Punto de vista Sebastián Ya había pasado demasiado tiempo desde la desaparición de Mía. Aunque los rumores de que estaba con otro hombre aún no se habían confirmado, el principal sospechoso era un gángster italiano, una amenaza directa para mis negocios. Salvatore Bianchi, el rubio de ojos claros, CEO de una industria automotriz, se creía el mejor en los negocios y en la vida. ¡Pobre imbécil! Mi hermano me había entregado el poder de todo su imperio en Europa. Ahora, todo se movía bajo mis pies: la mafia, las rutas de contrabando y la mercancía blanca, la que más rédito económico daba. —Señor, tengo noticias para usted —uno de mis hombres se acercó a mi escritorio. —Dígame, Roberto, ¿qué pasa? —Hemos encontrado a la señorita Mía. Está en la mansión de Salvatore Bianchi. Sentí la san