No es quien decía ser

2467 Words
La noche es cálida, como lo han sido las noches del mes de agosto, ingresamos a la propiedad y puedo percatarme de varias cosas, la primera es que, en efecto, es un evento muy íntimo, pues no hay más de 20 personas, siendo la mitad de estas, mujeres, Puedo ver también que algunos de los hombres llevan atuendos muy llamativos y bastante joyería, como anillos y collares. A nosotros se acerca un hombre que debe rondar en los 50s, este viene acompañado de dos mujeres, las dos llevan vestidos con escotes pronunciados, la mayor no pasa de los 45 años y la más joven podría ser de mi edad. —¡Amerigo!— exclama Leonel dirigiéndose a aquel hombre —¡Leonel, piacere di vederti! «Leonel, gusto en verte» — Responde aquel hombre dándole un beso en la mejilla a Leonel —Ha pasado ya mucho tiempo desde la última vez ¿y quién es esta bella dona? «hermosa mujer>>. —Su nombre es Anya y es mi novia— dice Leonel regalándome una sonrisa. Después de presentarnos a su esposa Isabella y a su hija María caminamos hasta los demás invitados. Después de que Leonel me presentará a aquellos hombres y sus respectivas familias, pasamos al comedor para la cena, no pude evitar ver reflejada la tensión en aquellas personas, es como si todos se llevarán bien y al mismo tiempo nadie estuviera a gusto con la presencia del otro, al igual que Leonel aquellos hombres llevan escoltas, lo cual me parece un poco exagerado pues son muchos y aquí no hay tanta gente. —Mi niña ¿Te estás divirtiendo? — Cuestiona Leonel con un ligero hedor a alcohol —Claro— miento, pues no podría estar más incómoda —Eso es bueno, por qué tendré que dejarte con las damas, mientras los socios y yo hablamos de negocios— Después de informarme que tenía que irse, me quedo en un salón junto a las otras acompañantes mientras Leonel y los otros hombres suben las escaleras, nuevamente todos van escoltados por algunos hombres. —Anya ¿Cierto? — Cuestiona una mujer de aproximadamente 30 años, su cabello este teñido de rubio y esboza una sonrisa falsa al cuestionarme —Así es ¿Y tú eres?— cuestiono —Mi nombre es Francesca y vengo acompañando a Lorenzo Mancini— asiento mientras trato de recordar quien era Lorenzo Mancini, después recuerdo que él y esta mujer estaban en el corredor cuando llegamos —Debes de ser alguien importante— prosigue la rubia —Pues Leonel nunca suele traer acompañante, al menos no del tipo de las que tenga que presentar— suelta tajante —¿Perdón? — Cuestiono, pues no me queda claro a qué se refiere —Ya sabes, los socios suelen traer a mujeres, para entretenerse y hacer más ameno el ambiente, pero Leonel te ha presentado, debes de ser especial— Termina de decirme tomando su copa de vino llevándola a sus labios. Lo último que dijo no acabo de procesarlo, pues Leonel no es del tipo de tener mujeres para "entretenerse" al menos no que yo sepa. —Estoy segura de que esté no es un lugar en el que debas de estar— Escucho otra voz hablar, mientras otras dos sueltan algunas carcajadas —Buenas noches, señora...— me detengo al no saber quién es —Thomson, soy Olga Thomson— responde —Bueno señora Thomson, podría decirme a qué se refiere con sus palabras y por qué parece que todas se están riendo de un chiste del cual parece yo formó parte— —Es precisamente eso. Que no lo sabes— Se encoge de hombros sin darme una respuesta satisfactoria —Todas estamos en este sitio por voluntad, pero a diferencia de ti, sabemos de qué va esta reunión— sorbe su copa —Si no sabes que está pasando, tal vez no deberías estar en este sitio— suelta confundiendome más —¿Podría decirme de qué va la "reunión"? — cuestiono con ironía y estoy comenzando a exasperarme —No es mi deber hacerlo, como dije, si no lo sabes, tal vez estás en el lugar equivocado, lo único que puedo decirte es que tu hombre es una persona importante en este círculo y si te está integrando a él, por lo menos deberías estar consciente de lo que haces, si no quieres salir ahora, es posible que nunca lo hagas— culmina. —Vamos Olga, la estás asustando— genial, ha llegado otra más, está vez es una mujer de cabello n***o corto con un vestido rojo. —Soy Vera— extiende la mano y al escucharla me doy cuenta de que la mayoría de ellas, como yo, no son italianas. —No hagas caso, ser parte de esto no es tan malo, solo debes ser inteligente y saber bien con quién te relacionas, aquí no tienes amigas, todo esto...