Una propuesta de Leonel Black

2270 Words
Después de que aquel hombre que me encontró de rodillas en la calle me dijera su nombre, me acompañó con la policía para rendir mi declaración junto con otros sobrevivientes de aquel tiroteo, incluida mi amiga Andrea. Todo quedó en un total misterio, pues nadie sabía a ciencia cierta que había impulsado a aquellos hombres a actuar de esa manera. Y por supuesto, mi declaración no ayudó mucho, pues omití la parte en que el tal "Matías" habló con mi padre como si se conocieran de tiempo. Pero eso no fue todo lo que ocurrió, también me enteré de algunas otras cosas, pues resulta que alguien había disparado a aquel hombre que les arrebató la vida a mis padres, en parte eso me tranquilizaba, aún que dejaba más dudas que respuestas, pues nunca sabría si alguien lo había enviado y de ser así, no sabía si ese alguien aún intentaría matarme. "Leonel Black" aquel hombre a quien en aquel momento ví como una especie de salvador, resultó ser el orador que habían invitado a la graduación, un Arquitecto muy popular que vivía en Italia y que había llegado a California para repartir algunas becas en mi universidad, aquel día nos brindaría unas palabras y a su vez escogería de entre los mejores estudiantes a quienes pudieran servirle de apoyo en un nuevo proyecto en el que estaba trabajando... Llevo dos horas acostada en mi cama, han pasado 3 días desde aquel infierno que cambió por completo mi vida, no quiero levantarme, tampoco recuerdo cuando fue la última vez que comí algo, solo quiero dormir, dormir y esperar que cuando despierte todo esto solo haya sido parte de un mal sueño. Por la tarde se llevará a cabo una ceremonia en la explanada de la universidad para despedir a todas las víctimas de aquella masacre que según dijeron son alrededor de 20 personas, incluidos mis padres. — "toc" "toc"— escucho que alguien toca la puerta, pero no tengo ánimos de saber de quién se trata —"toc" "toc"— nuevamente aquel sonido ¿acaso no se irán hasta que abra? —¿Quién es? — pregunto con una voz que más bien parece un lamento. —Soy Andrea— me levanto en cuanto escucho la voz de mi amiga y avanzó hacia la puerta. Cuando abro puedo ver a mi amiga, con unas ojeras que bien podrían competir con las mías y los ojos hinchados y rojos. —Me preguntaba si ya habrías comido algo— dice con una voz entre cortada, que no se parece en nada a los gritos alegres que suele tener siempre. No soy capaz de decir ni una palabra, así que solo me limito a abrazarla y es así como ambas entramos en un llanto incesable. —Mi mamá quería que nos mudáramos, estaba viendo departamentos más grandes, tendríamos más espacio, si las dos trabajábamos todo iba a ser más fácil— exclama Andrea entre lágrimas. —No sé qué decir, sería muy hipócrita de mi parte intentar consolarte cuando ni siquiera sé que será de mi vida— me encojo de hombros y después agachó la mirada, pues sé perfectamente como se está sintiendo en este momento. Después de llorar por horas, nos fuimos juntas a la ceremonia, había muchas personas tristes, las cuales supongo eran familiares de las víctimas, veo también a algunos compañeros y a otros tantos mirones que simplemente estaban murmurando y grabando con sus celulares. Y después, un poco más alejado de la multitud, estaba él, Leonel Black. Aquel hombre con una figura imponente, desde esta distancia puedo detallarlo mejor, lleva un traje de tres piezas color n***o, gafas oscuras y como la vez anterior va rodeado de varios hombres. Al percatarse de mi presencia avanza a dónde estamos mi amiga y yo. —Buenas tardes, señoritas— se inclina dándonos el pésame y esboza una pequeña sonrisa sincera. —Buenas tardes— respondemos al unisono —Sin afán de ser grosera ¿Que hace aquí? — pregunto a Leonel —Vine a dar el pésame. No conocía a ninguna de estas personas, pero como ya sabrán fui invitado como el principal orador en su graduación, así que me pareció que era lo correcto. De igual forma, el programa de becas que mi compañía otorgaría sigue en pie, aunqque por lo sucedido ya no se hará de manera tan pública, como se