Hades

2061 Words
Una vez, dos hermanos se abrazaron el uno al otro, el mayor protegiendo al menor de ellos. – Todo estará bien, no llores, yo te protegeré – El hermano mayor le prometía al menor el protegerlo, mientas cubría sus oídos para que no escuchase los gritos de su madre, una golpiza más, una marca más en los pequeños corazones de ambos, el mas pequeño que no rebasaba los cuatro años, se acurrucaba entre los brazos del mayor que no tenia mas de siete, escondidos en el armario de su habitación infantil, en medio de los lujosos juguetes, usando aquellas finas pijamas de seda, los hermanos Dogaru, solo unos niños aun, temblaban de miedo ante los gritos furiosos de su padre y los sollozos de su madre…una noche más, los niños que llevaban nombre de dioses, se abrazaban intentando soportar aquel infierno.   Aquella noche era, sin duda, la mas larga y dolorosa de su vida, el dolor que carcomía hasta en lo mas profundo de su alma lo desgarraba, el corazón le latía desbocado y tremendamente adolorido en el pecho, la sangre en sus manos, el viento que rugía feroz en aquella tormenta que azotaba la mansión Dogaru, como si el cielo mismo desatara su furia expresando el odio y dolor que llevaba por dentro, solo era un niño, tenia 16 años, y entre sus jóvenes y delgados brazos, sostenía el cuerpo inerte de su madre, Zinerva Dogaru, su padre, Krónos, el patriarca de su familia y el ser mas despreciable y perverso que hubiese conocido jamás, le había arrebatado la vida a aquella hermosa mujer en una última y terrible paliza que le había propinado, el, siendo solo un niño, miraba con un odio atroz a su padre, que le devolvía la mirada en mil desprecios, su rostro lucia amoratado, la sangre brotaba de su labio y nariz, en un nuevo intento por defender a su madre había sido golpeado también por aquel infame progenitor al que jamás había llamado su padre, toda su niñez, su tierna infancia había sido mirarle masacrar a su madre, golpear su frágil cuerpo femenino hasta cansarse, a veces, solo por aburrimiento, lo odiaba, aquel odio era tan atroz que lo heria en lo mas profundo de su alma, girando sus ojos hasta su hermano mayor, Zeus Dogaru, estaba perplejo, como si hermano no terminara de entender lo que estaba pasando, sus ojos idénticos a los suyos estaban perdidos en la nada, siempre había sido un cobarde, incapaz de defender a la mujer que les dio el ser a ambos, lagrimas no derramadas se dibujaron en los ojos de su hermano, quien, luego, se derrumbo sobre el suelo aun con su vista perdida, mirando al cuerpo sin vida de la madre de ambos, mirando de nuevo hacia su padre, Hades dijo aquellas palabras que se convertirían en su único propósito en la vida. – Te matare, no será hoy, no será mañana, pero te juro por la sangre de mi madre que tengo en las manos, te matare, seré yo quien vea el brillo de la vida extinguirse en tus ojos hasta desvanecerse en la nada, te hare pagar por esto, derribare tu maldito imperio, tu vida me pertenece a mi Krónos Dogaru, y solo yo seré quien te la arrebate – Dijo el joven de violentos ojos zafiro, jurando para si mismo cumplir aquellas palabras dichas a su progenitor, no derramo lágrimas, no se permitiría llorar frente a ninguno de ellos, ambos, Krónos y Zeus, pagarían cara aquella noche, los asesinaría a ambos alguien día, y no descansaría hasta ver su juramento cumplido. – Por favor, no seas tan débil Hades, solo era una mujer sin valor – respondió Krónos Dogaru haciendo que la sangre de Hades hirviera en odio y rabia. Acariciando el rostro de su madre, seco las ultimas lagrimas derramadas por ella, en silencio, en mudo silencio, le juro a ella un día arrodillar a su padre y hermano frente a su tumba, y luego, después de aquello, terminarlos a ambos, derramar su sangre como p**o a cambio de la suya…el, Hades Dogaru, destruiría a su padre y a todo su imperio, sin importar nada, sin importar nadie.   