que había tropezado en el centro comercial y el que le había ayudado a llevar las bolsas de compra al taxi. Los dos se reconocieron y se sonrieron con complicidad. Tal vez la vida no era la misma para todos, pero el romance era universal para cualquier persona. Quizás, el destino le estaba mostrando a su media naranja. Con ese chico atractivo, estaba segura de que tendría su historia de amor, en la que ellos eran los protagonistas y en la que esperaba tener un final feliz, en donde vivirían unos felices para siempre, como en los maravillosos y fantásticos cuetos de hadas. Ese era el comienzo de su alegría.
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