tenía planeado. — Responde con un gesto amable, puedo notarlo a pesar de que no puedo ver la expresión en sus ojos por las gafas oscuras que lleva puestas. La ceremonia da comienzo, dura aproximadamente una hora y media, cuando está por concluir Leonel me extiende una tarjeta. —No imagino el dolor por el que puedan estar pasando, así que cuando se sientan mejor llamen a este número, tómense su tiempo– Dice a la vez que me da la mano y después a Andrea, para despedirse. Junto con sus hombres, se marcha escoltado de la ceremonia en una camioneta. —Es muy guapo— dice Andrea en un susurro —Lo es— me limito a decir algo más. Termina la ceremonia y me marcho a casa no sin antes asegurarme de que Andrea llegue bien a su departamento... Suena mi despertador, son las 7am, ya han transcurrido 3 meses desde aquella tragedia y como todos los días tomo de mi buró la tarjeta que me dio Leonel preguntándome si debo llamar a aquel número que está escrito en ella. Tomo algo del refrigerador mientras marco el número de Andrea para saber qué opina al respecto, pues la invitación fue para ambas. —Hola– responde Andrea —Estaba pensando en llamar a Leonel, pero primero quería preguntarte qué opinas al respecto —No sabía que aún tenías la tarjeta, supongo que está bien, ojalá que quiera ofrecernos trabajo, la gente como yo no se puede dar el lujo de seguir llorando, debo encontrar algo en que enfocarme y tú también "Ani"— Me dice con una voz que sé, está reprimiendo las ganas de llorar, y si, tiene razón, no podemos seguir llorando. Después de platicar un rato con Andrea marco al número en la tarjeta. — Gracias por llamar a Black Group ¿en qué podemos servirle? — me responde una voz femenina del otro lado del teléfono —Buenos días mi nombre es Anya Johnson ¿puede comunicarme con el señor Leonel Black?— por alguna razón me siento nerviosa al saber que nuevamente volveré a hablar con este hombre. —Permítame un momento— me informa la mujer, quien supongo es la recepcionista. Después de esperar algunos minutos, Leonel responde la llamada —Si ¿diga? — me contesta Leonel —Buen día señor Black. Habla Anya, nos entregó una tarjeta a mi amiga y a mí el día de la ceremonia en la universidad, dijo que llamáramos— Menciono con el nerviosismo que no ha abandonado mi cuerpo. —Me da gusto saludarte Anya, por un momento pensé que nunca llamarías— exclama está vez con una voz diferente, con un tono seductor, lo cual me pone más de nervios. —Lamento que pensara eso— no se me ocurre que más decir —No te preocupes ¿Te parece si nos reunimos? Así podremos hablar en persona del asunto por el cual les pedí que se comunicaran. —Claro, me parece bien— respondo y procedo a anotar la dirección que me indica. Me deja elegir el lugar así que escojo un café que está cerca del departamento de Andrea, lo conocemos bien, así que nos será más cómodo. Después llamo por teléfono a Andrea nuevamente para darle los detalles de la llamada y así mismo le comento el lugar que elegí para la reunión con Leonel. La reunión es a las 6, pues era la única hora que Leonel tenía libre en su agenda, así que me apresuro para no llegar tarde. Llego al departamento de Andrea para ir juntas al café, una vez en el lugar, esperamos alrededor de 15 minutos. —Les ofrezco una disculpa, se presentó una junta de último momento y no me fue posible terminar antes— Son sus primeras palabras al ingresar al café y tomar la silla para sentarse. Ahora que ya no me encuentro llorando con la muerte de mis padres (por ahora) soy capaz de detallar mejor su aspecto, como las veces anteriores lleva un traje elegante, color gris, el tipo es alto y tiene un gesto que si bien no es altanero tampoco describiría cómo dulce. —¿Están tomando algo? — nos pregunta mientras con una mano desabotona su costoso saco. —Aún no hemos pedido nada, de hecho, no tiene mucho tiempo que llegamos— le responde Andrea esbozando una pequeña sonrisa. Creo que al igual que yo, hoy le ha prestado mejor atención a su físico. Leonel llama a un mesero y pide un café americano para él, Andrea pide un té de hierbas y yo elijo un