— señala con una mano el lugar. —No es más que un circo en dónde todas fingimos agradarnos y dónde algunas— levanta las cejas en dirección a Olga y las otras —quieren asustar a la nueva, no dejes que te intimiden— Bebe de su vaso con wiskhy al tiempo que se encoge de hombros. —Con permiso, tengo que ir al tocador— salgo de aquel salón, sintiendo un nudo en mi garganta pues no sé qué ha sido todo esto, siento una impotencia por qué presiento que no estoy al tanto del terreno que estoy pisando, no es como si un montón de adineradas quisieran intimidarme, más bien pienso que ellas saben algo de lo que no estoy al tanto, algo está pasando y un sentimiento de ansiedad recorre mi cuerpo al no saber que es. Si tratan de asustarme cómo comentó Vera, pues lo están logrando, lo peor es que no sé de qué estoy asustada, comienzo a pensar que lo mejor es irme a casa y hablar con Leonel mañana, ya que esté de mejor ánimo, subo las escaleras y me dirijo a buscar el sanitario, una vez en el, cierro la puerta para lavarme la cara. Me recargo de espaldas en el lavamanos mientras tecleo el número de Andrea, tal vez ella sepa aconsejarme, su teléfono suena, pero después manda a buzón, lo mismo las próximas cuatro veces, no sé cuánto he esperado en el baño, tengo un presentimiento extraño, como si algo fuera a ocurrir, y no soy capaz de averiguarlo. De pronto entra un mensaje, es Andrea. «¿Todo bien? disculpa, mi celular estaba en silencio, ¿cómo va tu noche?»— cuestiona —No me siento cómoda con estás personas, quisiera irme, pero Leonel está en una reunión que comenzó hace poco— Le escribo rápidamente —¿Quieres que vaya por ti? si no estás cómoda no tiene caso que te quedes, Leonel entenderá— pienso un momento mientras leo nuevamente su mensaje para después responderle. —No te preocupes, estaré bien, buscaré a Leonel para avisarle que me marcho y pediré un taxi, no te desveles. — termino de escribir y guardo mi teléfono en mi bolso, lavo mis manos y después de ver mi reflejo una vez más, decido buscar a Leonel y hacer lo que le dije a Andrea. Sé que subieron las escaleras, pero a pesar de que solo hay dos plantas, está mansión tiene muchas habitaciones y es lo suficientemente grande para parecer un laberinto, entonces comienzo a abrir cada una de las puertas buscando algún tipo de sala de juntas o algo parecido, cuando llegó a una habitación que parece ser una biblioteca escucho algunas risas, así que entró pensando que por aquí deben de estar todos los señores. Me acerco aún estante de libros, de tras de este hay una especie de ventana y a través de ella puedo ver a Leonel de espaldas y a otros hombres junto a él, uno es Lorenzo y hay dos más que no puedo identificar desde esta distancia. Estoy a punto de salir de la habitación para buscar una entrada y ver a Leonel, cuando escucho algo extraño. —Conseguiste un bonito trofeo Leonel— Esa voz es de Lorenzo —Admito que es demasiado bella, pero ¿de verdad lo vale? — cuestiona con sarcasmo —¿A qué te refieres? — responde Leonel —A qué sabes el riesgo de tenerla cerca, el Diablo te está buscando y cuando te encuentre, buscará un punto débil ¿y adivina qué? Empezará con ella— exclama y un miedo se instala en mí, no sé qué es esto que está pasando, que es eso que ese hombre dijo, después escucho a Leonel. —Todo está bien, ella no sabe nada, no conoce más de lo que yo le he mostrado. Deja de ser tan paranoico—. replica al hombre —No se refiere a eso y lo sabes— responde Amerigo —La chica es un problema, solo debías hacer una cosa, ella debió morir en California junto al estúpido de su padre. Y aquí está de tu acompañante ¿A qué estás jugando? ¿Qué pasará si ella se entera que a causa tuya su padre está muerto? No puedes arriesgarte de esta manera, hay tantas malditas mujeres ¿Por qué ella? — estoy en shock ¿por qué están hablando de California? ¿Por qué han mencionado a mi padre? una sensación de pánico invade mi cuerpo y no soy capaz de moverme. —Como dije, ella no sabe nada, así que no hay problema, Carlo se encargó del estúpido de Matías y el problema se resolvió, en cuanto al Diablo, lo encontraré primero y nos desharemos de él— responde Leonel con un gesto oscuro. Quiero salir corriendo, sin embargo mi nerviosismo no me permite avanzar, así que