El sonido de las sirenas de la ambulancia rompió el silencio, los mismos miserables médicos de siempre que acudían a curar las heridas de su madre, todos, aliados de su padre, confirmaban el deceso de Zinerva Dogaru, la habían apartado de sus brazos para llevársela y preparar los funerales, y el, solo podía sentir aun mas rencor en su corazón, no los perdonaría…jamás.   Todo lucia tan sobrio y elegante como era característico de los Dogaru, todos, familiares y amigos, se habían reunido para dar el ultimo adiós a Zinerva, hipócritas, todos ellos lo eran, para nadie era un secreto los viles maltratos que la hermosa mujer sufría en manos de Krónos, sin embargo, a nadie le interesaba en verdad aquello, todos, recibían los miles de dólares en beneficios que su progenitor les otorgaba a cambio de su silencio, el fino ataúd, blanco como había sido el alma de su madre, estaba cerrado, no había manera de ocultar el deformado rostro de la mujer que reposaba inerte dentro de él, tampoco había manera de esconder los huesos rotos, por ello, no podría ver aquel hermoso rostro una última vez, intentando con todas sus fuerzas no llorar, no pudo evitarlo, lagrimas se derramaron por la madre perdida, lagrimas al entender que jamás la volvería a ver, apartando de su mente aquella ultima imagen de su alguna vez hermoso rostro destrozado por los golpes, dibujando en sus memorias sus hermosas y cálidas sonrisas, sus tardes junto a la chimenea cuando aquel ángel amado tocaba para el aquel piano, las muchas palabras que le dedico, los besos, los abrazos, las canciones de cuna para ayudarle a dormir sin pesadillas, Hades sentía su corazón desgarrado, murmullos se escuchaban diciendo una y otra vez la mucha lástima que sentían hacia su madre, hacia él, hacia su hermano, otros, dejando entrever la burla de aquello ocurrido. Mirando a todos a su alrededor, pudo verlos tal cual eran, mascaras blancas con una expresión de burla caían desde aquellos rostros, hipócritas, su lastima no había servido para nada, ninguna jamás intento detener a su maldito progenitor, ninguno jamás quiso ayudarla, aquellos, los que se burlaban de lo ocurrido, serian los primeros a los que les haría ver el infierno, todos y cada uno de ellos lo pagaría, les haría sentir en carne propia el dolor de su madre, los haría sufrir y rogar por ayuda como ella les rogo una vez, su odio no perdonaría a nadie. Sus ojos zafiros inyectados en odio, miraron a su hermano mayor, Zeus lucia solemne, impasible, no derramaba lagrima alguna, tan solo, permanecía como una estatua apenas respirando sin dejar de mirar aquel ataúd, sus ojos vacíos idénticos a los suyos, no expresaban emoción alguna, era como un maniquí sin alma, un mero títere a las ordenes y deseos de su padre, apretando con fuerza sus puños, camino hasta el para luego, ante la mirada de todos, arrastrarlo lejos, hasta los jardines donde una vez corrieron y compartieron miles de juegos juntos, cuando apenas eran infantes. – Maldito, ¿Por qué no lloras? Tu madre esta muerta dentro de esa caja, ¿Qué diablos sucede contigo? – cuestiono Hades con furia. Zeus lo miró fijamente, deseando abrazar a su hermano menor como hacia antes al verle llorar, lagrimas estaban desde sus ojos, lagrimas que él no podía derramar, su corazón estaba permanentemente roto, no había dejado de culparse por su piernas incapaces de moverse para defender a su madre, por temerle en demasía a su progenitor, una sonrisa rota se dibujo en sus labios, lo envidiaba, envidiaba a su hermano menor, Hades siempre había sido valiente, no importaba que tan pequeño fuese, se lanzaba como David a Goliat contra Krónos en un intento una y otra vez para defender a su madre, aquellos golpes en su rostro se notaban a simple vista, los hematomas no los había cubierto con maquillaje como había ordenado el padre de ambos que hiciera, siempre era así, no mostraba temor ante el aun cuando sabía