capuchino. Después de un pequeño silencio procede a decirnos el motivo de nuestro encuentro. —No me gusta dar muchas vueltas a un asunto, así que seré breve, mi equipo de trabajo hizo una elección con base en una lista que el director de su universidad le facilito de los recién egresados, cabe mencionar que en esa lista están solo los mejores. — Andrea y yo intercambiamos miradas después de escucharlo, no teniendo del todo claro que tiene que ver eso con nosotras —Para ser más claro, ustedes están en esa lista— menciona como si hubiese leído nuestras mentes, y lo dice mirándome a los ojos, con una ligera sonrisa —Dado los recientes acontecimientos, aún no se ha contactado a nadie, pues varios de los seleccionados, al igual que ustedes siguen de luto— Da un sorbo a su café para después seguir con la charla. —Quise que ustedes fueran las primeras en recibir la noticia y también quise ser yo quien se las diera, no me queda mucho tiempo así que iré al grano. Quiero que trabajen conmigo en el nuevo proyecto que Black Group está desarrollando, en Italia— Andrea tose y casi escupe su té al escuchar estás palabras, Leonel da otro sorbo a su café, pero no me quita la mirada de encima, lo cual me es extraño, por qué esto no me incómoda, al contrario, creo que me gusta que me esté prestando más atención. —Quiere decir que de aceptar ¿Tendríamos que vivir en Italia? — pregunto con nerviosismo, pero me doy cuenta de que es más por tenerlo tan cerca, que por su propuesta de un proyecto en otro país. —Así es, si aceptaran tendrían que firmar un contrato por un año, ya que se les facilitaría un lugar donde alojarse y la empresa costearía el viaje a Italia— Comenta encogiéndose de hombros como si fuera a pagar un boleto de autobús o algo así. —¿Tendremos un lapso de tiempo para decidir? — Le pregunto disimulando mi nerviosismo apretando la taza de café — Los otros seleccionados serán notificados sobre este proyecto la próxima semana, así que tienen quince días para decidir si se unen. Tal vez les parezca poco tiempo, pero les comento que mi empresa es una de las mejores constructoras en Italia, cualquiera desearía trabajar en ella y no todos los días se presentan estas oportunidades. Además, el proyecto debe de iniciar lo antes posible, y ya lo he atrasado por lo sucedido— Con esto termina la conversación, Leonel se ofrece a llevarnos a casa, Andrea no acepta pues vive a unas calles del café, esta vez llegó en auto y no trae escoltas, solo su chófer, que es un hombre de aproximadamente unos treinta años de complexión delgada, a quien le doy la dirección de mi casa. —Gracias por llevarme— suelto con un gesto sincero —No hay de que— responde Leonel —De hecho— Me mira con una sonrisa del lado —El llevarte a casa fue más un pretexto para convivir un poco más contigo y conocerte— Expresa de una forma, tan natural como si estuviera dando la hora. —Conocerme ¿a mí? — le digo con voz queda —¿Y por qué no? — cuestiona —¿y por qué sí? — respondo con otra pregunta —Eres muy bella— se encoge de hombros —Se que lo de tus padres es un tema reciente y no espero tener una respuesta en este momento, tampoco quiero que me mal entiendas y creas que todo lo del proyecto es solo alguna artimaña para aprovecharme de ti. No espero una respuesta ahora, pero me gustaría conocerte y ¿por qué no? tener más que una amistad contigo— cada palabra que menciona la expresa con mucha seguridad, puedo notar que es un hombre acostumbrado a obtener lo que quiere y creo que está logrando llamar mi atención. Estoy demasiado sorprendida por sus palabras que no me doy cuenta de que hemos llegado a mi casa, hasta que se detiene el auto —Llegamos— digo estúpidamente incapaz de decir alguna otra cosa. —Piensa en lo del proyecto y también en lo que te dije hace un momento— abro la puerta del vehículo y salgo de él, lo miro para agradecer nuevamente y este me da una sonrisa para después indicar al chófer que ponga el auto en marcha. ¿Que acaba de ocurrir? me digo a mí misma mientras saco las llaves para abrir la puerta.
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