cuando trato de moverme tiro un libro de la repisa. Un sentimiento de incertidumbre se apodera de mí, al ver a Leonel voltear y solo sé, que debo salir de aquí. Salgo rápido de aquella habitación, no sé si lograron verme, pero en este momento temo por mi vida, camino hasta el baño, no sé qué hacer, el miedo me recorre completamente, de pronto escucho unos pasos. Es Leonel. —Que pasa mi niña, te ves alterada— Cuestiona con lo que pretende ser una voz suave, pero puedo notar un brillo oscuro en sus ojos mientras me mira fijamente —Me comenzó a doler la cabeza así que pensaba irme— trato de que mi tono sea lo más natural posible y doy unos pequeños pasos alejándome de él —vi que venías del corredor ¿Buscabas algo? — Su mirada ha cambiado completamente, ahora sus ojos se tornan fríos y su semblante es sombrío. —Ss-sí, te buscaba a ti, para avisarte que quería retirarme, no me estoy sintiendo bien, pero como no te encontré, regresé antes de perderme, ya sabes, la casa es enorme— Leonel baja la mirada y esboza una sonrisa que me da miedo. —¿No me encontraste? — su tono no sugiere que sea una pregunta —Anya, dije claramente que esperarás con las otras, no tenías que estar aquí arriba— tengo frente a mí a un hombre que no reconozco. —¿Que escuchaste?— cuestiona sin rodeos, el miedo no me ha abandonado. —Na-nada— digo en un hilo de voz mirando al suelo— Leonel se acerca a mí y con una mano me toma de la cara —¿Crees que soy idiota? ¿Qué escuchaste? — Grita pegando su rostro al mío y yo solo quiero soltar su agarre, me está lastimando —Te dije que nada— digo llena de pánico y las lágrimas comienzan a salir otra vez sin cesar, maldita sea. —¿Te burlas de mí? De verdad me gustas Anya. Esperé año y medio por ti, te ofrecí una vida nueva para que vengas y lo arruines con tus idioteces— Puedo ver la furia en su rostro mientras aprieta más su agarre. Sostengo su muñeca con mis dos manos, pero es inútil, no puedo zafarme. —Solo déjame ir, te juro que no diré nada, no me importa lo que hayas hecho, no te guardo ningún rencor, no sabrás nunca más de mí, solo... deja que me vaya— Digo todo esto entre lamentos, con la esperanza de que al escucharme cambie de opinión y me libere. Pero no resulta y, al contrario, aprieta mi rostro cada vez con más fuerza. —¿Crees que soy tan estúpido? Fui el hombre dulce y amable que necesitabas, te di tiempo y esperé a que tus estúpidas heridas sanarán y después de tanto, pretendes solo irte, eres una mal agradecida. una perra mal agradecida— Gruñe —Tú te quedas conmigo, mi niña— sentencia —Por favor, suéltame— comienzo a pensar que va a matarme ya no hay más que pueda hacer, cuando escucho un disparo y después de este vienen otros más, Leonel me suelta y saca de atrás de su espalda un arma. Tomo una figura de cerámica de un mueble del baño y lo golpeó en la cabeza para salir corriendo, con movimientos apresurados voy por todo el corredor. Puedo escuchar los disparos en la planta baja, hay mujeres gritando. Al no poder bajar corro a una de las habitaciones. Cierro la puerta recargando mi cabeza en ella, mis manos me tiemblan, giro para buscar alguna ventana y tratar de escapar, entonces me doy cuenta de que no estoy sola. La habitación parece ser un despacho, al fondo hay un hombre que parece estar buscando algo en los cajones de un escritorio, está de espaldas, pero cuando se da cuenta de mi presencia se gira hacia mí. Está sosteniendo un arma. —Que tenemos aquí— Susurra con una voz que, si bien no es tan grave, suena muy imponente, es un tipo alto, pasará del metro ochenta y cinco, lleva una chamarra negra con gorro, también lleva guantes negros, además de una máscara, lo que me impide ver su rostro, la luz tampoco ayuda pues está apagada. Doy un paso atrás, tomo la manija de la puerta para salir de ahí, pero se escuchan voces afuera, estoy perdida ya no sé qué debo hacer. El sujeto también se exalta al escuchar las voces, parece no ser uno de los hombres de Leonel. Camina hasta a mí y me toma del brazo. Rápidamente me arrastra junto con él a lo que parece ser un armario, queda de pie detrás de mí, cubre mi boca con la mano izquierda, mientras con la diestra sujeta su arma. Antes de que alguien entre a la habitación, puedo escuchar un susurro que proviene de él. —Shhh...
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