Capítulo 19 Enamorada hasta los huesos

1639 Words
Punto de vista Violeta Desde que Salvador salió de la mansión, comencé a sentir un profundo vacío en mi interior, él me hacía demasiada falta, era una eterna necesidad de estar en sus brazos, recibiendo sus mimos. Suspire. Me senté en la sala de estar a tomar un té con galletas que Rosita amablemente me había traído, cuando de repente escuché como el chirrido de las llantas de un auto aparcado, sonaron afuera de la mansión. Me levanté del sillón para ver de qué se trataba, pero mi sorpresa no se hizo esperar, cuando la puerta principal se abrió. Mi corazón comenzó a latir violento al verlo. —Pero…¿Qué te pasó? El rostro de Salvatore estaba golpeado y cubierto de sangre, tenía una gran herida en la comisura de sus labios, al verme, no dijo nada, simplemente se abalanzó hacia mí y me abrazó. —Hola princesa ¿Cómo estás? Después de abrazarlo, me separé de él y con mi mano acaricié su rostro. —¿Qué te pasó? ¿Quién carajos te hizo esto? —Nada, tuve una discusión con un compañero de trabajo y resulto en los golpes, pero estoy bien ¿Y tú? ¿Cómo estás princesa? Negué con la cabeza, impresionada por lo grave de sus heridas, y renegué. —Yo estoy bien, todo lo mismo, sigo tratando de recordar algo, pero otro día más sin recuerdos, pero no importa porque se que en ellos estás tú, y tú estás aquí conmigo. Sin embargo, me preocupa verte así ¿Qué pasó? Me sentía tranquila al decir eso, porque era cierto, sin embargo, ver a Salvatore así de golpeado, me causó nerviosismo, así que lo tomé de la mano y lo dirigí hacia una silla. —Ya te dije, fue una simple discusión —Ven cariño, voy a curarte esas heridas. Salvatore me miraba como si estuviera afligido, como si quisiera decirme algo, eso me desconcertaba, fui a la cocina y tome el botiquín de primeros auxilios, me senté a su lado y coloque sobre la mesa de centro algunas cosas para hacer la curación. —Gracias princesa, no debes molestarte —No me molesta, me preocupa no saber exactamente qué fue lo que te sucedió. Salvatore resopló y me tomó de la mano —Estoy bien princesa, lo único importante realmente en este momento, es que tú te sientas cómoda y segura, ¿De verdad no has tenido un solo recuerdo? Negué con la cabeza, esa era la verdad, mi mente estaba completamente en blanco y lo único que conservaba, eran los momentos que había pasado con él desde el hospital. Tome una gasa, y la llene de agua oxigenada y comencé a limpiar sus heridas. —Vas a estar bien cariño. —¡Au! Duele, arde —Refunfuñó —Quédate quieto por favor, debó limpiarte para que no se te infecte, deberías ir al doctor. —No quiero ir al doctor, siempre me curo solo, pero ahora que estás tu… —Salvatore se quedó en silencio —¿Ahora que estoy yo? No entiendo —Si princesa me refiero desde que llegaste a mi vida, siempre me has dado consuelo. Lo miré fijamente a los ojos, sus ojos azules estaban llenos de secretos y enigmas, que posiblemente podrían ser buenos, pero también muy malos, aunque me daba escalofríos pensarlo, también en su expresión podía notar la forma en que me apreciaba. Seguí curando sus heridas, y acerqué mi rostro más hacia el suyo. —Quisiera besarte —le dije respirando muy cerca de su boca —Bésame —Pero no quiero lastimarte —No lo harás, bésame por donde no tengo la herida… por favor —la voz de Salvatore se suavizo, y eso hizo que de inmediato mi entrepierna comenzara a sentir choques eléctricos. Como lo pidió, choque mis labios contra los suyos, por el lado que no estaban heridos, y comencé a besarlo con extrema suavidad. De su boca se escapó un suave gemido, mientras que sus manos empezaron a invadir mi cuerpo. Salvatore cerró los ojos, y me permitió que fuera yo en esta oportunidad, quien llevará las riendas de nuestro encuentro, así que me aproveche de esa situación y comencé a besarlo, desde la frente, pasando por sus párpados, lamiendo su tabique, y devorando sus mejillas. Él seguía allí, estático, visiblemente extasiado por mis besos, y claro, con mis caricias, pues mis manos no pudieron quedarse quietas, y también acaricié su cuerpo, sus finas piernas musculosas, y su pecho endurecido. Desabroche el nudo de su corbata, y desabotone el primer botón de su camisa, dejando un poco de su cuello al descubierto, pase mi lengua por su piel y Salvatore seguía gimiendo casi inaudible. No deje de acariciarlo, mientras que le quitaba la chaqueta, luego la camisa, y así con su dorso desnudo, me puse de rodillas frente a él. Salvatore abrió las ojos y tragó entero al verme