Hildegard

1624 Words
El calor era insoportable, no importaba a donde intentara refugiarse de él, sentía sofocarse, todo era muy distinto de la comodidad ofrecida en la mansión Dogaru, sin embargo, no daría un paso atrás, no se daría por vencido, con el corazón ardiendo de rabia, recordó una vez la razón por la que había huido, venganza, el mas puro odio lo movía y a el se aferraba, no se dejaría vencer tan fácilmente, el, al final, seria quien lo destruyera todo…a todos. Levantando la inmundicia y desperdicios de fruta podrida, Hades limpiaba aquel puesto de verduras en la calle, nadie tenia idea de quien era el, solo miraban a un muchacho de bonita apariencia y ojos zafiro, el, decía su nombre, pero jamás su apellido, era ya mas de una semana la que llevaba viviendo en la calle, refugiándose de los malandros que había de sobra en Palermo, aquella, había sido la ciudad de nacimiento de su madre, y el, planeaba allí construir su imperio, no importaba a que costo, el lograría sus objetivos. – Aquí tienes muchacho, gracias por ayudarme hoy, ¿Volverás aquí mañana? – cuestiono aquel hombre de ruda, pero refinada apariencia. No era ningún estúpido, no había pedido trabajo en esa frutería de mala calidad solo porque si, no se necesitaba ser demasiado listo para deducirlo, fruta mala, hombres elegantes, aquel sitio era un punto de venta de estupefacientes, era mas que obvio, aquel hombre que le pagaba por sus servicios, era uno de los pesados, podía deducirlo al ver su elegancia y el costoso reloj en su muñeca, debía ganarse su confianza si quería entrar en ese mundo que, estaba seguro, seria lo que le daría el poder para lograr su venganza contra los Dogaru. – Gracias señor – dijo Hades con fingida inocencia juvenil. – No me llames señor, me haces sentir como un viejo y solo tengo 26, llámame Franco muchacho, soy Carlo Franco Wilson, pero también puedes llamarme Charlie – se presento el hombre con amabilidad. Hades sonrió, aquel era un primer paso. – Soy Hades, mucho gusto – respondió el con educación – Sin apellido ehh, eso es…interesante, te espero aquí mañana con una buena oferta, será mejor que vengas preparado – dijo aquel hombre de cabello castaño. Hades caminaba de nuevo hacia aquel parque donde había pasado sus noches la última semana, se había comprado una hamburguesa y se sentaba para disfrutar de su comida, estaba realmente hambriento, ya no habría más pato al horno ni comidas lujosas, apenas y si alcanzaba a comer algo, todos los días sentía a sus tripas pelear la una con la otra por el hambre, mordiendo con enojo aquella hamburguesa, sabía que todo aquella valía la pena, debía valerla, cada sufrir que atravesaba, cada momento de aquella agonía que apenas comenzaba, lo valdrían todo solo por ver a Krónos Dogaru morir en sus manos, lavándose el rostro en la pileta del parque, añoraba también darse una buena ducha, solo tenia 16, era muy joven aun, lo sabía, pero aun así, no se daría por vencido, quitándose la camisa para mojar su pecho, escucho una risita femenina detrás suyo, mirando a quien hacia aquel molesto sonido, pudo ver a una jovencita que no debía ser mayor a él, era muy bella, cabellos rubios dorados como los rayos del sol, piel blanca como la nieve, sus ojos eran verdes, traviesos, del color de las esmeraldas, no parecía una chiquilla de la calle, era demasiado hermosa para serlo y no lucia sucia o maltratada, ignorándola siguió lavándose el pecho, apestaba a fruta podrida y aquello era, en si mismo, demasiado molesto para prestarle atención a otra cosa. – ¿Porque no vas a tu casa a darte un baño? ¿Eres un vagabundo? – cuestionaba la molesta rubia a sus espaldas. – ¿Porque no te metes en tus propios asuntos? – dijo Hades devolviendo aquel cuestionamiento demasiado estúpido para su gusto. La rubia frunció el ceño en molestia ante aquella agresiva respuesta. – Tienes bonitos ojos, ¿Cómo te llamas? Yo me llamo Hilda, soy Hildegard Berlusconi, y acabo de escapar de casa, leí en internet que este parque es perfecto para los vagabundos – dijo con indiferencia la joven. Hades sonrió, conocía bien ese apellido, los Berlusconi eran los mas poderosos en Palermo, la mafia de La sacra Spina, mafiosos sanguinarios que sembraban el terror en la ciudad, todo les pertenecía, aquella niña tonta aseguraba ser una de ellos, pero, ¿Cómo saberlo? – Una Berlusconi, dime niña, ¿Tu papi no te quiso comprar la Barbie de moda? ¿O que razón tendría alguien de tu posición para escapar de su casa? – dijo Hades con burla y sarcasmos. Hilda sonrió ante aquello, apestaba a naranja podrida, estaba sucio, descuidado, incluso delgado, pero lo había reconocido de inmediato debido a sus