que Krónos era capaz de matarlo, se revelaba sin miedo, incluso, había lanzado un juramento con la sangre de la madre de ambos en sus manos, había jurado matar a Krónos Dogaru con sus propias manos, sentía odiarlo por ello, por siempre ser tan feroz y valiente, porque a pesar de ser menor que el, siempre sobresalía y destacaba, brillando como una estrella ante el mundo sin nunca agachar su fiera mirada ante nadie. – Lo lamento hermano, pero no llorare, no puedo hacerlo, soy un Dogaru, no podemos mostrar debilidad ante nadie – respondió Zeus con fingida indiferencia. Hades, tomo por los hombros a su hermano mayor, lo amaba, Zeus era el hombre a quien mas admiraba, sin embargo, aquellas palabras, lo habían hecho aborrecerlo. – No eres solo un maldito Dogaru, tú eres tú, eres mi hermano, también hijo de ella, ven conmigo, larguémonos de este infierno, cobremos venganza juntos en nombre de nuestra madre que nos protegió siempre, ven, dame la mano como siempre y vámonos, tu y yo podemos crear un imperio para derrotarlo – dijo Hades como suplica mirando fijamente a los ojos de su hermano. Zeus miro también a los ojos a Hades, apartando las manos de su hermano de él, sonrió. – No me iré a ningún sitio y tu tampoco lo harás, soy el mayor de los dos, seré yo quien herede el título de líder familiar, el irnos no cambiara nada hermano, yo tomare venganza a mi manera, el legado de los Dogaru es mío, y es todo lo que necesito para lograr lo que deseo – respondió Zeus con firmeza. Hades dibujo una sonrisa de decepción en su hermoso rostro. – ¿Eso es todo lo que quieres? Solo te importa heredar el poder de ese hijo de perra, debí imaginarlo, eres igual a el – respondió Hades con enojo. – Hades, no seas ingenuo, mamá esta muerta, ella no volverá por mas que ambos lo deseemos, la hemos perdido…para siempre, debemos aferrarnos a lo que aún tenemos, Krónos no caerá solo por tus caprichos de adolescente, escúchame, hay una mejor manera de… – Zeus no termino de decir aquello cuando un duro puñetazo de Hades lo derribo. – No quiero escucharte, eres un maldito, si quieres quedarte bien, hazlo, toma todo el maldito poder de ese perro y no vuelvas jamás a hablarme, ¿Cómo puedes decirlo? ¿Decir que mamá murió y no volverá? Eso ya lo sé, no hay otra manera, lo hare a mi modo, hare que ese maldito ruegue por perdón ante su tumba, y tú, tú también rogaras ante ella, tomare el legado de los Dogaru para mi mismo para luego destruirlo junto a tus ambiciones, es una promesa hermano – dijo Hades para luego dejar atrás a Zeus. – Espera Hades, escúchame un momento, ¡Espera! – grito Zeus con desesperación mirando a su amado hermano alejándose.   La tierra caía sobre el ataúd, miles de rosas se depositaban dentro de aquel poso, Krónos observaba sin expresión alguna en su rostro aquello, Zeus, rebuscaba una y otra vez a su hermano sin éxito, escondido entre las tumbas de aquel cementerio, Hades dedicaba sus últimas lagrimas a su amada madre, para luego, apretar aquella mochila pequeña en sus manos, caminando entre la lluvia que caía con gentileza sobre aquel camposanto, el mas joven de los hermanos Dogaru dejaba atrás todo aquello, con aquella promesa hacia su madre, hacia su hermano, volvería para vengarse, destruirá el imperio de su progenitor y tomaría su vida a cambio de la de ella, las estrellas no alcanzaban a verse, la luz de la luna se notaba apenas en medio de aquellas negras nubes, aquellas ultimas lagrimas se perdían entre las gotas de lluvia, su camino estaba decidido y cumpliría su promesa a cualquier precio. Solo era un muchacho, un niño que añoraba a su madre, buscando venganza contra quien se la había arrebatado, él odio marcó su destino, es el hijo menor, el marginado, aquel que en las penumbras se esconde, aquel que con sangre ha marcado su camino, el Satán, el Figlio Di Satana: Hades Dogaru.
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