en esa posición. —Ponte cómodo cariño. —Le dije con dulzura, él se enderezo por completo, quedando directo a mí. Desabroche su pantalón y pase mi cara por su entrepierna, sintiendo como su bulto estaba duro y tensionado. Le bajé el bóxer, y su m*****o se escapó de un salto, como si estuviera necesitado de placer, como si quisiera escaparse de debajo de la ropa e introducirse en mi ser, eso me excitaba. La punta de su glande estaba húmeda, chorreante. Me mordí los labios al ver. Pase mi lengua, y la limpie, todo sin dejar de mirar a Salvatore a sus preciosos ojos, él me tomó la cabeza con sus dos manos y sin pedirme permiso , me clavó en su pene. Abrí mi boca con agilidad y comencé a darle fuertes horcajadas, de arriba abajo, sintiendo como su duro m*****o invadía toda mi garganta. —¡Oh, deliciosa! —Salvatore gruñó Mientras que mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas producto de los bruscos movimientos. Apenas se escuchaba solamente el sonido de mi garganta chocar contra su pene. Mi vulva estaba húmeda y contraída, quería estar sobre él pero también quería que Salvatore disfrutará de una buena mamada, así que sin perder el compás y con movimientos más finos, me concentré en succionar de una forma brutal, él tensionó sus caderas y las movía como loco, para adentrarse más en mi boca. Sentí como sus venas se tensionaron y se explotó dentro de mí, todo su chorro agrio y salado se derramó en mi cavidad bucal y llegó hasta mi garganta, me lo tragué todo completo. —¡Ah! Violeta ¿Qué haces? —Salvatore me dio una última estocada, mientras se acababa de derramar —Me saboree ante sus ojos, como muestra de que me estaba fascinando su sabor, y limpió su punta con mi lengua. Él me tomó de los brazos y me enderezó. Lo miré fijamente otra vez y sonreí. —No lo pude resistir. —le dije fascinada Él me miró con tanto deseo, que parecía que fuera a devorarme con sus ojos. Me arrancó el top que llevaba puesto y dejo mis senos al descubierto, me senté sobre él y dejé que hiciera con mi pecho lo que le viniera en gana. Sus manos gruesas los apretaron con fuerza y enérgicamente comenzó a chuparlos, mis caderas cobraron vida y comenzaron a moverse sobre él, así con mi pantalón puesto, él con destreza comenzó a arrancarlo y me dejo completamente desnuda. Hice lo mismo con él, por supuesto, le quité el pantalón, y ambos, sintiendo la piel del otro, nos miramos con deseo. Me encajé sobre él, pues ya estaba duro de nuevo, y comencé a cabalgar. Salvatore metió dos de sus dedos en mi boca, al tiempo que me succionaba uno de mis senos, y quise desfallecer. Mis saltos sobre él eran frenéticos, sentía como su pene me llegaba hasta lo más profundo de mi interior y me hacía colapsar por completo. Mi clítoris estaba hinchado de tanto rozar con su pelvis, y las cosquillas que invadieron mi interior eran cada vez más densas. Y mis movimientos se intensificaron sobre él, haciendo que se hundiera más dentro de mí. —Salvatore, soy tuya —Si princesa eres mía. Salvatore agarró mis caderas y comenzó a elevarlas hacia lo alto, empujándose con las suyas, haciendo que mis tetas saltarán, estrellándose con su boca. El toque en mi interior era intenso, arduo, caliente. Sentí como me contraje y la electricidad llegó. —¡Chúpame una teta Salvatore! —él hizo lo que me pidió, dándome un pequeño mordisco. Mientras que de en medio de mis piernas se estaba derramando un liquido chicloso que se mezclaba con su segunda descarga. Caí rendida sobre su pecho, con mi respiración demasiado agitada, mi pecho subía y bajaba al compás del suyo, la emoción fue tan fuerte que mi frente sudaba y de mi garganta no salían las palabras. Salvatore me dio un beso en la frente y me abrazó a su pecho, en ese instante un recuerdo vino a mi cabeza, ya había abrazado un pecho, pero ese pecho estaba velludo y menos formado. Me separe de golpe y lo mire. —¿Te has depilado? Salvatore frunció el ceño y me miró confundido. —Claro, siempre lo he hecho, ¿Por qué? Tragué seco, y volví a la imagen que acababa de recordar, ¿Siempre se había depilado? ¿Entonces de quien era ese pecho? —Por nada, es que me gusta lo suave de tu piel —respondí sin dar más importancia, recosté la cabeza de nuevo sobre su dorso, y sentí los latidos de su corazón… tal vez ese era un recuerdo más pasado. Me apreté a él, sintiendo como me daba la fortaleza suficiente para vivir, y lo abracé, no quería soltarlo, sin estar segura de nada, estaba enamorada hasta los huesos.
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