inconfundibles ojos del color de los zafiros, era Hades, el hijo menor de Krónos Dogaru, su escape de casa había sido todo un escándalo, lo habían buscado por todos lados, incluso en Palermo, pero al parecer el niñito era bastante habilidoso para esconderse, o, quizás, su padre realmente no deseaba encontrarlo. – Es gracioso que lo menciones Hades Dogaru, podría preguntarte lo mismo, ¿No te compraron el cochecito de moda? – dijo Hildegard con burla acariciando el rostro de Hades. Tomando la mano de la rubia para apartarla de él, la tomo con fuerza por la muñeca para arrastrarla entre los arboles mas oscuros del parque. – ¿Cómo lo sabes? ¿Cómo demonios supiste quien soy yo? – cuestiono Hades con enojo apretando con fuerza los delgados hombros de la rubia logrando que ella se quejara de dolor. Apartándose de ella de inmediato, se sintió realmente miserable de haberla lastimado. – No tienes que lastimarme, no le diré a nadie, no mentí cuando dije que escape de casa, mi padre y hermano son insoportables, creen que por ser mujer no tengo derecho a opinar, y a mi nadie me dice que hacer…en cuanto a como supe quien eres, bueno, acabas de confirmar mis sospechas, conozco a Zeus Dogaru, te pareces mucho a él, sobre todo en los ojos, son idénticos a los suyos, escapaste hace mas de una semana, tu hermano te ha buscado desde entonces, armaste un alboroto tremendo, pero viendo el estado en el que te encuentras, no me sorprende que no te hayan encontrado, todos creen que escapaste con algún amigo rico, quien diría que el hijo menor de Krónos Dogaru esta de indigente y apesta a naranja podrida – dijo Hilda con un deje de burla. Hades miro con desconfianza a la rubia, Zeus lo estaba buscando, no Krónos, aquello no le sorprendía ni tampoco le interesaba, y, conociendo a su estúpido hermano, era obvio que jamás le pasaría por la mente que en realidad si se encontraba viviendo en las calles como un vagabundo, aquello no importaba, no planeaba regresar a esa maldita mansión donde su madre exhalo su ultimo aliento. – No tengo amigos, nunca los he tenido, y no quiero tenerlos – dijo Hades tajantemente para luego alejarse de la hermosa muchacha. – Espera, si somos dos tenemos mas posibilidades de sobrevivir, no me tomes como una amiga si no quieres Hades, pero si como una aliada, mira, tengo dinero que robe de papá, podemos ir a un hotel, allí podrías tomar un baño, vamos, no seas tan orgulloso – dijo Hilda intentando convencer a Hades. – No te conozco, no se si querrás apuñalarme mientras duermo, además, no necesito tu dinero, yo he ganado el mío, aléjate de mí, ni siquiera sé porque estás hablando conmigo, ¿Qué podría tener un Dogaru marginado que le interese a una Berlusconi? – respondió Hades caminando para alejarse. – Vamos, ¿En verdad tengo que decírtelo? Solo tengo 15 años, me da miedo quedarme sola, no quiero volver a casa con mi padre y con mi hermano, quieren casarme con un viejo asqueroso para formar una alianza mas poderosa, por eso escape, no pensé encontrar al hijo de Krónos Dogaru aquí, pero me alegro de haberlo hecho, no pareces un mal tipo, solo hueles mal, y yo…tengo miedo de encontrarme con alguien que si me haga daño – dijo con sinceridad la rubia. Hades se detuvo al escuchar aquellas palabras, Hildegard Berlusconi había escapado porque la forzarían a casarse, igual que ocurrió con su amada madre, mirando de nuevo a aquella chiquilla, pudo ver como algunas lagrimas caían desde sus ojos verdes, estaba asustada, era de noche y no tenía ningún lugar a donde ir, seguramente ya la estaban buscando, sintiéndose conmovido al verle tan frágil y temerosa, volvió sobre sus pasos para posarse frente a ella. – De acuerdo, pero no será un hotel caro, allí te buscaran primero, debemos buscar algún sitio que pase desapercibido, guarda tu dinero, no lo necesito, no es mucho, pero he pasado estos días trabajando duro, tengo algo reservado, puedo pagar un par de noches y luego veremos que hacer – dijo Hades acariciando la mejilla de la chica secando las lágrimas que había en ella. – ¿Lo dices en serio? – cuestiono la rubia con esperanza. – Si, solo te exigiré algo a cambio de cuidarte, no me vuelvas llamar hijo de Krónos Dogaru, no pronuncies su nombre o el de mi hermano en su presencia – dijo Hades sonriendo con amabilidad. Hildegard sonrió con sinceridad, aquel muchacho de ojos zafiro tenia una sonrisa amable, y ella, sentía haberse enamorado, por primera vez. Dos hijos que huían de sus padres, una historia que comenzaba y no tendría un final feliz, un deseo de venganza que lo consumiría todo, dos almas similares que terminarían odiándose. 
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